La escritora afirma que, aunque el purgatorio es un dogma de fe, hay mucha gente, incluso sacerdotes, que no se lo creen. Un nuevo documental se acerca a este tema tabú
Se habla poco del purgatorio. No sé si el documental Purgatorio. Entre el cielo y la tierra viene a cubrir ese vacío. ¿Qué le ha parecido?
El documental me ha encantado. Coincide en un 99,9 % con todo lo que yo estudié en su día para mi libro. Desde entonces se ha avanzado mucho. Yo recibí muchos ataques. Hubo sacerdotes que me enviaron correos electrónicos criticándome y diciendo que el purgatorio no existía. Con el paso de los años, varios me pidieron perdón, pero no todos. Por eso, creo que sigue haciendo falta hablar del tema y, en este sentido, la película es muy necesaria.
¿Qué aporta de novedoso?
Pone en valor el testimonio de una mística polaca bastante poco conocida, Fulla Horak. Yo, por ejemplo, no la conocía y es muy interesante. Siendo atea veía a las almas del purgatorio y eso, poco a poco, la fue llevando hacia Dios. Pero no se trata de aportar cosas nuevas, sino de recordar la doctrina católica. El purgatorio es un dogma de fe y hay mucha gente —como los sacerdotes que yo me encontré— que no se lo creen o que, directamente, niegan su existencia. Por eso es muy necesario. Y también porque habla de la importancia del funeral. Hoy, con la secularización, mucha gente va a los funerales a consolar a los familiares del muerto y ya está. No digo que no sea importante esto, pero, desde luego, no es lo más importante. La clave es rezar por el alma del difunto. La Iglesia, tal y como aparece en los puntos 1030 al 1032 del catecismo y explica muy bien el documental, invita a todos, conocidos, familiares, vecinos, jefes, a reunirse para rezar por esa persona y que pueda llegar al cielo lo antes posible.
¿Qué pasa con las almas del purgatorio por las que nadie reza?
La oración es un 100 % importante. Diría que un 150 %. Tenemos que orar y ofrecer sufragios por las personas que se han ido. Solo de esta forma podrán pasar del purgatorio al cielo. Ellas ya están muertas y no pueden hacer méritos, y somos nosotros los que podemos liberarlas de los tormentos del purgatorio. Pero, claro, lo habitual es rezar por la gente que uno conoce. Sin embargo, la Iglesia nos pide que recemos por todos. Incluso hay un mes, el de noviembre, que está especialmente dedicado a los difuntos y a las almas del purgatorio. Yo, por ejemplo, ante algún sufrimiento, le suelo decir al Señor: «Ahora solo puedo ofrecerte mi dolor, pero te pido que cada lágrima que derramo sea un alma que liberas». ¿A quién va ese sufragio, esa oración? Pues no lo sé, pero Dios ve todo y a lo mejor lo aplica por un alma que lleva en el purgatorio desde el siglo XV, que está muy abajo, porque quizá fue un asesino que se arrepintió en el último momento y nadie reza por él.
¿En el purgatorio hay posiciones?
Muchas. Esto me lo contó el padre Amorth, que era el exorcista del Vaticano. Pasé un día entero con él y me dijo que hay infinitos puestos, tantos como personas hay en él. Cada uno es único e irrepetible a los ojos de Dios, y también lo son nuestros pecados. En función de ellos, hay gente que estará muy cerca del cielo y necesite pocos sufragios y otros, como pueden ser los asesinos o los violadores, que pidieron perdón en el último momento y la misericordia de Dios los condujo al purgatorio, pero tienen siglos y siglos de purificación por delante.
Años de estudio
Para escribir Entre el cielo y la tierra, Vallejo-Nágera investigó cinco años el tema del purgatorio. El libro presenta un estudio teológico de lo que dice la Iglesia al respecto y también el testimonio de personas que han entrado en contacto con él.
Imagino que el alma que reciba oraciones de alguien de la tierra estará inmensamente agradecida con esa persona.
Eso es. De hecho, las almas del purgatorio interceden por nosotros. Lo decíamos antes en el caso de Fulla Horak, que se terminó convirtiendo. A mí me han contado infinidad de casos. Recuerdo uno, por ejemplo, que me dijo que había tenido un accidente, habían muerto todas las personas que iban en el coche y él notó cómo, en ese momento, le ayudaron sus abuelos y sus padres, por los que había rezado muchísimo. Imagínate el agradecimiento de un alma que va al cielo gracias a la oración de una persona. Estará junto a Dios hablándole siempre de ese que le ayudó a llegar ante su presencia.
La película también habla de apariciones en la tierra de las almas del purgatorio.
Sí, se pueden aparecer. Es un don que permite Dios para que recemos por ellas. Yo misma he podido entrevistar a personas que dicen haber visto un alma. El conde de Romanones me contó que en su finca Pascualete había una señora vestida de blanco que atravesaba las paredes. Sus hijos también la veían. Les recomendé que ofrecieran una Misa por ella y ya está. Otro testimonio es el de Paloma Gómez Borrero, a la que se le apareció un fraile.
Al final del documental se abordan los temas del aborto y del suicido. ¿A dónde van esas almas?
Es un tema muy duro, que, además, va en aumento. Precisamente, este año se han suicidado tres amigos de mi edad. También tengo amigas que hace muchos años abortaron y que luego se arrepintieron muchísimo. No nos corresponde a nosotros decir a dónde van, pero se nos invita a rezar por ellas.
JOSÉ CALDERERO DE ALDECOA
Alfa y Omega
Imagen: La escritora apadrina la película Purgatorio. Entre el cielo y la tierra, que se estrena este viernes.
(Foto: José Calderero).