Sonia Zúñiga, investigadora del CSIC, forma parte de uno de los equipos españoles que intentan desarrollar una vacuna frente al coronavirus. Asegura que las que ya se están inoculando tienen las garantías suficientes.
3 de Enero de 2021.- El equipo de Luis Enjuanes, del laboratorio de coronavirus del Centro Nacional de Biotecnología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, trabaja en una vacuna que podría ser mucho más eficaz y fácil de distribuir que las que ya se han empezado a administrar en España. Pero hasta entonces Sonia Zúñiga, una de los 14 investigadores que forman el grupo, asegura que cuando llegue su turno se pondrá una de estas vacunas, «aprobadas y con garantías». Igual que con las medidas de seguridad, «hay que poner todo de nuestra parte para cuidar a todos». Por eso, y por la tradición de solidaridad y buena implantación de las vacunas en nuestro país, cree que «la aceptación irá aumentando».
¿Cómo son las vacunas con las que ha empezado la vacunación en España?
Tanto la de Pfizer como la de Moderna están basadas en ARN mensajero, que contiene un fragmento de información genética del SARS-CoV2 para expresar dentro de las células una proteína del virus, frente a la que el sistema inmune responde. Este ARNm es inestable y por eso se suministra envuelto en nanopartículas lipídicas, como pelotitas de un montón de componentes químicos que facilitan que entre en las células. Esta tecnología se llevaba muchos años estudiando en el campo de la lucha contra el cáncer pero nunca se había investigado para patógenos.
Se habrá tenido entonces más cuidado, ¿no?
Efectivamente. Al ser todos sus componentes químicos tiene menos riesgos, que pueden ser de alergias o reacciones adversas. En las primeras fases de la investigación se encontró la dosis con la que se obtenía inmunidad sin reacción. Y ha sorprendido la eficacia que parece tener. La información obtenida va a servir para futuras vacunas.
¿Podremos volver a hacer vida normal?
Me refiero a proteger frente a la enfermedad. Te puedes infectar, pero no enfermas, o con menos gravedad. Ninguna vacuna a día de hoy puede asegurar que proteja frente a la infección. No se ha investigado cuántas personas se han contagiado y han sido asintomáticas. Por eso se está insistiendo mucho en que la gente vacunada no debe descuidar las medidas de seguridad.
¿Qué otros tipos de vacuna se están investigando?
El que más adelantado está en China es el mecanismo, más tradicional, de inactivar químicamente el virus, de forma que el cuerpo responde pero el virus no se multiplica. El problema es que esto hay que vigilarlo muy bien, porque un solo virus que no se inactive puede generar un problema.
Por otro lado van bastante adelantadas algunas vacunas que suministran una o varias proteínas del virus fabricadas en laboratorio. Son como el 40 % de las que se están desarrollando. Otras utilizan ARNm en el “vehículo” de un virus atenuado que entra en la célula pero no va más allá. Las hay con adenovirus, como la de Oxford y AstraZeneca o Jansen, y con otros como el de la viruela, como la del equipo de Mariano Esteban en el CSIC. Y unas pocas son de un quinto tipo, basado en ARN autoamplificativo de otros virus con una secuencia del SARS-CoV2. Si metes en la célula 10 unidades, pronto tienes 100.
¿La de su equipo es así?
Es la única de ARN autoamplificativo que en vez de usar otros virus se basa en el propio SARS-CoV2. Gracias al conocimiento de años de experiencia hemos sintetizado una copia del ARN del virus quitándole todo lo que hace que cause una enfermedad severa. Así incluye información para otras proteínas, lo que induce una respuesta inmune mucho más completa. Los datos que tenemos en animales de vacunas previas, por ejemplo frente al MERS, indican que podría no solo prevenir la enfermedad sino evitar el contagio.
