Mensaje del Pontificio Consejo para la pastoral de los emigrantes e itinerantes, con ocasión del ‘Domingo del Mar’
(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- “En la reciente situación de emergencia humanitaria en el mar Mediterráneo, algunas tripulaciones de barcos mercantes han estado en primera línea para intervenir y socorrer a miles de personas que intentaban llegar a Europa a bordo de embarcaciones inflables abarrotadas de gente y no aptas para navegar”. Lo recuerda el Pontificio consejo para la pastoral de los emigrantes e itinerantes, en el mensaje con ocasión del ‘Domingo del Mar’, que se celebra este 10 de julio, firmado por el presidente, el cardenal Antonio Maria Veglió y el secretario, Joseph Kalathiparambil.
Asimismo, recuerda que casi 1.200.000 marinos provenientes de todo el mundo (la mayoría provenientes de los países en vías de desarrollo) a bordo de los 50.000 buques mercantes transportan casi el 90 por ciento de mercancías de todo tipo. “La fuerza despiadada del mar y del océano expone a los buques a riesgos considerables, pero son los marinos los que “arriesgan la vida” bajo múltiples aspectos”, observan.
Por eso, recuerdan que si miramos a nuestro alrededor, nos podemos dar cuenta de que “sin el comercio marítimo, la importación y exportación de bienes y productos terminados no sería posible”. También, por ejemplo, en un crucero a veces “no nos damos cuenta de los miles de marineros que están trabajando para que todo salga bien y asegurarnos unas cómodas vacaciones”, recuerda el mensaje.
De este modo, desde el dicasterio quieren recordar cómo la integridad física de los marineros en ocasiones está amenazada porque “no sólo les afectan los peligros de las fuerzas de la naturaleza sino también la piratería y los atracos a mano armada”. Al respecto explican que “el hecho de pasar de un país a otro, de cambiar y tener que adaptarse constantemente a nuevas situaciones sigue representando una amenaza importante para la seguridad de la tripulación. Su bienestar psicológico se ve amenazado cuando después de días y semanas en el mar se les niega el derecho a bajar a tierra firme y de abandonar el barco”.
Por otro lado advierte que la vida familiar de los marineros está en peligro porque sus contratos les obligan a estar lejos de su familia y seres queridos durante meses e incluso durante varios años seguidos. Y observan que “sus hijos crecen sin una figura paterna al lado y todas las responsabilidades familiares caen sobre los hombros de la madre”.
La dignidad humana y profesional de los marineros –reconoce el mensaje– se ve amenazada cuando son explotados con largas jornadas laborales y cuando su nómina tarda meses en llegar o, en el caso de abandonar su trabajo, esta nunca llegará. En esta línea explican que la criminalización de los marineros es un problema grave puesto que, sobre todo en los últimos años, un cierto número de actividades marinas, que antes eran consideradas legales, han sido criminalizadas por culpa de algunos incidentes, tales como naufragios, contaminación, etc.
Finalmente, junto con el Papa Francisco, como al Apostolado del Mar “nos encontramos al lado de los marineros que reivindican que sus derechos humanos y laborales han de ser respetados y protegidos”. Y para concluir, hacen un llamamiento a los gobiernos y autoridades marítimas competentes para reforzar la aplicación del Convenio de la OIT sobre el Trabajo Marítimo (MLC 2006), y de forma especial la regla sobre “asegurar que la gente de mar empleada a bordo de buques tenga acceso a instalaciones y servicios en tierra que protejan su salud y su bienestar”.
Foto: Rescate en el mediterráneo