«Pero, ¿cómo puede ser terapéutico, civil o simplemente humano un acto que suprime la vida inocente e indefensa en su nacimiento?», se preguntó Bergoglio durante la audiencia. «No se puede, no es justo quitar la vida a un ser humano, incluso pequeño, para resolver un problema. Es como pagar a un sicario para resolver un problema», aseguró
Sin eufemismos. Para el Papa, la interrupción del embarazo, es decir el aborto, supone quitar la vida a un niño. Francisco se expresó en estos términos durante la audiencia general de este miércoles, en la que además condenó la «supresión de la vida humana en el seno materno en nombre de la salvaguardia de otros derechos».
«Pero, ¿cómo puede ser terapéutico, civil o simplemente humano un acto que suprime la vida inocente e indefensa en su nacimiento?», se preguntó Bergoglio. «No se puede, no es justo quitar la vida a un ser humano, incluso pequeño, para resolver un problema. Es como pagar a un sicario para resolver un problema», aseguró.
Frente a este extremo, el Santo Padre puso en valor durante su intervención el quinto mandamiento –No matarás–, que «se erige como un muro en defensa del valor fundamental de las relaciones humanas. ¿Y cuál es el valor fundamental de las relaciones humanas? El valor de la vida».
Cercanía ante la discapacidad
El Papa pidió defender este valor incluso cuando «la vida que está por nacer es portadora de una discapacidad». En estos casos «dramáticos», los padres «necesitan una verdadera cercanía, una verdadera solidaridad, para afrontar la realidad superando temores comprensibles». En cambio –criticó–, «a menudo reciben consejos apresurados» para deshacerse de esa vida.
«Un niño enfermo, como cualquier persona necesitada y vulnerable, más que un problema es un don de Dios, que nos puede sacar de nuestro egoísmo y hacernos crecer en el amor», dijo.
La medida del amor
Por otro lado, Francisco denunció el «desprecio por la vida» que se da en «las guerras»; cuando se especula con «la creación»; con la «cultura del descarte»; el que tienen «las organizaciones que explotan al hombre»; o el desprecio por la vida «de todos los sistemas que someten la existencia humana a cálculos de oportunidad, mientras que un número escandaloso de personas viven en un estado indigno del hombre». Esto también es «de alguna forma, matar».
El hombre actúa de este modo cuando se deja llevar por el ídolo del «dinero, del poder y el éxito». Estos «son parámetros erróneos para evaluar la vida. La única medida auténtica de la vida –aseguró el Papa– es el amor, el amor con el que Dios la ama, el amor con el cual Dios ama toda vida humana».
De esta forma, al final de la audiencia, el Pontífice alentó a los fieles a decir a todos los hombres y mujeres del mundo que «no desprecien la vida», ni la de los demás ni la suya propia. «Hay que decirles a tantos jóvenes: ¡No desprecien su existencia! ¡Deja de rechazar la obra de Dios! ¡Tú eres obra de Dios!», concluyó.
J. C. de A.
(Foto: APF/Alberto Pizzoli)