Estamos probando varios candidatos en cultivos de células. Esperamos empezar muy pronto experimentos de eficacia en ratones, que pueden durar dos meses. Y si todo va bien estamos ya en conversaciones con empresas que podrían producirla. Nuestro objetivo ideal sería tener un candidato con parte de los ensayos clínicos hechos a finales del año que viene. Esto, suponiendo que la situación no cambiara. Pero soy optimista y creo que el año que viene no va a ser tan duro. Y eso, que es una buenísima noticia, es malo para los ensayos.
¿Por qué?
Incluso para los ensayos de seguridad se necesitan voluntarios que ni hayan pasado la enfermedad ni estén vacunados. Pero además, en la fase III, en la que realmente se mira la eficacia, se administra el candidato a vacuna o el placebo a grupos grandes de personas en países con alta incidencia. Como éticamente no puedes infectarlos a propósito, se deja que se infecten de manera natural. Y hay que conseguir un número alto de casos de contagio para tener datos relevantes. Con incidencias altas, Pfizer ha vacunado a más de 20.000 personas en su ensayo y han tenido solo 192 infectados sintomáticos. Si la incidencia del virus baja esto se complica mucho.
¡Qué contratiempo!
Bueno, si llegamos solo a la fase II porque el virus ya no es un problema, bienvenido sea. Ya tendremos más conocimiento acumulado y estaremos más preparados para el siguiente (cada diez años aproximadamente va a surgir un coronavirus). Con la vacuna del MERS estuvimos seis o siete años, y en este caso en un año estamos ya listos para empezar con animales.
¿Qué tipo de vacuna funcionará mejor si el virus muta, como la cepa del Reino Unido o como ocurre cada año con el de la gripe?
Todos pensamos que este coronavirus muta menos que el de la gripe. No se sabe si las variantes que se han identificado tienen efectos biológicos, con la excepción de la mutación D614G, que facilita la transmisión. El virus con esta mutación es el que se ha impuesto en todo el mundo, y es diferente al primero que se identificó en China. Afortunadamente, aunque todos los candidatos vacunales llevan la protenía del virus original, los anticuerpos que generan son incluso más efectivos frente a los virus con la mutación D614G. De la nueva variante del Reino Unido no se sabe aún ni siquiera si se transmite mejor; podría quedar en nada. Y los científicos están estudiando ya si la vacuna es efectiva frente a ella.
¿Es normal haber logrado vacunas tan rápidamente?
Estamos en una pandemia. No solo los científicos, sino todos los gobiernos, empresas y entidades financiadoras han hecho un esfuerzo muy grande. Gracias al conocimiento acumulado durante años, algunas empresas ya tenían sus vehículos preparados y en cuanto se supo la secuencia del virus en enero pudieron desarrollar su candidato. También ha ido rápido porque, aunque los ensayos clínicos duren hasta 2022, cuando ya llevaban unos meses de resultados positivos han ido pasando a las siguientes fases, y con una determinada cantidad de infectados (para valorar la eficacia) ya han solicitado la aprobación.
Suena arriesgado…
No lo es. Las agencias reguladoras han exigido que hubiera suficientes datos, y lo que se investiga en las fases I y II (la seguridad y que produzcan inmunidad) se sigue investigando en la fase III (eficacia). Por eso, cuando algunas empresas quisieron dar sus primeros datos con 30 infectados en la fase III, se les dijo que tenían que llegar por lo menos a 150. Además, aunque la vacuna se apruebe como uso de emergencia no se va a dejar de vigilar. En el momento en el que surja algún efecto adverso se irá cambiando, como cuando surgieron dos reacciones alérgicas en Reino Unido y se dejó de vacunar a los alérgicos. Históricamente, otras veces se ha parado la administración de vacunas investigadas durante años al surgir efectos adversos.
Otra objeción es que no se han publicado todos los datos en revistas científicas para que sean evaluados por otros investigadores.
