Un estudio señala que más del 75 % de menores han sufrido violencia sexual digital. Muchos no se lo cuentan a sus padres por vergüenza o falta de confianza.
4 de julio 2024.- Cuando aquel chico comenzó a hablar con Ana (nombre ficticio) por Instagram, ella no se extrañó. Era un completo desconocido, pero le parecía simpático y le inspiraba cierta confianza. «Luego me dijo que era un hombre mayor y me mandó una foto de sus partes íntimas. En ese momento, comenzó a amenazarme con modificar la foto para que pareciera que le estaba haciendo una felación», relata Ana.
Su caso, que es real, se engloba dentro del 75 % de los niños que se han visto alguna vez envueltos en una situación de violencia sexual en el ámbito digital. Esta es una de las conclusiones que señala el estudio realizado a partir de 3.000 encuestas por la Fundación Mutua Madrileña en colaboración con la Guardia Civil, y que ha sido recientemente presentado en Madrid.
Recibir imágenes con contenido sexual sin haberlas solicitado, ser objeto de comentarios sexuales sin requerirlo o acceder involuntariamente a contenido pornográfico son algunas de las formas de agresión más frecuentes. «El origen puede ir desde el acoso escolar hasta la violencia sexual que ejercen muchas exparejas cuando se acaba la relación» entre los menores, señala Lorenzo Cooklin, director general de la Fundación Mutua Madrileña. «También existen depredadores sexuales que contactan digitalmente con ellos simulando una identidad» y cuyo objetivo último suele ser conseguir fotos íntimas o quedar en persona para tener relaciones sexuales.
Desde la Fundación ANAR, que cuenta con un amplio recorrido de atención en este ámbito, aseguran que también les llegan casos de este tipo en niños que muchas veces desembocan «en la absoluta desesperación; se quieren escapar de casa, suicidarse o caen en depresión», cuenta Benjamín Ballesteros, director técnico de la organización. Apunta asimismo a la falta de formación sexual seria como causa de que este tema sea un tabú para los niños y provoque «que el fenómeno quede oculto. El silencio, junto a la tecnología, es uno de los factores por el que siguen ocurriendo estas agresiones».
El estudio sostiene que casi el 30 % de los menores que han sufrido este tipo de episodios necesitó tratamiento psicológico. La pérdida de la autoestima o el aislamiento son algunos de los efectos que pueden tener para la vida diaria de estos niños, además de claras alteraciones en su vida sexual futura. Además, «sorprende que en muchos casos el impacto es mayor en los padres por no haberlo detectado y porque sus hijos no se lo hayan contado», señala Cooklin. La vergüenza, la falta de confianza o el temor a ser regañados hacen que más del 70 % de los menores que han pasado por esta situación no le contaran nada a sus progenitores, y uno de cada tres no se lo dijera a nadie.
«Tenemos que ser capaces de llegar a todos estos jóvenes y, con su lenguaje, transmitirles la confianza necesaria para que denuncien», afirma la teniente coronel María Dolores Gimeno, jefa del Departamento de Investigación Criminal de la Guardia Civil. «Este delito no se combate desde un solo punto de vista sino todos a una; centros escolares, autoridades, hogares y fuerzas policiales», señala, mientras destaca que el perfil de las denuncias que reciben son de jóvenes entre 13 y 15 años de ambos sexos. «El aumento de las denuncias no siempre significa que suban los casos, sino que confían más en nosotros», subraya Gimeno, quien presentó junto a Cooklin el estudio.
Los expertos son claros a la hora de afrontar el problema: contarlo es esencial para ponerle coto a la situación, y Cooklin manda un mensaje directo a los jóvenes que estén viviendo estas situaciones de violencia: «Lo más importante es que se lo cuentes a tus padres, a la Policía o a algún profesor de tu centro escolar. Ellos te acompañarán».
Consejos
A los padres
• Desde que se le entrega un dispositivo móvil a un hijo, se debe dialogar con él sobre el tiempo de uso, las plataformas que va a utilizar y los riesgos que conllevan.
• Instalar controles parentales con límite de tiempo en los dispositivos electrónicos es importante para no crear dependencia y evitar el acceso a sitios pornográficos o de apuestas.
A los educadores
• Ofrecer a los padres talleres y recursos para conocer las señales de alerta permitirá detectar el problema a tiempo y paliar los efectos antes.
• Incluir módulos sobre seguridad y prevención digital en la programación escolar.
A los menores de edad
• Tener la máxima precaución a la hora de compartir datos personales, imágenes o vídeos con otras personas, porque nunca sabes realmente con quién estás hablando.
• Hablar con padres o profesores si crees que estás siendo víctima de un delito.
• No borrar contenido y guardar todas las evidencias digitales que haya.
• No reenviar contenido íntimo de otras personas. Eso te convierte en cómplice.
ESTER MEDINA
Alfa y Omega