El 24º Congreso Internacional de Mariología se realiza en Fátima hasta el próximo domingo 11 de septiembre
(ZENIT – Roma).- El 24º Congreso Internacional de Mariología, que se realiza en Fátima, con motivo del centenario de las apariciones de Nuestra Señora a los tres pastorcitos, comenzó el martes 11 por la tarde y se desarrollará hasta el próximo domingo 11 de septiembre.
Las apariciones de María en la localidad portuguesa de Fátima a los tres pastorcitos, Lucía, Jacinta y Francisco, fueron durante el año 1917, y en ellas la ‘Señora vestida de blanco’, les dio un mensaje compuesto de tres partes.
El actual evento que se realiza en el Santuario mariano portugués lleva el título ‘El acontecimiento Fátima, cien años después. Historia, mensaje y actualidad’, y cuenta con un enviado especial del papa Francisco: el cardenal portugués José Saraiva Martins.
El obispo de Leiria-Fátima, Antonio Marto, consideró que este congreso gracias a un estudio “riguroso y científico” podrá profundizar la dimensión profética del mensaje mariano de Fátima. Un mensaje, indica la web del santuario, que “esta repleto de esperanza para la Iglesia, la humanidad y el mundo contemporáneo”.
Para Mons. Marto la relación del mensaje de Fátima con el contexto histórico, mundial, eclesial y político, quizás solamente hoy, un siglo después, pueda entenderse con mayor profundidad, belleza y verdad.
Por su parte el rector del Santuario de Fátima, el padre Carlos Cabecinhas, señaló que el Congreso Mariológico no es solo un estudio científico del acontecimiento de Fátima, sino también un evento mariano con una importante dimensión de celebración.
Indicó también que el Santuario desde hace tiempo promueve la divulgación y estudio del evento, gracias también al archivo que ha creado el obispo José Alves Correia en 1955; el Servicio de Estudios, desde 1973 y diversos congresos teológicos pastorales que desde el 2009 son anuales.
Además de las celebraciones litúrgicas de apertura y cierre, el programa prevé la eucaristía diaria y varios momentos de oración y vida espiritual relacionados a la historia de Fátima y del Santuario.
Sergio Mora
Texto completo del mensaje de Fátima y del ‘tercer secreto’
La primera y segunda parte del Mensaje de Fátima
“La primera fue, pues, la visión del infierno.
Nuestra Señora nos mostró un gran mar de fuego que parecía estar debajo de la tierra. Sumergidos en ese fuego, los demonios y las almas, como si fuesen brasas transparentes y negras o bronceadas, con forma humana que fluctuaban en el incendio, llevadas por las llamas que de ellas mismas salían, juntamente con nubes de humo que caían hacia todos los lados, parecidas al caer de las pavesas en los grandes incendios, sin equilibrio ni peso, entre gritos de dolor y gemidos de desesperación que horrorizaba y hacía estremecer de pavor. Los demonios se distinguían por sus formas horribles y asquerosas de animales espantosos y desconocidos, pero transparentes y negros.
Esta visión fue durante un momento, y ¡gracias a nuestra Buena Madre del Cielo, que antes nos había prevenido con la promesa de llevarnos al Cielo! (en la primera aparición). De no haber sido así, creo que hubiésemos muerto de susto y pavor.
Inmediatamente levantamos los ojos hacia Nuestra Señora que nos dijo con bondad y tristeza:
— Visteis el infierno a donde van las almas de los pobres pecadores; para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si se hace lo que os voy a decir, se salvarán muchas almas y tendrán paz. La guerra pronto terminará. Pero si no dejaren de ofender a Dios, en el pontificado de Pío XI comenzará otra peor. Cuando veáis una noche iluminada por una luz desconocida, sabed que es la gran señal que Dios os da de que va a castigar al mundo por sus crímenes, por medio de la guerra, del hambre y de las persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre. Para impedirla, vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la Comunión reparadora de los Primeros Sábados. Si se atienden mis deseos, Rusia se convertirá y habrá paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia. Los buenos serán martirizados y el Santo Padre tendrá mucho que sufrir; varias naciones serán aniquiladas. Por fin mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará a Rusia, que se convertirá, y será concedido al mundo algún tiempo de paz”.
Tercera parte del secreto de Fátima
“Escribo en obediencia a Vos, Dios mío, que lo ordenáis por medio de Su Excelencia Reverendísima el Señor Obispo de Leiria y de la Santísima Madre vuestra y mía.
Después de las dos partes que ya he expuesto, hemos visto al lado izquierdo de Nuestra Señora un poco más en lo alto a un Ángel con una espada de fuego en la mano izquierda; centelleando emitía llamas que parecía iban a incendiar el mundo; pero se apagaban al contacto con el esplendor que Nuestra Señora irradiaba con su mano derecha dirigida hacia él; el Ángel señalando la tierra con su mano derecha, dijo con fuerte voz: ¡Penitencia, Penitencia, Penitencia! Y vimos en una inmensa luz qué es Dios: « algo semejante a como se ven las personas en un espejo cuando pasan ante él » a un Obispo vestido de Blanco « hemos tenido el presentimiento de que fuera el Santo Padre ». También a otros Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas subir una montaña empinada, en cuya cumbre había una gran Cruz de maderos toscos como si fueran de alcornoque con la corteza; el Santo Padre, antes de llegar a ella, atravesó una gran ciudad medio en ruinas y medio tembloroso con paso vacilante, apesadumbrado de dolor y pena, rezando por las almas de los cadáveres que encontraba por el camino; llegado a la cima del monte, postrado de rodillas a los pies de la gran Cruz fue muerto por un grupo de soldados que le dispararon varios tiros de arma de fuego y flechas; y del mismo modo murieron unos tras otros los Obispos sacerdotes, religiosos y religiosas y diversas personas seglares, hombres y mujeres de diversas clases y posiciones. Bajo los dos brazos de la Cruz había dos Ángeles cada uno de ellos con una jarra de cristal en la mano, en las cuales recogían la sangre de los Mártires y regaban con ella las almas que se acercaban a Dios”.
Fuente: la web de la Santa Sede