Se ha publicado el programa del viaje apostólico que el Santo Padre efectuará a México del 12 al 18 de febrero de 2016. Francisco partirá del aeropuerto de Roma-Fiumicino el 12 a las 12,30 horas y aterrizará en el aeropuerto Internacional Benito Juárez de Ciudad de México a las 19,30h.
La ceremonia de bienvenida se llevará a cabo el sábado 13 a las 9,30 de la mañana en el Palacio Nacional, donde el Santo Padre encontrará a las autoridades locales y al cuerpo diplomático. Dos horas más tarde, en la catedral de la ciudad, se reunirá con los obispos del país y por la tarde, en la basílica de Guadalupe, celebrará la santa Misa.
El domingo 14, el Papa se trasladará en helicóptero hasta Ecatepec. En el Centro de Estudios de la ciudad celebrará una Misa y rezará el Ángelus. Sobre las 12,50 horas volverá a Ciudad de México, donde visitará el hospital pediátrico »Federico Gomez» y en el Auditorio Nacional encontrará al mundo de la cultura.
El lunes 15, el Santo Padre se trasladará en avión hasta Tuxtla Gutiérrez y desde allí en helicóptero hasta San Cristóbal de las Casas. Celebrará Misa con las comunidades indígenas de Chiapas, en el Centro Deportivo municipal, y al finalizar, almorzará con los representantes indígenas. Sobre las 15 horas visitará la catedral de San Cristobal de las Casas y una hora más tarde regresará de nuevo a Tuxtla Gutiérrez para encontrar a las familias en el estadio Víctor Manuel Reyna. Al finalizar, Francisco regresará a Ciudad de México.
Al día siguiente, martes 16, se desplazará en avión hasta Morelia para celebrar la Santa Misa con los sacerdotes, religiosos, religiosas, consagrados y seminaristas. Visitará la catedral de la ciudad y por la tarde tendrá lugar el encuentro con los jóvenes en el estadio José María Morelos y Pavón. De nuevo, volverá a ciudad de México al finalizar el encuentro.
El miércoles 17, el Papa se trasladará a Ciudad Juárez donde visitará la penitenciaría de la ciudad. A mediodía encontrará al mundo del trabajo en el Colegio de Bachilleres, en Chihuahua y después del almuerzo, por la tarde, celebrará una Misa en el Recinto Ferial de Ciudad Juárez. A las 19 horas tendrá lugar la ceremonia de despedida en el aeropuerto y unos quince minutos más tarde el avión papal despegará con rumbó a Roma donde se espera que aterrice el jueves 18 a las 14,15 horas.
El Papa irá a Guadalupe el próximo 13 de febrero
En la solemnidad litúrgica de la Bienaventurada Virgen María de Guadalupe, Patrona de América Latina, el Santo Padre celebró la misa en la basílica de San Pedro. La celebración estuvo precedida por el rezo del Santo Rosario y en ambos eventos participaron cientos de personas, por la mayor parte procedentes de todo el continente americano, donde la devoción de la Guadalupana se extiende desde Alaska hasta la Tierra de Fuego. En la homilía que pronunció, el Papa hizo hincapié en la misericordia de María, pidiendo que a través de ella entendamos cuanto nos quiere Dios.
Francisco comenzó citando las frases del profeta Sofonías en la primera lectura: »El Señor tu Dios, está en medio de ti se alegra y goza contigo, te renueva con su amor; exulta y se alegra contigo como en día de fiesta». »Estas palabras dirigidas a Israel -dijo- pueden también ser referidas a nuestra Madre la Virgen María, a la Iglesia, y a cada uno de nosotros, a nuestra alma amada por Dios con amor misericordioso. Sí, Dios nos ama tanto que incluso se goza y se complace en nosotros. Nos ama con amor gratuito, sin límites, sin esperar nada en cambio. No le gusta el pelagianismo. Este amor misericordioso es el atributo más sorprendente de Dios, la síntesis en que se condensa el mensaje evangélico, la fe de la Iglesia».
