Manuel García Viejo, el misionero español repatriado desde Sierra Leona tras habérsele detectado el virus del Ébola, falleció en el Hospital La Paz-Carlos III de Madrid el pasado jueves 25 de septiembre.
Ante los primeros síntomas de la enfermedad, el religioso, se sometió a los análisis pertinentes y, tras dar positivo, pidió a la Orden de San Juan de Dios, a la que pertenecía, ser repatriado a España para intentar evitar el fatal desenlace que, finalmente, se produjo.
García Viejo, de 69 años, había trabajado en los últimos 30 años en el continente africano, en Ghana, Camerún y era el director médico del hospital de San Juan de Dios en Lunsar, Sierra Leona, uno de los países que está sufriendo, en mayor medida, el azote del virus que empezó a propagarse de forma exponencial el pasado mes de mayo. Actualmente, el Ébola ha infectado ya oficialmente a más de 4.000 personas en Guinea, Sierra leona, Liberia, Nigeria y Senegal, y se estima que la cifra podría alcanzar los 20.000 afectados antes de poder ser controlada.
Manuel García Viejo es el segundo español que fallece por ébola después de la muerte el pasado 12 de agosto del hermano Miguel Pajares, quien pertenecía a la misma orden y que se infectó en Liberia
El hermano García Viejo llegó a Madrid en estado «grave», con un importante cuadro de deshidratación y una afectación hepatorrenal que no pudo superar.
Todo el país ha vivido con interés la evolución del religioso y, muy especialmente, los vecinos de Folgoso de la Ribera (León), su localidad natal. El misionero fue incinerado en el tanatorio de Collado Villaba de Madrid.
La Orden Hospitalaria de San Juan de Dios (OHSJD) a la que pertenecía García Viejo y la familia del Hermano Manuel García Viejo emitieron un comunicado en el que «agradecen el enorme esfuerzo que la sociedad española ha hecho por salvar su vida, estando implicado el Gobierno de España desde el primer momento y sin escatimar esfuerzos».
Francisco subraya ante los obispos de Ghana la importancia del apostolado de la salud
Ciudad del Vaticano (VIS).- La tragedia del Ébola y el apostolado de la salud, la necesidad de dar testimonio de integridad frente a la corrupción y la cooperación ecuménica fueron los temas principales del discurso que el Santo Padre entregó a los obispos de la Conferencia Episcopal de Ghana al final de su visita ad Limina.
En el documento el Papa recuerda que el Sínodo de 2009 sobre África señaló, »entre las preocupaciones principales de los pastores de la Iglesia la de cómo grabar en el corazón de los africanos discípulos de Cristo la voluntad de comprometerse efectivamente en vivir el Evangelio en su existencia y en la sociedad. Cristo llama constantemente a la metanoia, a la conversión».
Y a este propósito señala que »la obra de la conversión y la evangelización no es fácil, pero da frutos preciosos para la Iglesia y el mundo. La vitalidad espiritual de los fieles se traduce para la Iglesia en numerosas obras de caridad, médicas y educativas y en su labor en pro de la justicia y la igualdad. Los diversos servicios, realizados en nombre de Dios, especialmente para los pobres y débiles, son responsabilidad de toda la Iglesia local, bajo la supervisión de su obispo, Pienso en particular, en la importancia del apostolado de la salud, no sólo en Ghana, sino en toda África occidental, que sufre actualmente el brote de Ébola. Rezo por el eterno descanso de las almas de todos los que han muerto en esta epidemia, entre los que hay sacerdotes, religiosos y religiosas y trabajadores sanitarios que contrajeron esta terrible enfermedad, mientras atendían a los que sufren. ¡Que Dios fortalezca a todos los trabajadores sanitarios en esos lugares y ponga fin a esta tragedia!»
»La Iglesia en Ghana es respetada justamente por su contribución al desarrollo integral de los individuos y de toda la nación. Al mismo tiempo, a menudo encuentra que carece de los recursos materiales necesarios para cumplir su misión en el mundo. En este sentido, me gustaría ofrecerles dos reflexiones. En primer lugar, es imprescindible que cualquier medio temporal que la Iglesia tenga a su disposición siga administrándose con honestidad y responsabilidad, a fin de dar buen testimonio, sobre todo allí donde la corrupción obstaculiza el justo progreso de la sociedad… En segundo lugar, la pobreza material puede ser un aldabonazo para llamar también la atención sobre las necesidades espirituales de la persona, llevando así a una confianza más profunda en el Señor, de quien procede todo bien. Al igual que vuestras comunidades se esfuerzan grandemente en aliviar la extremada pobreza, también la Iglesia está llamada, a imitación de Cristo, a trabajar con humildad y honestidad, utilizando los bienes a su disposición para abrir las mentes y los corazones a las riquezas de la misericordia y la gracia que fluyen del corazón de Cristo».
Por último el Papa dice a los obispos. »Estad cerca de otros líderes cristianos y de los jefes de las otras comunidades religiosas. La cooperación ecuménica e interreligiosa, cuando se lleva a cabo con respeto y corazón abierto, contribuye a la armonía social de vuestro país, y fortalece el crecimiento en la comprensión de la dignidad de cada persona y una mayor experiencia de nuestra humanidad común. Afortunadamente, Ghana se ha librado de la mayor parte de las divisiones tribales, étnicas y religiosas que han afectado a muchas otras partes de África, un continente cuya promesa, en parte debido a estas divisiones, aún no se ha cumplido. Rezo para que seáis cada vez más promotores de la unidad y líderes en el servicio del diálogo. ¡Sed firmes en la defensa de la enseñanza y la disciplina de la Iglesia, e inflexibles en vuestra caridad!. Y que vuestra generosidad al ofrecer a Cristo sea igualada solamente por vuestra apertura humilde y paciente con los demás»