Todo es don de Dios y la verdadera riqueza no es el dinero, sino el amor de Dios, que nos hace libres
(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El Papa Francisco ha recibido en la Sala del Consistorio, a los miembros de la Fundación san Juan Pablo II, que este año celebra su trigésimo quinto aniversario.
La Fundación –presidida por el cardenal Stanislaw Rylko– sostiene iniciativas de carácter educacional, cultural, religioso y caritativo inspiradas en la figura de san Juan Pablo II, de quien este sábado se celebra la memoria litúrgica. Su acción se extiende a varios países, especialmente en Europa del Este donde muchos estudiantes han podido completas sus estudios gracias a su aporte y también en América Latina.
La celebración del aniversario permite a la Fundación hacer un balance del trabajo que han efectuado hasta la fecha y al mismo tiempo mirar al futuro con nuevas metas y objetivos.
Así, el Papa alentó a sus miembros a continuar su compromiso con la promoción y el apoyo de las nuevas generaciones, para que puedan hacer frente a los retos de la vida siempre animadas por la sensibilidad evangélica y el espíritu de fe, y subrayó que “la formación de los jóvenes es una inversión para el futuro”, para “que nunca se les robe la esperanza del mañana”.
En sus palabras a los miembros de la Fundación les señaló: “El año jubilar que estamos terminando nos ha llevado a reflexionar y meditar sobre la grandeza de la misericordia de Dios en un tiempo en que el ser humano, debido a los avances en diversos campos de la tecnología y la ciencia, tiende a sentirse autosuficiente, como si estuviera emancipado de toda autoridad superior, creyendo que todo depende de él”.
“Como cristianos, sin embargo, somos conscientes de que todo es don de Dios y de que la verdadera riqueza no es el dinero, que al contrario puede esclavizar, sino el amor de Dios, que nos hace libres”, aseguró Francisco.
Después recordó con emoción su viaje a Polonia donde, afirmó: “Experimenté la alegría de la fe en la JMJ. La tierra polaca ha tenido dos grandes hijos en santa Faustina Kowalska y san Juan Pablo II, ambos apóstoles de la Divina Misericordia. Y que en la encíclica Dives in Misericordia, san Juan Pablo II indicaba: “Jesús, sobre todo con su estilo de vida y con sus acciones, ha demostrado cómo en el mundo en que vivimos está presente el amor, el amor operante, el amor que se dirige al hombre y abraza todo lo que forma su humanidad. Este amor se hace notar particularmente en el contacto con el sufrimiento, la injusticia, la pobreza; en contacto con toda la ‘condición humana’ histórica, que de distintos modos manifiesta la limitación y la fragilidad del hombre, bien sea física, bien sea moral”.
Santa Faustina, en su Diario –señaló el Pontífice– anotaba una exhortación que le dirigió el Señor Jesús: “Hija Mía, observa mi Corazón misericordioso y reproduce su compasión en tu corazón y en tus acciones, de modo que tú misma, que proclamas al mundo mi misericordia, seas inflamada por ella“.
“¡Que las palabras, y especialmente los ejemplos de vida de estos dos testigos luminosos –concluyó el Papa– inspiren siempre vuestro compromiso generoso y que la Virgen María, Mater Misericordiae, les proteja y acompañe! Les bendigo a todos de corazón así como a vuestras familias y por favor les pido que recen por mí”.
Imagen: El Papa con los integrantes de la Fundación Juan Pablo II
(Foto Osservatore © Romano)