La catequesis de la audiencia general de los miércoles 2 estuvo esta vez dedicada al viaje apostólico que el Santo Padre efectuó a Kenia, Uganda y República Centrofricana del 25 al 30 de noviembre. »¡Qué hermosa es África!», ha dicho Francisco antes de explicar a los miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro los pormenores de su viaje.
Kenia »es un país que representa muy bien el desafío global de nuestro tiempo: proteger la creación reformando el modelo de desarrollo para que sea equitativo, inclusivo y sostenible». »Todo esto -señaló Francisco- se refleja en Nairobi, la ciudad más grande de África Oriental, donde la riqueza y la miseria coexisten: ¡pero es es un escándalo! No sólo en África: también aquí, en todas partes. La coexistencia de la riqueza y la miseria es un escándalo, es una vergüenza para la humanidad’.
El Papa recordó que en todas las ocasiones alentó a los keniotas a atesorar la gran riqueza de ese país »riqueza natural y espiritual, formada por los recursos de la tierra, por la nuevas generaciones y por los valores que forman la sabiduría del pueblo. En este contexto tan dramáticamente actual -continuó- tuve la alegría de llevar la palabra de la esperanza en Jesús resucitado: «Sed fuertes en la fe, no temáis.» Ese fue el lema de la visita. Un lema que experimentan cada día tantas personas sencillas y humildes, con noble dignidad; un lema testimoniado de forma trágica y heroica por los jóvenes de la Universidad de Garissa, asesinados el 2 de abril porque eran cristianos. Su sangre es semilla de paz y hermandad para Kenia, para África y para el mundo entero».
En Uganda, el segundo país, la visita del Papa estuvo bajo el signo de los Mártires, 50 años después de su histórica canonización por el Papa Pablo VI. Por esa razón, el lema era: «Seréis mis testigos». »Toda la visita a Uganda -dijo Francisco- se desarrolló con el fervor del testimonio animado por el Espíritu Santo. Testimonio en el sentido explícito es el servicio de los catequistas… Testimonio es el de la caridad.. que se esfuerzan por dar tantas comunidades y asociaciones al servicio de los pobres, los discapacitados, los enfermos. Testimonio es el de los jóvenes que, a pesar de las dificultades, conservan el don de la esperanza y tratan de vivir según el Evangelio y no según el mundo, yendo a contracorriente. Testimonio es el de los sacerdotes, los consagrados y consagradas que renuevan diariamente su «sí» a Cristo y se dedican con alegría al servicio del pueblo santo de Dios…. Todo este testimonio multiforme, animado por el mismo Espíritu Santo, es levadura para toda la sociedad, como demuestra la eficaz labor realizada en Uganda en la lucha contra el SIDA y en la acogida de refugiados».
La tercera etapa del viaje fue la República Centroafricana, el corazón geográfico del continente, el corazón de África. »Esta visita -explicó el Obispo de Roma- era en realidad la primera en mi intención, porque ese país está tratando de salir de un período muy difícil de conflictos violentos y de tanto sufrimiento entre la población. Por eso, quise abrir allí en Bangui, con una semana de antelación, la primera Puerta Santa del Jubileo de la Misericordia, como signo de fe y esperanza para ese pueblo, y simbólicamente para todas las poblaciones africanas, las más necesitadas de rescate y consuelo».
La invitación de Jesús a los discípulos: «Pasemos a la otra orilla» , fue el lema de esa etapa. »Pasar a la otra orilla, en sentido cívico, significa dejar atrás la guerra, la división, la pobreza, y elegir la paz, la reconciliación y el desarrollo. Pero esto presupone un »pasaje» que se lleva a cabo en las conciencias, en las actitudes e intenciones de las personas. Y en este ámbito es decisiva la contribución de las comunidades religiosas. Por eso encontré a la Comunidad Evangélica y a la Musulmana compartiendo la oración y el compromiso con la paz…. Y finalmente en la última misa en el estadio de Bangui… renovamos nuestro compromiso de seguir a Jesús, nuestra esperanza, nuestra paz, el rostro de la Divina Misericordia. Esa última misa fue maravillosa: ¡estaba llena de gente joven, un estadio lleno de jóvenes! Más de la mitad de la población de la República Centroafricana es menor de edad, menor de 18 años: una promesa para seguir adelante!».
El Papa habló entonces de los misioneros »los hombres y mujeres que dejaron la patria, todo y fueron allí cuando eran jóvenes, llevando una vida de tanto trabajo, a veces durmiendo en el suelo». Francisco contó que en Bangui había encontrado a una monja italiana de 81 años que llevaba desde los 24 en Africa y había ido en canoa desde el Congo a verle acompañada de una niña. »Así son los misioneros, valientes». La religiosa era enfermera, comadrona, y había hecho nacer a 3.280 niños. »Toda una vida por la vida de los demás -exclamó el Santo Padre- Y como esta monja, hay muchos, muchos: muchas hermanas, tantos sacerdotes, tantos religiosos que queman su vida para anunciar a Jesucristo».
»Me gustaría decir una palabra a los jóvenes -concluyó Francisco- Pensad en lo que hacéis de vuestras vidas. Pensad en esta monja y en tantas como ella, que han dado sus vidas y muchas han muerto, allí. La misionariedad, no es hacer proselitismo: esta monja me dijo que las mujeres musulmanas iban donde ellas porque sabían que eran buenas enfermeras, que las trataban bien, y no les daban catequesis para convertirlas. Dan testimonio; después, a quien lo quiere, dan catequesis. El testimonio es la gran misionariedad heroica de la Iglesia. ¡Anunciar a Jesucristo con la propia vida! Me dirijo a los jóvenes: Pensad en lo que queréis hacer de vuestras vidas. Es hora de pensar y pedir al Señor que os haga sentir su voluntad. Pero, por favor, no excluyáis, la posibilidad de ser misioneros, para llevar el amor, la humanidad, la fe a otros países. No para hacer proselitismo: no. Eso lo hacen los que buscan otras cosas. La fe se predica primero con el testimonio y luego con la palabra. Lentamente»