Campaña de Manos Unidas: “Comparte lo que importa”
(ZENIT).- “Comparte lo que importa” es la campaña anual de Manos Unidas contra el hambre y la pobreza . El domingo 11 de febrero de 2018 se celebró en España la Jornada Nacional de Manos Unidas con una colecta especial en todas las parroquias.
Este año la propuesta de la ONG pone el foco en la palabra “compartir” para que, más allá de la enorme cantidad de mensajes que cada día se comparten en redes sociales, la sociedad comparta más información sobre la realidad de los países más pobres y sobre las posibles soluciones y alternativas a nuestro actual modelo de producción y consumo.
La propuesta de la Organización para este 2018 tiene como fin último sumar apoyos para mejorar las condiciones de vida de los 815 millones de personas que pasan hambre en el mundo; un mundo donde la desnutrición crónica infantil afecta a 155 millones de niños menores de 5 años y 15,3 millones de personas fueron desplazadas debido a crisis alimentarias provocadas por conflictos.
21 años de misión
30 misioneros han venido a España a presentar la campaña, y Zenit ha hablado con Juan Pablo López Mendía, quien visitó la Archidiócesis de Madrid.
El misionero vivió durante 21 años en Fô-Bouré, pueblo al norte de Benín, de unos 3.000 habitantes, situado en de la región de Sinandé, con unos 92.000 habitantes.
Juan Pablo López Mendía es sacerdote de la Diócesis de Calahorra y La Calzada-Logroño, se ordenó en 1988, estuvo 4 años en Logroño, en dos parroquias, y luego 4 años en la sierra, más arriba del Monasterio de Valvanera, patrona de La Rioja.
El riojano recuerda como de niño escribía a su tía, misionera, madre blanca, que vivía en Mali y en Burkina. De ahí, y del grupo de animación misionera del Seminario, se fraguó su vocación misionera. Tras ordenarse, se ofreció a salir a evangelizar fuera de su país y así fue como Juan Pablo se fue a Benín en septiembre del año 96, donde ha vivido 21 años.
Él dice que los verdaderos misioneros son sus padres, “porque yo voy, pero ellos son los que hacen el ofrecimiento de decir: vete”, comenta. Para él, “es un regalo de Dios anunciar el Evangelio fuera de mi país y de mi diócesis”.
La Campaña de Manos Unidas de este año se llama “Comparte lo que importa”. ¿Qué es lo que importa?
Importa lo que somos, no lo que tenemos, o lo que creemos necesitar. Lo que somos. ¿Tú que eres? Eres una persona, con una vida que Dios te ha dado y con tu fe. Eso es lo que somos. Y con tu alegría, o con tu espíritu de superación o de salir adelante, eso sí que somos. Saber llorar juntos y saber reír juntos, eso sí que somos. ¿Tener? Lo que tenemos no importa para nada, y en eso, África da ejemplo porque en África no hay nada, con lo cual, coges el pantalón de repuesto y te vas a otro sitio. ¿Qué más da? Compartir lo que somos.
Con esta Campaña finaliza el Trienio de Lucha contra el Hambre (2016-2018) en el que Manos Unidas está trabajando para dar respuesta a las causas y problemas que provocan el hambre en el mundo. ¿Qué respuesta habéis encontrado?
La presidenta de Manos Unidas decía en la rueda de prensa que ha sido un fracaso. El hambre ha aumentado en el mundo, según la FAO. Venía bajando en los últimos años y este año ha aumentado. Y dice que para ella es un fracaso total. Yo considero que eso es así porque hay cada vez más guerras y más desplazamientos de gente. Y cuando hay guerras y desplazamientos… entonces… A mí me pregunta la gente: ¿La gente en Benín se muere de hambre? Y les digo: No, la gente en Benín no se muere de hambre, pero la gente no puede repetir. Es muy justa la comida, y siempre es la misma comida. Pasta de maíz o pasta de “yame”, el boniato grande. No hay más. Un trozo pequeño de carne a la semana en el mejor de los casos. Benín es muy pobre. No hay agua tampoco.
De 10 millones de habitantes que tiene el país, ¿cuántos son católicos? ¿Qué otras religiones hay?
En las cifras oficiales dan un 40% de católicos. Benín es como Portugal y Orense y Pontevedra, es tan largo como eso. Hay 60 etnias, 60 lenguas. No tiene nada que ver el sur, súper poblado, con unas etnias concretas, donde está la capital económica y todo eso, con donde estaba yo, que es la sabana perdida. Son 500 kilómetros, no tiene nada que ver, ni en clima ni en alimentación, ni en forma de vivir ni de festejar, ni de comer… Son etnias distintas. La franja de abajo es la más católica. En nuestra zona, yo calculo que un 4 ó 5% de católicos. Hay musulmanes y la religión tradicional. Sí que es verdad que en Fô-Bouré, el 55% de los habitantes son católicos.
