Sudán del Sur es un país casi olvidado, atravesado por una feroz guerra civil. A inicios de 2017, el Papa anticipó su decisión de visitarlo junto con el líder anglicano Justin Welby, en una apuesta para acabar con la violencia. Pero hace unas semanas el Vaticano informó de la suspensión de la visita apostólica hasta nuevo aviso. Ahora, el secretario general de Cáritas Internationalis, Michel Roy, revela los verdaderos motivos de esa decisión, más bien políticos. Y apunta: «El Papa irá cuando los líderes en pugna reabran el diálogo». El Vaticano se ha ofrecido como sede
Prácticamente desde su independencia, seis años atrás, Sudán del Sur sufre una sanguinaria guerra intestina. Las milicias del presidente, Salva Kir, y del líder del Ejército de Liberación del Pueblo, Riek Machar, se disputan el control del territorio, palmo a palmo. Mientras tanto, seis millones de personas no encuentran los alimentos necesarios para calmar el hambre diariamente. Unos 100.000 padecen hambruna total y se están muriendo.
Apostar diplomáticamente por esta joven nación parece más bien suicida. Va a contrapelo de los grandes intereses mundiales. Pero el Papa Francisco lo ha hecho. Por eso, la Santa Sede acaba de lanzar la iniciativa El Papa por Sudán del Sur, gracias a la cual se destinarán casi 500.000 euros a las poblaciones más afectadas. Un pequeño aporte, comparado con los millones necesarios. Un signo concreto para sensibilizar a la comunidad internacional.
En febrero, durante su visita al templo anglicano All Saints de Roma, Francisco había dado a conocer su voluntad de visitar el país junto con el arzobispo de Canterbury. Pero el 30 de mayo, el portavoz vaticano, Greg Burke, advirtió de que el viaje, «si bien estaba en estudio, no será este año». Inmediatamente la prensa atribuyó el retraso a la incapacidad de garantizar la seguridad del Papa.
La diplomacia vaticana ofrece soluciones
En entrevista con Alfa y Omega, Michel Roy, secretario general de Cáritas Internationalis, ofrece otra versión. «El Papa podía ir incluso con una situación de inestabilidad como la actual, si fuera por unas horas. Pero el Papa irá si el viaje sirve de algo. Puede ser útil su presencia solo si el diálogo comienza de nuevo, pero el diálogo no existe en este momento», precisa.
Según cuenta Roy, el cardenal Peter Turkson, prefecto del dicasterio para el Servicio al Desarrollo Humano de la Santa Sede, estuvo involucrado en al menos tres intentos de mediación en los últimos años, pero sin resultado. «Pienso que el Papa irá cuando los líderes en conflicto vengan aquí a Roma a dialogar», insiste.
La diplomacia papal –asegura– ha ofrecido el Vaticano como un «espacio neutro» donde Kir y Machar puedan negociar. Y precisa: «Existen países como Noruega que son neutros, que no tienen intereses grandes y, como lo hemos visto en otros conflictos, han ofrecido este espacio neutro también. Pienso que la Santa Sede seguirá trabajando en esto».
Según Roy, los líderes pueden conversar mientras, sobre el terreno, las milicias continúan con el vandalismo. «Ellos tienen necesidad de comer y entonces destruyen todo». De ahí la inestabilidad alimentaria, y la crisis humanitaria.
«Existe una necesidad inmensa de ayuda humanitaria, la comunidad internacional no provee a nivel necesario, esta ayuda debe llegar a la gente que lo necesita y eso es casi imposible en algunas zonas del país porque no existe seguridad, porque las milicias se están enfrentando y la gente muere, es una guerra», afirma.
Todo parece reducirse a una pugna política. Es una cuestión de lucha de poder que instrumentaliza las divisiones étnicas. Porque la minoría dinka, a la cual pertenece el presidente, históricamente se ha enfrentado a los nuer. Con resultados funestos.
De guerra en guerra
«Se requiere frenar esta guerra, es muy complicado porque este país no tuvo el tiempo de construirse después de la independencia hace seis años. Es un tipo de guerra que está por todas partes, incluso las regiones que durante la independencia no habían sido tocadas, las provincias de Ecuatoria, ahora también están en guerra», añade el secretario general de Cáritas Internationalis.
Por lo pronto, además de los 300.000 euros aportados por diversas instituciones de la Iglesia, el Papa donará otros 200.000 que ayudarán a 2.500 familias a realizar cultivos allí donde se encuentran. Ellos invertirán en plantas que crecen en un mes y pueden ser cosechadas rápidamente. Deben huir de la inseguridad y escapar de la rapiña, no pueden esperar ni siquiera seis meses. Mucho menos un año.
Michel Roy explica que, en ciertas situaciones extremas, llevar comida a los hambrientos no es la única solución, porque al cabo de poco tiempo se agota. Por eso, añade, se necesita encontrar otros caminos e innovar, como en este caso el permitir a los refugiados cultivar jardines.
«Urge comenzar de nuevo el proceso de diálogo entre aquellos que se combaten, que no son tan numerosos. La Santa Sede provee a movilizar la comunidad internacional, está comprometida porque la autoridad moral del Santo Padre es grande y puede marcar la diferencia», confía.
Alfa y Omega
Andrés Beltramo Álvarez
Ciudad del Vaticano
Imagen: Soldados del Ejército de Liberación del Pueblo en las trincheras,
durante un ataque en el norte de Sudán del Sur.
(Foto: AFP Photo/Albert González Farran)