La jornada de la visita pastoral del Santo Padre a Venecia, en Italia, concluyó con la celebración de la Eucaristía reflexionando sobre la invitación de Jesús a permanecer unido a él: «El que permanece en mí y yo en él, da mucho fruto» (Jn 15,4)”.
Venecia (Italia), 28 de abril 2024.- En la Plaza San Marcos de Venecia el Papa Francisco ha celebrado la Eucaristía del V Domingo de Pascua, luego de participación en la muestra artística y cultura de la Bienal, compartir con las internas de la cárcel de mujeres, dirigir un mensaje a los artistas y a los jóvenes de la región.
El Pontífice en la homilía reflexiona sobre la abundancia de frutos de quienes permanecen unidos a Jesús: “Jesús es la vid, nosotros los sarmientos. Y Dios, Padre misericordioso y bueno, como un agricultor paciente, nos trabaja con esmero para que nuestra vida se llene de frutos”.
«Permaneced en mí y yo en vosotros… El que permanece en mí y yo en él, da mucho fruto» (Jn 15,4)
Meditando sobre el Evangelio, el Papa comenta que “Jesús está a punto de concluir su misión terrena. En la Última Cena con los que serán sus apóstoles, les da, junto con la Eucaristía, algunas palabras clave. Una de ellas es precisamente ésta: «permaneced», es decir, mantener vivo el vínculo conmigo, permanecer unidos a mí como los sarmientos a la vid”.
Frutos o sarmientos secos
Y sobre la metáfora bíblica de la viña del Señor, recuerda que también “expresa el cuidado amoroso de Dios por nosotros», pero advierte: «si rompemos este vínculo con el Señor, no podremos generar frutos de buena vida y nosotros mismos corremos el peligro de convertirnos en sarmientos secos que se desechan”.
Y dirigiéndoseos a los fieles de la Iglesia en Venecia, al norte de Italia, les expresó: “no es difícil captar el mensaje de la parábola de la vid y los sarmientos: la fe en Jesús, el vínculo con Él, no aprisiona nuestra libertad, sino que, al contrario, nos abre para recibir la savia del amor de Dios, que multiplica nuestra alegría, nos cuida con el esmero de un buen viñador y hace brotar sarmientos incluso cuando la tierra de nuestra vida se vuelve árida”.
«Venecia es una con las aguas sobre las que se levanta, y sin el cuidado y la protección de este entorno natural podría incluso dejar de existir. Así es también nuestra vida: también nosotros, sumergidos desde tiempos inmemoriales en las fuentes del amor de Dios, hemos sido regenerados en el Bautismo, renacidos a una vida nueva por el agua y el Espíritu Santo, y colocados en Cristo como sarmientos en la vid. En nosotros fluye la savia de este amor»
Unidos desde el Bautismo
Francisco además recordó las palabras del beato Juan Pablo I sobre la gracia Cristo recibida en el Bautismo, quien siendo Patriarca de Venecia dijo: «Esa vida está en Él y pasa de Él a sus discípulos, como la savia sube del tronco a los sarmientos de la vid. Es agua fresca, que Él da a sus discípulos. Es el agua fresca que él da, un manantial que brota sin cesar».
“Hermanos y hermanas, esto es lo que cuenta: permanecer en el Señor, habitar en Él”, insistió Francisco en la homilía. Explicando que ese “permanecer” significa: “crecer en la relación con Él, dialogar con Él, acoger su Palabra, seguirle en el camino hacia el Reino de Dios. Por tanto, se trata de ponernos en camino tras Él, dejándonos provocar por su Evangelio y convirtiéndonos en testigos de su amor”.
Los frutos de la vida cristiana
Y sobre en el compromiso por los frutos de la vida cristiana, el Papa exhortó a dar una respuesta permaneciendo nidos a Cristo:
«Frutos de justicia y paz, frutos de solidaridad y cuidado mutuo; opciones de cuidado del medio ambiente, pero también del patrimonio humano: necesitamos que nuestras comunidades cristianas, nuestros barrios, nuestras ciudades se conviertan en lugares hospitalarios, acogedores, inclusivos»
“Y Venecia, que siempre ha sido lugar de encuentro y de intercambio cultural, está llamada a ser signo de belleza accesible a todos, empezando por los últimos, signo de fraternidad y de cuidado de nuestra casa común”, dijo concluyendo el Papa su homilía.
Agradecimiento del Patriarca
Al final de la ceremonia también el Patriarca de Venecia, monseñor Francesco Moraglia, agradeció al Papa por su visita no solamente dedicada a la Bienal sino también Venecia a los habitantes: “una ciudad, una Iglesia, un pueblo viven momentos ordinarios y extraordinarios. Hoy hemos vivido una jornada inolvidable: gracias por este día tan esperado y hoy vivido con gran sencillez y alegría. En usted hemos sentido al padre y al guía”.
El Patriarca junto a su pueblo agradecieron al Papa diciendo a viva voz: ¡Viva San Marcos, viva Venecia!
IOración por Haití
Al final de la ceremonia el Papa Francisco rezo el Regina Caeli, y pidió su intercesión por los pueblos que sufren la guerra y otros conflictos, de manera especial por Haití que vive actualmente un estado de emergencia, para que el reciente nombrado Consejo presidencial de transición con ayuda de la comunidad internacional “conduzca al país a alcanzar la paz y la estabilidad que tanto necesita”.
JOHAN PACHECO