Uno de los mensajes más repetidos por el Papa Francisco es la necesidad de salir a las periferias para llevar el Evangelio. Es exactamente lo que hacen los misioneros. ¿Cómo es su día a día en Benín?
6 de la mañana arriba, hasta las 7 rezando; a las 7 Misa; 7:30 empezar de nuevo a trabajar o lo que haya: preparar catequesis, preparar encuentros, preparar reuniones, estudiar, leer, rezar, reuniones con la Diócesis, con los otros curas y monjas de la Diócesis… o con catequistas. Hasta las 12, que comía. Luego una siesta porque no hay nada que hacer a esa hora, y a las 3:30-4 coger el coche e ir a donde toque: a hay bautizados, a celebrar Misa; si no hay bautizados, catequesis. Sin asfalto, 1 hora- hora media de viaje. Al volver, sobre las 8 cena, y descansar un poco y a la cama. Sobre todo, mi misión era estar ahí y evangelizar, estar con los catequistas y presidentes de las comunidades.
¿Qué proyectos tenéis en Fô-Bouré con Manos Unidas?
Los proyectos que tenemos son de formación para mujeres, agua y electricidad. Esto es en toda la zona, no solo en Fô-Bouré.
Todo parte de la mujer. La mujer que se sienta, que charla y que busca soluciones. Tenemos varios capítulos con la mujer: Formación en higiene, en salud, nutrición, derechos de la mujer y derechos del niño, y alfabetización. Eso el programa de formación.
Cooperativas
De ahí saltamos a cooperativas. Son las cooperativas que se les proporciona a esas mujeres que saben sentarse, que saben tratarse, que saben charlar, que saben discutir entre ellas porque llevan un tiempo reuniéndose, les damos una máquina, una máquina para hacer más llevadero el trabajo de cada día. Entonces, transformación del aceite de karité. Ellas, es el aceite que utilizan para comer. Es un árbol silvestre, no lo ha plantado el hombre. Entonces, cuando empieza la época de lluvias, van a recoger las bayas, caen, y eso lo guardan para todo el año. Entonces, cuando eso lo transforman, lo utilizan ellas de aceite o para hacer jabón, no para belleza. Es una nuez, como las castañas de aquí. La cooperativa de karité son 18 mujeres que reciben a otras mujeres que les llevan la nuez, entonces les hacen con la máquina alguna de las partes del proceso para sacar el aceite. Y después esas mujeres se reparten los beneficios entre ellas, una vez que han pagado los gatos de la máquinas y de electricidad. Ese es el molino de karité, luego está el de cereal. También hay descascarilladora de arroz, y otro tipo de cooperativa es la cría de animales, de cerdos en concreto.
Tercera etapa: Tractor
Son agricultores, ellos y ellas. Manos unidas nos proporcionó 2 tractores y 2 arados. Con eso, mejora el rendimiento de los cultivos. Las mujeres que están en cooperativa, cuando piden el tractor, pagan la mitad de otras personas que piden el tractor y tienen beneficios. Y luego, con los beneficios que sacan del resto del año, porque hay dos meses que están trabajando con los tractores y los arados, pero el resto del año, tienen una carreta también para el transporte de arena, transporte de madera, transporte de sacos de maíz… Todo eso, con ese dinero que sacan del transporte, pagan la formación.
Durante muchos años, la formación ha sido pagada por Manos Unidas y otras entidades, y ahora son autónomas, desde hace tres años, gestionadas por las animadoras, que se pagan su salario, se pagan sus motos, sus transportes… para ir a estos pueblos. Autofinanciación.
Y de ahí, han pasado al cuarto nivel, que son las bancas. Bancas de préstamo. A mí no me termina de convencer, porque las mujeres tienen muchas deudas. Entonces, las mujeres que quieren, ponen el dinero entre ellas, cada una pone una cantidad, lo que quieran. Lo juntan. Llegan a tanto. Les prestan dinero a quien ellas creen que puede lograr un buen proyecto. Ahora también dejan entrar a hombres, antes no.
Dispensario
Las mujeres pidieron también un dispensario. A mí, si hay una cosa que me ponía la piel de gallina, era oír que otra mujer había muerto en el parto. Y esto es tan repetitivo que yo me ponía malo. Con “Solidaridad con Benín”, de Asturias, pusimos dispensarios y maternidad en un mismo edificio, en todos los pueblos. Nosotros hacemos el edificio y damos una cantidad para que funcione al principio, pero es del Estado, y el Estado se encarga de poner el personal y de que eso funcione. Porque antes solo había dispensarios en 4 pueblos, de los 28. Ahora hay dispensarios en los 28 pueblos.
Y luego nos dicen las mujeres: Oye, que nuestros hijos, cuando cumplen 12 años se tienen que ir a la ciudad, y ya no volvemos a verlos. Entonces hicimos los institutos: Institutos de Secundaria, y luego el Bachiller. El Bachiller solo lo hay en dos sitios, pero Secundaria en muchos más. Así los chavales están en sus pueblos estudiando. Nosotros construimos el edificio y el Estado se encarga de poner el personal.
