En la solemnidad de la Epifanía, el Papa Francisco subrayó que estando «delante del niño Jesús y en compañía de los niños, aprenderemos a asombrarnos». Y será posible recomenzar «más sencillos y mejores, como los Magos», con «miradas nuevas y creativas sobre los problemas del mundo».
Ciudad del Vaticano, 6 de enero 2024.- Este es el día en que celebramos la Epifanía, es decir, la manifestación del Señor «a todos los pueblos, personificados por los Magos». El Papa Francisco exhortó a la hora del Ángelus a encontrar «tiempo para mirar a los niños, a los pequeños que también nos hablan de Jesús, con su confianza, su inmediatez, su asombro, su sana curiosidad, su capacidad de llorar y reír con espontaneidad, de soñar». «Dios es así: niño, confiado, sencillo, amante de la vida»:
Si nos ponemos delante del niño Jesús y en compañía de los niños aprenderemos a asombrarnos y empezaremos más sencillos y mejores, como los Magos. Y sabremos tener miradas nuevas y creativas sobre los problemas del mundo.
Dios en un simple niño
Francisco invitó a detenernos en la dinámica de la escena de la Epifanía. Los Magos, que parten de Oriente, son «sabios buscadores» que, tras dejarse interpelar por la aparición de una estrella, «se ponen en camino y llegan a Belén». «Allí encuentran a Jesús, con María, su madre, se postran y le ofrecen oro, incienso y mirra».
Hombres sabios que reconocen la presencia de Dios en un simple Niño: no en un príncipe o en un noble, sino en un niño de pobres, y se postran ante Él, adorándolo. La estrella les ha conducido allí, ante un Niño; y ellos, en sus ojos pequeños e inocentes, captan la luz del Creador del universo, a cuya búsqueda han dedicado su existencia.
Adorar no es perder el tiempo
La de reconocer «al Señor de la vida» es una experiencia decisiva para los Magos. Y es importante, explicó el Papa, también para nosotros:
En el Niño Jesús vemos a Dios hecho hombre. Por eso, contemplémoslo, maravillémonos de su humildad. Contemplar a Jesús, estar ante Él, adorarlo en la Eucaristía: no es perder el tiempo, sino dar sentido al tiempo. Adorar no es perder el tiempo, sino dar sentido al tiempo: esto es importante, lo repito: adorar no es perder el tiempo, sino dar sentido al tiempo; es encontrar el curso de la vida en la sencillez de un silencio que alimenta el corazón.
¿Vemos a través de los ojos de los niños?
Estar ante la escena de la Navidad significa también dejar espacio a preguntas profundas. En particular, Francisco planteó algunas preguntas cruciales dirigidas al corazón de todo hombre.
“Así que preguntémonos: durante estos días, ¿nos hemos detenido a adorar, hemos hecho un espacio para Jesús en silencio, rezando delante del pesebre? ¿Hemos pasado tiempo con los niños, hablando y jugando con ellos? Y por último, ¿somos capaces de ver los problemas del mundo a través de los ojos de los niños?”
Del Pontífice, finalmente, la oración para que «María, Madre de Dios y nuestra, aumente nuestro amor por el Niño Jesús y por todos los niños, especialmente los probados por las guerras y las injusticias».
AMEDEO LOMONACO