El fallecimiento del cardenal José Manuel Estepa está permitiendo recordar la importancia de su figura en la Iglesia española y la universal. A las condolencias de diferentes personalidades se han unido la de los reyes y la de los reyes eméritos. «Fue un gran servidor de la Santa Sede, de la Iglesia y de España», destaca el arzobispo castrense, Juan del Río.
Al dolor por la pérdida del arzobispo emérito castrense se une la satisfacción «por el deber cumplido», señala en conversación con Alfa y Omega el arzobispo castrense, Juan del Río, quien desvela que durante los últimos meses de vida del cardenal Estepa «le hemos acompañado varios capellanes y vicarios, y yo he ido a su casa a darle la Unción de enfermos en varias ocasiones».
Juan del Río destaca de su predecesor que ha sido «el especialista número uno en la transmisión de la fe, por su participación en la redacción del Catecismo de la Iglesia católica. En el fondo siempre quiso llevar a los demás esa profunda experiencia de Dios que le marcó en su adolescencia y que le llevó años después a entrar en el seminario».
Junto a ello, destaca también que don Juan Manuel «sufrió mucho con el tema de ETA. Él presidió muchos entierros en los años de plomo. Tuvo que consolar a muchas víctimas e incluso llegó a defenderlas con mucho coraje en el seno de la Conferencia Episcopal Española. Esta cercanía le llevó a tener mucho contacto con ellas hasta muchos años después de todos aquellos hechos».
«Un sacerdote al servicio de los militares»
El cardenal Estepa ha tenido también un peso fundamental en la configuración actual del servicio eclesiástico castrense, pues participó en la Constitución apostólica Spirituali militum curae, por la que desaparecieron los vicariatos castrenses dependientes del Papa para pasar a ser una Iglesia particular con autonomía propia.
De hecho, él fue en España el primer arzobispo castrense. «Puso lo cimientos y dio los primeros pasos, y la configuración que adoptó para la Iglesia castrense en España ha servido para otros países. Con él quedó claro que el capellán castrense es un sacerdote que sirve a los militares, y no un militar que dice Misa. Resaltó sobre todo la figura del capellán como pastor», dice Juan del Río, quien por último define al cardenal Estepa como «un gran servidor de la Santa Sede, de la Iglesia y de España».
Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Foto: María Pazos Carretero
El telegrama de la Casa Real
En la capilla ardiente instalada en la catedral castrense hay colocadas dos coronas de flores que indican la cercanía del cardenal Estepa a la casa Real desde hace muchos años: son las que han enviado el rey Felipe VI y doña Letizia, y el rey emérito Juan Carlos I y doña Sofía.
Poco después del fallecimiento del cardenal, el actual arzobispo castrense ha recibido un telegrama del rey Felipe VI con el siguiente texto: «Sus Majestades los Reyes hemos recibido con gran tristeza la noticia del fallecimiento del eminentísimo cardenal José Manuel Estepa Llaurens. Le enviamos, señor arzobispo, nuestro nuestro pésame más sentido, que pedimos haga llegar a sus familiares, a sus allegados y a toda la comunidad castrense de España. Nunca olvidaremos sus grandes cualidades humanas, su labor pastoral con las Fuerzas Armadas, su gran conocimiento, sensibilidad y sabiduría, así como su cercanía con toda nuestra familia».
Para Juan del Río, este ha sido «un detalle muy bonito y muy cariñoso» por parte del rey de España, y además es «un resumen magistral del legado y la figura del cardenal Estepa, y que se leerá en su funeral».