«¿Son verdaderamente los traficantes la causa principal de la trata?», se preguntó Francisco respondiendo a las preguntas de varios jóvenes. «Si hay tantas jóvenes víctimas de la trata que terminan en las calles de nuestras ciudades es porque muchos hombres (jóvenes, de mediana edad, ancianos) que reclaman estos servicios y están dispuestos a pagar por su placer», dijo
Con respecto a la trata de personas «hay mucha ignorancia». Claro que una ignorancia a menudo interesada… Más bien, «pareciera que hay poca voluntad para comprender la magnitud del problema. ¿Por qué? Porque toca de cerca nuestras conciencias, porque es escabroso, porque nos avergüenza». Y «porque existe quien, aun conociendo el problema, prefiere no hablar porque se encuentra en la propia cadena de consumo», como cliente.
Palabras del Papa al recibir a participantes en la Jornada Mundial de oración y reflexión contra la trata de personas del día 8. En el acto, Francisco no leyó un discurso, sino que respondió a las preguntas que le plantearon varios jóvenes de todo el mundo.
El Obispo de Roma sostuvo que, tanta culpa como los traficantes de personas, la tienen quien eligen «comprar productos que podrían haber sido realizados a través de la explotación de personas».
El centro de sus palabras, sin embargo, fue la prostitución. «Si hay tantas jóvenes víctimas de la trata que terminan en las calles de nuestras ciudades es porque muchos hombres (jóvenes, de mediana edad, ancianos) reclaman estos servicios y están dispuestos a pagar por su placer», advirtió.
Por tanto, «¿son verdaderamente los traficantes la causa principal de la trata?», se preguntó. «Yo creo que la causa principal es el egoísmo sin escrúpulos de tantas personas hipócritas en nuestro mundo. Cierto, arrestar a los traficantes es un deber de justicia, pero la verdadera solución es una conversión de los corazones que corte con la demanda para acabar con el mercado».
Para acabar con la trata, hay que poner freno a la demanda, insistió. «La tarea de sensibilización debe comenzar en casa», y en esa línea el Pontífice animó a los jóvenes a tomar la iniciativa y romper el silencio para denunciar estas situaciones.
«En lo que a mí respecta, como habéis notado, no pierdo ocasión de denunciar abiertamente la trata como un crimen contra la humanidad». «Es una verdadera forma de esclavitud» que se ceba con «las personas más vulnerables de la sociedad, y por ese motivo, es necesaria una toma común de responsabilidad y una decidida voluntad política para vencer en ese frente».
En respuesta a otra pregunta, el Papa pidió iniciativas de las parroquias para ayudar a las víctimas de trata. A los jóvenes los animó especialmente a hacerse «promotores» de este tipo de proyectos.
El desarrollo integral como antídoto
El foco cambió a los países de procedencia de la mayoría de las víctimas con la pregunta de Oututu Faith, que se presentó como «una joven procedente de un país lejano», del que muchos jóvenes emigran «con falsas promesas» y terminan «esclavizadas, prostituidas».
Francisco habló de la tragedia de muchas jóvenes «primeramente abandonadas por sus propias familias» y destacó la importancia de una buena educación y una información adecuada para prevenir a los chicos de los peligros de la criminalidad organizada.
El Papa con una de las jóvenes participantes en el encuentro
«Un buen ambiente escolar, así como un ambiente parroquial sano, permite a los jóvenes denunciar a los traficantes sin vergüenza y ser portadores de mensajes correctos para otros jóvenes para que no caigan en la misma trampa», añadió.
Pero la situación se complica «cuando los países son víctimas de la pobreza extrema, la violencia y la corrupción, la economía, el marco normativo y las infraestructuras de base son ineficientes y no garantizan la seguridad, los bienes y los derechos esenciales», advirtió Francisco en respuesta a una nueva pregunta. «En estos contextos, los perpetradores de estos crímenes actúan con impunidad. El crimen organizado y el tráfico ilegal de drogas y de seres humanos eligen a las víctimas entre las personas que hoy tienen escasos medios de subsistencia y menos esperanzas para el mañana».
Por tanto, «crear oportunidades para el desarrollo humano integral, comenzando con una educación de calidad desde la primera infancia» y «creando oportunidades de crecimiento a través del empleo» son «antídotos contra la vulnerabilidad y el tráfico de personas».
La última pregunta se centró en el Sínodo de los jóvenes de octubre, en el que el Papa deseó que sean protagonistas «los jóvenes representantes de las periferias» y se lance «un mensaje global para una movilización juvenil mundial para construir juntos una casa común inclusiva y acogedora.