«Lo que hacéis no se puede premiar con un premio Princesa de Asturias a la Concordia. Esto solo se puede premiar con el Cielo», dice el periodista Fernando Ónega tras escuchar los testimonios presentados en el I Congreso Mundial de Bioética de los Hermanos de San Juan de Dios
Comunicador de prestigio, popular… y ajeno al mundo de la bioética. Los tres fueron puntos a favor del antiguo jefe de prensa de Adolfo Suárez, autor de algunas de sus célebres frases, como el «puedo prometer y prometo».
Los Hermanos de San Juan de Dios escogieron a Fernando Ónega como cara visible de su I Congreso Mundial de Bioética precisamente por ser alguien «de fuera» con quien podían confrontar su discurso: un experto en el «lenguaje de la calle» desconocedor de la jerga bioética que les ofreciera de paso una serie pautas sobre cómo comunicarse más eficazmente con la sociedad.
Llega a España el giro de la Santa Sede
Del 11 al 14 de septiembre se celebró en El Escorial (Madrid) mucho más que un congreso de expertos. La cita fue, de algún modo, la escenificación en España del giro que le quiere dar la Santa Sede a la bioética, reducida excesivamente en los últimos años a las problemáticas del aborto y la eutanasia (la agenda política manda), no pocas veces teñidas además de una fuerte carga ideológica y partidista.
Sin renunciar a esas batallas, el nuevo presidente de la Pontificia Academia para la Vida, monseñor Vincenzo Paglia, de la Comunidad de Sant’Egidio, abogó en la clausura del congreso por «liberar» el discurso bioético de la Iglesia de «marcos reductores» y «tópicos», y abrirlo a nuevas temáticas, buscando incluso «compañeros de ruta» fuera de la Iglesia, en lugar de ver en ellos solo a «enemigos». Es lo que ha ocurrido recientemente con la lucha contra los vientres de alquiler, en la que feministas y católicas han ido en muchas ocasiones de la mano.
El I Congreso Mundial de Bioética abordó cuestiones como la falta de recursos en África occidental cuando estalló en 2014 la epidemia del ébola, con recuerdo especial a los hermanos Miguel Pajares y Manuel García Viejo, y a otros muchos religiosos y colaboradores de la Orden que también dieron su vida al intentar curar a los infectados por el virus.
El hermano Miguel García Viejo,
fallecido en 2014 tras contagiarse de ébola
Se habló igualmente de temas que han protagonizado la actualidad en España en los últimos años como la exclusión sanitaria de las personas sin papeles o del abandono por parte de la Administración pública de los enfermos mentales. O incluso de la sexualidad de las personas discapacitadas. Todo lo cual dio lugar a un discurso de fuerte carga social, que no pocas veces ha sido mirado con sospecha desde ciertos sectores de la Iglesia, según destacó Ónega. «Yo entré aquí el lunes siendo moderadamente de centro, incluso hay quien piensa que de centro-derecha», dijo. «Y como esto siga así voy a salir siendo de Podemos», bromeó el periodista al ver «qué panorama nos han dibujado los ponentes» al presentar las injusticias sociales en el mundo.
Ese era su resumen final del día el miércoles. El jueves, al hacer un balance final de todo el congreso, Ónega rectificó: «Temía salir como de Podemos. Lo que salgo es como más cristiano y, desde luego, más humanizado. Queridos amigos de la Orden: habéis ganado, si no un hermano, sí un propagandista. Lo que hacéis no se puede medir con criterios terrenales. No se puede premiar ni con un premio Princesa de Asturias a la Concordia», añadió, en referencia al galardón concedido a la orden hospitalaria en 2015. «Esto solo se puede premiar con el Cielo».
Testimonios como el de Vicente Ramón, una persona sin techo a quien la congregación ayudó a salir del pozo, llevaron al célebre periodista a afirmar que los Hermanos de San Juan de Dios se han echado sobre sus hombros «a los pobres del mundo». Pero –prosiguió desde su papel de experto en comunicación– «la sociedad no tiene conciencia de vuestra labor, no sabe de vuestra presencia en tantos países, no sabe que sois un ejército de concordia de 50.000 personas», dijo al auditorio, en el que, además de Paglia, se sentaba el cardenal Carlos Osoro, arzobispo de Madrid.
«Tenéis problemas de comunicación»
«Tenéis problemas de comunicación, pero es culpa del ambiente poco propicio a algo que lleve un nombre religioso», añadió. «Si este congreso lo organizase una organización laica tendría más repercusión mediática».
Aunque también está el problema en la Iglesia de minusvalorar la importancia de los medios, e incluso de utilizar un lenguaje «distinto al de la gente», que «habla de otra forma». Eso, de ningún modo, significa lejanía a los problemas reales de las personas. Ónega se confesó, de hecho, sorprendido de que la congregación le hubiese pedido a él «traer la voz de la calle» a este congreso, porque «vosotros –dijo– sois la calle misma».
Falta todavía profesionalización, al menos en lo que se refiere a comunicación y relaciones públicas. El periodista gallego presentó a los Hermanos de San Juan de Dios como una gran organización «pero con servicios de una centralita de pueblo». «Por presencia en el mundo –explicó– sois como Telefónica», una «multinacional beneficente». Y sin embargo hay una sola persona trabajando en el departamento de comunicación de la congregación.
Fernando Ónega echó en falta también algún tipo de catálogo de la congregación con consejos y propuestas a la sociedad sobre las principales cuestiones de bioética, lo que «debería ayudarnos a tomar decisiones» ante todo tipo de problemáticas que surgen en la sociedad. «Yo personalmente lo necesito», dijo. Y concluyó agradeciendo la «insuperable aportación» de la Orden hospitalaria a la dignidad humana.
Ricardo Benjumea
Imagen: Fernando Ónega presenta las conclusiones finales del
I Congreso Mundial de Bioética