En el Domingo de la Palabra de Dios, ha recomendado a los fieles que lean, al menos, un Evangelio completo.
22 de enero 2024.- El 30 de septiembre de 2019, mediante la carta apostólica en forma motu proprio Aperuit Illis, el Papa Francisco introdujo en el III Domingo del Tiempo Ordinario la celebración del Domingo de la Palabra de Dios con la intención de que, en primer lugar, los creyentes la redescubrieran y valoraran.
En su homilía de este domingo en la basílica de San Pedro, Francisco se ha preguntado si llevamos un Evangelio de bolsillo con nosotros y si hemos leído, al menos, un Evangelio completo: «Si amo a Cristo más que a nadie, ¿cómo puedo dejarlo en casa y no llevar conmigo su Palabra? Y una última pregunta: ¿he leído entero al menos uno de los cuatro Evangelios? El Evangelio es el libro de la vida, es sencillo y breve y, sin embargo, muchos creyentes nunca han leído uno desde principio hasta el final».
El Papa ha invitado a redescubrir «la belleza que la Palabra de Dios trae a nuestra vida». Ha destacado que la Palabra de Dios es dinámica porque es «una fuerza que nos mueve hacia los demás» que «no nos deja encerrados en nosotros mismos, sino que dilata el corazón, hace cambiar de ruta, trastoca los hábitos, abre escenarios nuevos y desvela horizontes insospechados». Por eso, ha asegurado que «nos hace mensajeros y testigos de Dios para un mundo colmado de palabras, pero sediento de esa Palabra que frecuentemente ignora».
Eso hace que los creyentes estén llamados a cuidar el trato con la Palabra de Dios porque transforma. Francisco ha puesto algunos ejemplos de santos que a lo largo de la historia han experimentado este cambio gracias a la Palabra como san Antonio, san Agustín, santa Teresa o san Francisco de Asís. «Vidas transformadas por la Palabra de Dios» que «nos muestran que es necesario no ser “sordos” a la Palabra», ha explicado el Papa.
Así, ha animado a dar verdadera importancia a la Palabra de Dios entre otras miles de palabras que nos abruman. «La oímos, pero no la escuchamos; la escuchamos, pero no la custodiamos; la custodiamos, pero no nos dejamos provocar por ella para cambiar; la leemos, pero no la hacemos oración», ha lamentado. Por ello, ha asegurado que si hacemos espacio a la Palabra de Jesús orada «sucederá para nosotros lo mismo que a los primeros discípulos».
Haciendo alusión a la lectura evangélica de la jornada, Francisco ha querido reflexionar además sobre la frase «dejaron sus redes y lo siguieron». Ha recordado que los discípulos al escuchar la Palabra, dejaron la vida que habían llevado hasta entonces. Eso significa que la Palabra de Dios «libera de las ataduras del pasado, porque la Palabra viva descifra la existencia, cura también la memoria herida implantando el recuerdo de Dios y de las obras que ha hecho por nosotros».
«Con el relato de las obras que Dios ha hecho por nosotros, la Sagrada Escritura desata los amarres de una fe paralizada y nos hace saborear de nuevo la vida cristiana», ha asegurado. Por eso, la Palabra de Dios «libera de los obstáculos del pasado y del presente, hace madurar en la verdad y en la caridad, reaviva el corazón, lo sacude, lo purifica de las hipocresías y lo llena de esperanza».
Así, el Santo Padre ha repetido que es fundamental regresar a la Palabra de Dios y que ese es el propósito de este Domingo, es decir, volver a las fuentes: «Volvamos a las fuentes para ofrecer al mundo el agua viva que no logra encontrar; y, mientras la sociedad y las redes sociales acentúan la violencia de las palabras, aferrémonos a la mansedumbre de la Palabra que salva».
ÁNGELES CONDE MIR
Alfa y Omega
Imagen: Francisco introdujo esta fecha en el calendario de la Iglesia en 2019.
(Foto: Vatican Media).