El Papa Francisco envió un mensaje con motivo de la inauguración del Instituto católico para la no violencia, ante la presencia de los cardenales Bo y McElroy: la paz dura más que la guerra y la justicia.
Ciudad del Vaticano, 30 de septiembre 2024.- La no violencia como «guía del mundo», un mundo que aprende a descubrirse hecho de hermanos. Este es el deseo con el que el Papa acompañó el nacimiento, que tuvo lugar en la tarde del 29 de septiembre, del Instituto católico para la no violencia, fundado por la Iniciativa católica para la no violencia de Pax Christi Internacional, movimiento de promoción de la paz formado por 120 organizaciones de todo el planeta.
El instituto, con sede en Roma, se dedicará a promover la no violencia como enseñanza básica de la Iglesia, embarcándose en la ambiciosa misión de hacer que la investigación, y los recursos que produce, sean más accesibles no sólo a los líderes de la Iglesia, sino también a las comunidades e instituciones mundiales.
Monseñor Giovanni Ricchiuti, presidente nacional de Pax Christi, transmitió el saludo de Francisco, quien se mostró «calurosamente complacido por la loable iniciativa» y deseó a los participantes en este evento «una renovada adhesión a los valores de la paz y de la fraternidad».
El Papa también exhortó a «trabajar juntos para garantizar la defensa de los derechos de toda criatura», así como a «llegar a ser constructores de una sociedad fundada en el amor mutuo». «Que la caridad y la no violencia guíen el mundo – escribió Francisco – y el modo en que nos tratamos unos a otros».
La no violencia como fundamento de la Iglesia
El evento se celebró en el Instituto Maria Santissima Bambina, en Via Paolo VI, ante la presencia del cardenal Charles Maung Bo, arzobispo de Yangon, la ciudad más grande de Myanmar, y del cardenal Robert Walter McElroy, obispo de San Diego (EEUU), junto con la hermana Teresia Wachira, del Instituto Maria Santissima Bambina, y la célebre escritora e investigadora Maria Stephan, que moderó el acto y la conversación.
En una entrevista concedida al margen del acto a los medios de comunicación vaticanos, el cardenal McElroy subrayó la dificultad objetiva de compartir un ideal de no violencia en un contexto, el actual, empañado por los conflictos y la violencia. «Sin embargo, me parece que es el único mensaje que tenemos a la luz del Evangelio y de los tiempos que estamos viviendo».
El camino a seguir, dijo el cardenal, es el «indicado por la Fratelli tutti, que nos interroga sobre cómo mostrar cada uno de nosotros «el amor que estamos llamados a tener por nuestros hermanos y hermanas en el mundo en estas situaciones tan difíciles, que incluyen conflictos armados, y conflictos internos». La respuesta a estas preguntas, según el purpurado, «no puede ser continuar la guerra, y devolver ataque tras ataque o generar nuevos ataques».
Por el contrario, está llamada a «fundarse en la disposición a dar pasos, y a veces a correr riesgos, para alcanzar la paz, preservarla o fortalecerla». En esto, para el cardenal McElroy, se realiza la «llamada del Evangelio», que dibuja una definición de la no violencia capaz de ir más allá de la mera pasividad ante las crueldades del mundo, dando lugar a un «método eficaz para hacer frente al mal que existe y que a menudo genera conflictos».
No hay que hacerse falsas ilusiones, «esto no resuelve todos los problemas» pero se erige, sin embargo, como «la posición fundamental que la Iglesia debe tener, enraizada en nuestras tradiciones más antiguas y ciertamente articulada por el Papa Francisco de una manera muy eficaz y coherente».
La no violencia es el «fundamento» de la Iglesia y «su testimonio y sus esfuerzos deben tender a ayudar en las situaciones particulares de conflicto en el mundo». Una tarea «difícil» y «no siempre eficaz», pero que sigue siendo «el camino cristiano en su esencia».