Esta manera de anunciar con notas de prensa, que obedece al marketing, es bastante excepcional. Y es verdad que cuando se publican en revistas científicas los resultados preliminares (Pfizer lo hizo hace un par de semanas parcialmente) están al alcance de la comunidad científica. Pero ahí tampoco están todos los datos. No hay que preocuparse. Las agencias reguladoras, que son las que las aprueban, sí los tienen todos.
En conclusión, ¿usted se vacunará cuando le toque?
Efectivamente. Cuando nos toque, será una vacuna aprobada y con garantías. Hay que poner todo de nuestra parte para cuidar a todos. Igual que estamos guardando medidas de precaución y muchas veces son más por las personas más susceptibles de sufrir una enfermedad severa que por nosotros. Lo de encerrara los más vulnerables y hacer vida libre los demás para obtener la inmunidad de rebaño me parece una barbaridad.
Creo que poco a poco se está informando bien y que la aceptación irá aumentando. En España la aceptación de las vacunas es muy alta, tenemos tradición de ser solidarios y entender que hay que vacunarse no solo por uno mismo sino por los demás. Y eso nos libra de tener problemas graves, por ejemplo con el sarampión, como en otros países.
Una de las ideas en las que más ha insistido el Papa es que la vacuna sea universal. ¿Ha sido esto una prioridad durante la investigación y el desarrollo?
Sí en algunas, aquellas cuya tecnología hace que sean más fáciles de distribuir. A lo mejor no en las más novedosas. Estas se han desarrollado muy rápidamente pero requieren temperaturas bajas, -70º C o -20º C, y así no se puede llegar a todas las partes del mundo. También son las más caras y con capacidad de fabricar dosis más limitada. Aunque estoy segura de que en esas empresas ya se están planteando aproximaciones que lo permitan. Todo el mundo entiende que no sirve de nada vacunar en tu país si los países vecinos no están vacunados; no se consigue erradicar. Afortunadamente, existe un consorcio de vacunas creado por la OMS y muchos países para vigilar que lleguen a todas partes y se distribuyan de manera equitativa.
100 países han pedido que se suspendieran las patentes durante la pandemia. ¿Sería esa una vía?
Es muy complicado. Hay que patentar las cosas, porque sin ellas otro con más dinero te puede copiar la idea rápidamente y desde entonces es suya. Pero las empresas se están planteando acuerdos para que llegue a todas partes. Pfizer y Moderna están pactando en distintos países fabricarlas a nivel local, y eso facilitaría mucho la distribución. Una empresa belga con la que nosotros estamos en conversaciones dice que puede poner una fábrica donde haga falta. La de Oxford-AstraZeneca y las chinas son fáciles de suministrar. China ya está haciendo acuerdos para distribuirla a otros países una vez vacunada su población. Además, muchas empresas se han tenido que ir a países menos desarrollados a hacer los ensayos clínicos, y la contrapartida es vacunar también allí.
¿Y qué pueden hacer países como el nuestro para contribuir a esa vacunación universal?
Muchos (Europa, Estados Unidos, Canadá) están comprando más vacunas de las que necesitan, suponiendo por ejemplo que no todas van a valer para todos los grupos de población (por ejemplo por el tema de los alérgicos). Canadá ha adquirido hasta seis veces más. Y las que no les hagan falta se van a donar a ese fondo común para que lleguen a todos. Creo que en febrero y marzo pueden empezar las vacunaciones fuera de Europa y Norteamérica, y se van a poder ver más a lo largo del año.
Otro problema para llegar a todo el mundo es si la vacuna no inmuniza de por vida y hay que renovarla continuamente por las mutaciones, como la de la gripe. ¿Se sabe si es así?
No depende solo de que el virus mute. El problema con la gripe y este coronavirus es que la inmunidad tiene que estar en las mucosas (nasales, pulmonares, intestinales…) y por vía intramuscular eso solo se consigue para un año. Por eso nosotros y otros grupos estamos pensando en otras formas de administración, como un spray similar al de los asmáticos. Y Oxford-AstraZeneca está planteándose empezar otro ensayo con esta vía.
