El Congreso internacional de música sacra, llevó por título: ‘Música e Iglesia: culto y cultura 50 años después del documento ‘Musicam sacram’
(ZENIT- Ciudad del Vaticano).- La música sacra y el canto litúrgico tienen una tarea: “donarnos el sentido de la gloria de Dios, su belleza, su santidad que nos envuelve como una “nube luminosa”.
Lo indicó el papa Francisco el sábado 4 en el Vaticano, en la audiencia que concedió a los participantes del Congreso internacional de música sacra, que llevó por título: ‘Música e Iglesia: culto y cultura 50 años después del documento Musicam sacram”.
El congreso fue organizado del 2 al 4 de marzo por el Consejo pontificio de la cultura, por la Congregación para al educación católica, en colaboración con el Consejo pontificio de música sacra, y del Instituto pontificio litúrgico del Ateneo de San Anselmo.
El Santo Padre recordó que el Concilio Vaticano II advirtió la dificultad de los fieles para participar en la liturgia, en su lenguaje y signos. Así fueron emanadas instrucciones, entre las cuales el documento Musicam Sacram.
La finalidad era la una participación más intensa de la asamblea de los fieles, y se señalaba que la verdadera solemnidad no dependía tanto de las formas ricas o del aparato y fausto, sino “del modo digno y religioso de la celebración”, respetando el religioso silencio y la musicalidad del lenguaje con la cual el Señor nos habla.
Señaló también a los presentes reunidos en la Sala Clementina, que se trata de “custodiar y valorizar el rico y multiforme patrimonio heredado del pasado, utilizándolo con equilibrio en el presente y evitando el riesgo de una visión nostálgica o ‘arqueológica’”. Por ello se invitó que la música sacra y el canto litúrgico sean “plenamente inculturados en los lenguajes artísticos y musicales actuales”.
El Papa reconoció entretanto que en esta tarea, aparecieron diversos problemáticas relacionadas con el lenguaje, las formas y los géneros musicales y que a veces prevaleció una cierta mediocridad, superficialidad y banalidad, en perjuicio de la belleza y de la intensidad de las celebraciones litúrgicas.
Invitó así a “promover una adecuada formación musical, también entre quienes se preparan para ser sacerdotes” y elogió la “reflexión sobre la formación estética y musical sea del clero que de los religiosos, como de los laicos empeñados en la vida pastoral, y más directamente en las scolae cantorum.
Porque “encarnar y traducir la Palabra de Dios en cantos, sonidos, armonías que hagan vibrar el corazón de nuestros contemporáneos, creando también un clima emotivo oportuno, que disponga a la fe y suscite la acogida y la plena participación al misterio que se celebra”. Es necesario, concluyó el Papa “que la asamblea litúrgica y el pueblo de Dios perciban y participen con todos los sentidos, físicos y espirituales al misterio de Dios”.
Sergio Mora
(Foto ZENIT cc)