El Santuario de Fátima en Portugal, lugar de las apariciones de la Virgen María a los tres jóvenes pastores registró en el 2015 el mayor número de peregrinos de los últimos años, o sea, desde que existe un registro que contabiliza las cifras.
Lo informó el Santuario de Fátima, precisando que de los 6,7 millones de participantes a las casi 10 mil celebraciones que se realizaron allí en el 2015, los peregrinos que vinieron en grupo fueron 587.128, provenientes de 90 países, de acuerdo a los datos del Servicio de Peregrinos.
Mientras que las personas que llegaron por su cuenta son de 162 nacionalidades, como registran los puntos de informaciones del Santuario y de Aljustrel, donde se acercaron 184.128 peregrinos. La casa de los pastorcillos más visitada fue la de Lucía, con 336.299 presencias, un poco más que las de Jacinta y Francisco, los otros dos pequeños videntes marianos.
Pocas semanas antes de la divulgación de estos datos, el obispo de Leiría-Fátima, Antonio Marto, señaló que el mensaje de Fátima, “después de las Escrituras” es la “denuncia más fuerte e impresionante del pecado del mundo” lo que “invita a toda la Iglesia y al mundo a un serio examen de conciencia”.
El obispo que participó en el ámbito de las conmemoraciones del Día Nacional de la Universidad Católica Portuguesa, con la disertación “Fátima, mensaje de misericordia y de esperanza para el mundo”, destacó la importancia y la actualidad del mensaje de Fátima, sobre todo a la luz del mundo actual.
“Fátima es, verdaderamente, un fenómeno y un acontecimiento que se va desvelando y desarrollando a lo largo de la historia y se convirtió en un punto de referencia y de irradiación inevitable para la historia de la Iglesia y de la humanidad” afirmó.
“Lo que impresiona y causa espanto –prosiguió el obispo de Leiria-Fátima– es que el contexto y el contenido del mensaje no se restringe a un camino de fe personal de los pequeños videntes”, sino que “es de alcance histórico y mundial: se sitúa en el centro de las preocupaciones mundiales y de los acontecimientos históricos más trágicos del siglo XX”.
Se refirió a su contexto, con particular incidencia en “los dos grandes conflictos, la primera y la segunda Guerra Mundial; los totalitarismos en las versiones del estalinismo y del nazismo; la ‘mentira sistemática’ para reescribir la historia; un programa de negación de Dios; la aniquilación y la muerte del ser humano y el desprecio total de la dignidad de la persona, en la expresividad numérica de decenas de millones de víctimas, en nombre de la pureza radical de la ideología, de la revolución o de la raza, elevadas a la categoría de nuevas divinidades”.
Ante esta situación de la “humanidad herida”, el mensaje de Fátima es, aseguró el obispo, “portavoz del clamor de la víctimas” y se convierte en una “invitación a leer la historia a partir de las víctimas, a detenerse ante el misterio del hombre delante del misterio de Dios”.
Para el obispo de Leiria-Fátima, “la singular coincidencia temporal de estas apariciones con horas históricas de extrema gravedad” constituyó una intervención divina en la historia de la humanidad “mediante el rostro materno de María, una luz sobre la historia del mundo”.
El núcleo del mensaje está, en la “invitación a reconducir hacia el centro de la vida cristiana y del mundo la adoración de Dios, Señor de la Historia, el reconocimiento de su primacía, la adhesión a su voluntad salvífica, la invitación a encender el deseo de amor a Dios y estimular la práctica del amor reparador”.
Y así, concluyó asegurando que tal y como los pastorcitos “son llamados, desde la periferia, a intervenir en la historia a favor de la paz” a través de la adoración, de la devoción reparadora, de la conversión y del propio sacrificio según las costumbres piadosas de la época” también hoy los cristianos están convocados a intervenir, conscientes de que “el Inmaculado Corazón de María triunfará y será concedido al mundo un periodo de paz”.
Sergio Mora