La paz construida sobre la no violencia es inquebrantable
El siguiente en intervenir fue el cardenal Bo, quien situó la figura de Jesús, «Príncipe de la Paz», junto a las de otros grandes «apóstoles de la paz: Mahatma Gandhi y Martin Luther King». Ellos «nos instan a marchar con valentía hacia una tierra prometida en la que cada hermano y hermana viva con dignidad, paz y prosperidad».
El cardenal también recordó el sufrimiento de las poblaciones israelí, palestina y ucraniana, así como el de su patria, Myanmar.
“Estamos llamados a detenernos y reflexionar: ¿podemos continuar por este camino destructivo? ¿O debemos, como familia humana, hacer un cambio profundo, pasando de un paradigma de guerra y violencia a otro de paz y no violencia?”
Retomando el concepto expresado por el cardenal McElroy, el purpurado explicó cómo «el rechazo de la violencia por parte de Jesús no representa un estado de debilidad, sino que proclamó que el amor es más fuerte que el odio, que la paz dura más que la guerra y que la justicia, si se construye sobre los cimientos de la no violencia, es inquebrantable. Y como nos dijo en las Bienaventuranzas, ‘bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios’».
En este contexto, la creación del Instituto «nos ayudará a recuperar la no violencia de Jesús, basándonos en la sabiduría de la reflexión teológica, las estrategias prácticas para hacer frente a la violencia y, sobre todo, las experiencias vividas por las comunidades marginadas que encarnan esta llamada radical a la paz». «Es de estas comunidades – dijo el arzobispo de Yangon – de las que aprendemos el verdadero significado de la no violencia centrada en el Evangelio».
El sueño que puede hacerse realidad
A continuación, la hermana Teresia Wachira recordó que la base de la no violencia es «la aceptación de todos, incluso del enemigo». Una enseñanza aprendida en sus años de infancia en Kenia, rememorada a través del recuerdo de las enseñanzas de su madre, frente a las nociones que le inculcaron en la universidad.
«Estábamos hablando de violencia de género y se dijo que estaba bien que un hombre pegara a su mujer. Esto es porque nuestra cultura dice que cuando un hombre pega a su mujer, es que la quiere. Y yo me preguntaba: ¿cómo puede ser?». Con demasiada frecuencia, «en la cultura africana, de la que puedo hablar, la violencia estructural puede convertirse en una norma».
A continuación, la doctora Stephan volvió a interrogar al cardenal McElroy, quien subrayó que la no violencia sigue siendo «un sueño», aunque algo «mucho mejor que la pesadilla que estamos viviendo estos días, que está destruyendo a las personas y sus vínculos». Cualquiera que participe en las actividades del Instituto «soñará» y ayudará a otros a reconocer cómo la no violencia «puede funcionar». «Este es el gran obstáculo – según – que todo se quede en un sueño. En cambio, debemos decir que puede hacerse realidad».
Los primeros seminarios del Instituto
Las actividades del instituto incluirán invitar a teólogos, investigadores y profesionales clave de la no violencia, como asociados del instituto, que trabajen en áreas como la no violencia evangélica, las prácticas no violentas y el poder estratégico, y las experiencias contextuales de la no violencia.
Entre los miembros del Consejo asesor figuran María Clara Bingemer, profesora del Departamento de Teología de la Pontificia Universidad católica de Río de Janeiro (Brasil), el arzobispo de Suva, capital de Fiyi, Peter Chong, y Erica Chenoweth, quien, como decana y profesora de la Universidad de Harvard, está considerada una autoridad en materia de no violencia estratégica.
Ya en octubre, tras las consideraciones sobre el tema de la no violencia de las que informó la XVI Asamblea general ordinaria del sínodo de los obispos, el Instituto ofrecerá seminarios que abordarán precisamente estas cuestiones, tanto con relación a la autodefensa como con la gestión de los conflictos a gran escala.
EDOARDO GARIBALDI