Agua
Desde hace muchísimos años, se hacían pozos. En Benín llueve durante 5 meses, en nuestra zona, los otros 7 no cae ni una gota. Y luego además no hay ningún río. Pues ahí retener el agua de lluvia. Las mujeres nos dijeron: Ya estamos hartas de ir kilómetros y kilómetros a por el agua. Queremos agua buena, abundante y cercana. Entonces, removiendo Roma con Santiago y empleando a la gente a tope, porque no teníamos nada más que 2 albañiles, y 2 fontaneros, vamos a hacerlo. Buscamos el agua donde esté, y desde ahí con sistema solar, se lleva el agua hasta el pueblo, y en medio del pueblo se hace un depósito de agua. En las plazas del pueblo, se hacen diferentes fuentes. Se vende el agua, y con ese dinero pagamos a los fontaneros que están al tanto de todo, si hay averías, se pagan las averías, y si sobra, que sobra siempre, se emplea para mejorar algo del pueblo. Pagar maestros, que el Estado no paga, echar alevines en los embalses para después pescar, mejorar la maternidad, mejorar los pozos, mejorar la maternidad, lo que el pueblo determine que es importante.
En cada pueblo hay un delegado. Esa persona, con sus notables, van al comité de agua, que está en el pueblo, que no somos nosotros, y les dicen: necesitamos que nos echéis una mano para esto y esto, ellos lo analizan y lo estudian. Nosotros trabajamos con la gente del pueblo. Sinandé es la única provincia que tiene agua, en Benín hay 67 provincias.
Luz
Después de haber terminado con los pozos, dijeron: ¿y por qué vamos a estar con un candil de petróleo o con una linterna? Quieren tener luz, empezamos con 144 farolas autónomas en 14 pueblos. Las hicimos con “Energía sin fronteras”, y ya cambió radicalmente la vida de la gente, porque el día ya no se acababa a las 7 de la tarde, seguía la gente seguía funcionando: las mujeres trenzándose, los hombres picando piedra… los mayores jugando a las cartas, los maestros preparándose, los niños estudiando, no había robos, podían enviar a los niños a casas de los familiares o amigos sin problemas. Entonces ya dijimos: Bueno, aquí hay que hacer campos solares. Con 200 paneles solares y con unas baterías, das luz a todo un pueblo. Luz que es 2 bombillas y un enchufe en toda casa, una bombilla fuera y otra bombilla dentro. Y todo eso se hace con gente local, con chavales del pueblo, para que los chavales no se vayan a las ciudades grandes.
¿Cómo describiría la situación social y económica de la mujer ahora en Benín?
Las mujeres de las cooperativas son muy respetadas. Los hombres, al principio, no querían que las mujeres asistieran a la formación, y los hombres suelen decir que ellos son los que alimentan a las mujeres, pero Juan Pablo les dice: Mentira! La mujer os está alimentando a vosotros. Por una cuestión muy simple: El hombre es agricultor, entonces él siembre y cosecha, eso es una vez al año, y el dinero que saca, con eso, si es muy bueno, dará algo a su mujer, si es como “los del montón” se dedicará a beber y a otras chicas. Y son las mujeres las que se encargan, desde el principio del día hasta el final de la noche, de buscar algo, de hacer comercio, para sacar los 5, los 10, los 20 que les permitan poner ropa a los críos, llevarlos al dispensario, comprar comida, etc.
¿Qué se puede hacer desde España para luchar contra el hambre?
Lo primero es ver que es importante y qué es accesorio. ¿Por qué nos empeñamos en seguir consumiendo más, en seguir comiendo más, en seguir gastando más, en seguir teniendo más? ¿Por qué? Segundo, cuando nos dicen que hay hambre en el mundo, creerlo. Esto no es ninguna película, esto es real. Una de las cosas que más sorprende de todos los gastos de dinero, por ejemplo, es la iluminación de Navidad de una calle pequeña, que podría iluminar todo un pueblo en África. Esto es así: Una pequeña calle en Europa, o en España, podría dar luz a todo un pueblo en África.
Y luego, darnos las manos. Tu mano no puede hacer mucho, pero con la mía ya podemos hacer más. Y eso viene bien para aplicarlo entre aquí y el tercer mundo, como entre los organismos de aquí, como en la gente de allá. Cada uno con su dignidad. Nosotros no somos los que vamos ahí a decirles lo que hay que hacer. Son ellos, son tan dignos como nosotros. Eso hay que respetarlo. Los procesos son los procesos de ellos.
Rosa Die Alcolea
Imagen: Juan Pablo López Mendía acompaña a una anciana en Benín
(© Diego Ruiz Quemada)
© Otras Fotografías: Iciar de la Peña y Juan Pablo López Mendía