Esa vacuna, la de AstraZeneca, se ha desarrollado con líneas celulares derivadas de fetos abortados. La Santa Sede ha calificado de «moralmente aceptable» el inmunizarse con estas vacunas si no hay alternativas éticas, pero ha insistido en que se desarrollen. El hecho de que la mayoría de vacunas no lleve estas líneas, ¿no demuestra que su uso es innecesario?
No es que cada vez que se usan esas líneas celulares procedan de un embrión humano. Se utilizan para las vacunas basadas en adenovirus, porque es donde estos crecen bien. Y precisamente estas vacunas son de las que se pueden hacer muchas dosis, son muy estables y se pueden distribuir con más facilidad en cualquier parte del mundo.
¿Qué nos están diciendo los proyectos de vacunas en España sobre el estado de salud de la ciencia en nuestro país?
A nivel de capital científico, en España somos muy buenos aunque a veces no nos lo queramos creer. Se están desarrollando una docena de candidatos. Los tres candidatos que van más avanzados, los del CSIC, han sido desarrollados por investigadores eméritos que siguen al pie del cañón. En este caso no es por falta de manos, sino porque la experiencia es un grado. Lo que sí ocurre es que tenemos en general menos medios: a nivel de centros y humanos, porque cada vez se financia menos y no se puede contratar a más personas, o es con una inestabilidad muy grande y muchos se van al extranjero, donde se les ofrecen mejores oportunidades. Creo que ahora se está poniendo de manifiesto esta realidad y quiero creer que la situación va a mejorar. El CSIC y el Gobierno nos han apoyado a muerte, hay un esfuerzo tremendo de que las tres vacunas lleguen a los ensayos clínicos si demuestran resultados en vivo (animales).
Otro factor es que la investigación en enfermedades infecciosas estaba dejada un poco de laco y aunque teníamos la capacidad no se financiaba la investigación en virus emergentes. Espero que esto cambie porque es bueno tener conocimiento previo, que sirve también para otros grupos. Nosotros somos un grupo de 14 personas y nuestra financiación no está mal, porque también nos esforzamos en conseguirla de otras fuentes nacionales e internacionales. Pero no son los millones que dio Estados Unidos a Moderna para un equipo de 600 personas.
¿Por qué están teniendo mucho más eco las vacunas desarrolladas por empresas que por laboratorios públicos?
Es cuestión de quién ha ido más rápido. Las grandes empresas tienen más recursos y más capacidad para desarrollar el candidato, hacer los ensayos y producir las vacunas, todo en uno. Aunque un candidato se desarrolle en un laboratorio, hace falta una empresa para fabricar las dosis y hacer los ensayos clínicos. Hay distintas opciones para esto: hay empresas que quieren poner parte del dinero, y también acuden a fuentes de financiación internacionales, como un consorcio europeo. Luego hay otras formas de colaboración: AstraZeneca con la Universidad de Oxford, parte de la investigación de Jansen se ha hecho en Harvard… Con todo, yo no lo veo como una carrera. Da igual quién saque la vacuna, lo importante es que se saque.
¿La rapidez con la que ha sido posible sacar esta vacuna debería ser un acicate para sacar de su olvido a tantas otras enfermedades para las que en décadas no se han encontrado soluciones?
Hace poco he leído un par de trabajos en ese sentido. Reflexionaban sobre si con esta vacuna se ha ido muy rápido o si es que con otras se va muy lento porque no hay tanto interés. La verdad igual está en un punto intermedio. La segunda vacuna que tardó menos en desarrollarse fue la del ébola, en cinco años, por la importancia que tuvo la epidemia de hace unos años. Personalmente, me da rabia cuando la gente dice que una vacuna no se va a conseguir porque para otra enfermedad en 30 años no se ha conseguido nada. ¿Cuánto interés hay realmente para que salga adelante?
María Martínez López
Foto: Inés Poveda