Después explicó que el término »misericordia» está formado por dos palabras: miseria y corazón. El corazón »indica la capacidad de amar; la misericordia es el amor que abraza la miseria de la persona. Es un amor que »siente» nuestra indigencia como si fuera propia, para liberarnos de ella… »El Verbo se hizo carne», a Dios tampoco le gusta el gnosticismo, quiso compartir todas nuestras fragilidades. Quiso experimentar nuestra condición humana, hasta cargar en la Cruz con todo el dolor de la existencia humana. Est tal el abismo de su compasión y misericordia… Ningún pecado puede cancelar su cercanía misericordiosa, ni impedirle poner en acto su gracia de conversión, con tal de que la invoquemos. Más aún, el mismo pecado hace resplandecer con mayor fuerza el amor de Dios Padre quien, para rescatar al esclavo, ha sacrificado a su Hijo. Esa misericordia de Dios llega a nosotros con el don del Espíritu Santo… Por más grandes y graves que sean los pecados del mundo, el Espíritu, que renueva la faz de la tierra, posibilita el milagro de una vida más humana, llena de alegría y esperanza».
‘Comentando la segunda lectura, donde el apóstol San Pablo afirma :’El Señor está cerca… nada nos tiene que preocupar», el Obispo de Roma añadió: »Están cerca El y su Madre». La misericordia más grande del Señor radica en su estar en medio de nosotros, en su presencia y compañía. »Camina junto a nosotros -dijo- nos muestra el sendero del amor, nos levanta en nuestras caídas, -y con qué ternura lo hace- nos sostiene ante nuestras fatigas, nos acompaña en todas las circunstancias de nuestra existencia. Nos abre los ojos para mirar las miserias propias y del mundo, pero a la vez nos llena de esperanza…. Esta es la fuente de nuestra vida pacificada y alegre; nada ni nadie puede robarnos esta paz y esta alegría, no obstante los sufrimientos y las pruebas de la vida. El Señor con su ternura nos abre su corazón, nos abre su amor. El Señor le tiene alergia a las rigideces. »Anunciar la Buena noticia a los pobres, como Juan Bautista, realizando las obras de misericordia -sugirió- es una buena manera de esperar la venida de Jesús en la Navidad».
»En una de las oraciones más queridas por el pueblo cristiano, la Salve Regina, llamamos a María »madre de misericordia» -señaló el Pontífice- Ella, que ha vivido siempre íntimamente unida a su Hijo, sabe mejor que nadie lo que Él quiere: que todos los hombres se salven, y que a ninguna persona le falte nunca la ternura y el consuelo de Dios. A María santísima le encomendamos los sufrimientos y las alegrías de los pueblos de todo el continente americano, que la aman como madre y reconocen como »patrona», bajo el título entrañable de Nuestra Señora de Guadalupe.
»Que la dulzura de su mirada nos acompañe en este Año Santo, para que todos podamos redescubrir la alegría de la ternura de Dios -concluyó el Papa- A Ella le pedimos que este año jubilar sea una siembra de amor misericordioso en el corazón de las personas, las familias y las naciones. Que nos convirtamos en misericordiosos, y que las comunidades cristianas sepan ser oasis y fuentes de misericordia, testigos de una caridad que no admite exclusiones. Para pedirle esto, de una manera fuerte, viajaré a venerarla en su Santuario el próximo 13 de febrero. Allí pediré todo esto para toda América, de la cual es especialmente Madre. A Ella le suplico que guíe los pasos de su pueblo americano, pueblo peregrino que busca a la Madre de misericordia, y solamente le pide una cosa: que le muestre a su Hijo Jesús».
Finalizada la homilía y durante la oración de los fieles, el Papa rezó por sus padres, Mario y Regina, »quienes me dieron la vida y me transmitieron la fe», -dijo- y »que en un día como hoy, hace ochenta años, contrajeron matrimonio».
Como el año pasado también esta vez, al final de la misma se cantó «La Guadalupana», el canto a la Virgen de Guadalupe conocido en todo el mundo.