El jesuita Andrés Díaz de Rábago ha cumplido el martes 3 de octubre 100 años, pero «sigo siendo misionero», dice. Ha vuelto a España para participar en la campaña del Domund
Lleva 70 años en el Extremo Oriente, al principio en China, hasta que el régimen comunista expulsó del país a todos los religiosos occidentales. De hecho, el jesuita español Andrés Díaz de Rábago, que está en España estos días para participar en la campaña del Domund 2017, es el último sacerdote extranjero ordenado en aquel país.
«Fui a China en 1947, y 70 años después sigo siendo misionero. Si Dios me da piernas para andar y cabeza para pensar, ¿por qué no podría seguir evangelizando?», cuenta en conversación con Alfa y Omega. «Quizá ya no pueda hacer mucho, pero sí puedo hacer algo todavía, sobre todo en el apostolado con los enfermos. Si Dios me ha dado salud, voy a aprovechar», explica el padre Andrés, que en la actualidad evangeliza con sus ánimos y sus palabras en la enfermería de los jesuitas en Taiwan. «¡Son todos menores que yo!», cuenta entre risas. «Yo todavía puedo predicar y hablar con los demás, todavía puedo hacer algo. Así que vamos para delante a trabajar un poco por el Señor».
A su vuelta a España –«nosotros cuando salíamos a misiones sabíamos que quizá no íbamos a poder volver, pero ahora sí que podemos venir de vez en cuando y ver a la familia»–, se ha encontrado que «por un lado veo caridad en muchas cosas, y eso es bueno. Pero también veo muchas cosas que no me gustan». Sobre todo el padre Díaz de Rábago subraya: «España país de misión, ¡no!. España misionera, ¡sí! Ojalá con el Domund se levanten las energías para que España pueda volver a ser misionera».
El jesuita insiste: «Debemos recuperar el espíritu misionero. Hay que hacer algo por el mundo de hoy. España tienen una gran historia y ha sido siempre una nación muy misionera».
Para lograr este objetivo, la clave está en los niños: «Yo creo que hay que hablar mucho más de las misiones desde la infancia, porque yo oí hablar de ello en 1925, cuando estudiaba en el colegio de los jesuitas de Vigo. Ahí nació en mí mi vocación misionera. Yo creo que los niños de hoy pueden ayudar a otros niños que no conocen a Jesucristo y a la Virgen María. Y lo que me pasó a mí le puede pasar a otros», dice el jesuita, que se despide con energía exhortando a «¡ser valientes y seguir adelante!».
Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Fotos: Archivo personal de Andrés Díaz de Rábago