Francisco concluyó su visita a Bolonia encontrándose con la comunidad universitaria y con una Misa. A los fieles reunidos en el estadio Dall’Ara les dijo que la vida cristiana es el «camino humilde de una conciencia que sabe arrepentirse y confiarse a Dios en su pobreza»
El Papa Francisco culminó su intensa jornada de visita pastoral a las ciudades italianas de Cesena y Bolonia celebrando en esta última una Misa en el estadio Dall’Ara. Aprovechando las lecturas del día, Francisco puso ante los fieles la disyuntiva de ser pecadores en camino, que pueden caer pero se levantan cuando piensan en su Padre; o pecadores hipócritas que permanecen sentados y se justifican de palabra.
«No siempre estamos dispuestos a decir sí con palabras y obras» a la vez, reconoció el Pontífice. La clave para avanzar es reconocer cuando esto ocurre. La vida cristiana –continuó el Papa– no es solo cumplir normas para tranquilizar la conciencia, sino el «camino humilde de una conciencia que nunca es rígida y siempre está en relación con Dios, que sabe arrepentirse y confiarse a Él en su propia pobreza, sin presumir nunca de bastarse por sí misma».
Palabra, pan y pobres
Como guía para este camino, el Papa aconsejó las tres P: la Palabra de Dios, que es la brújula; los pobres, en los que encontramos a Jesús; y el pan de la Eucaristía. No en vano el Obispo de Roma visitaba Bolonia para clausurar el Congreso Eucarístico Diocesano.
«En la Eucaristía se encuentra la Iglesia: no en las habladurías y murmullos, sino aquí, en el Cuerpo de Cristo compartido por gente pecadora y con necesidad, pero que se siente amada y por tanto desea amar», afirmó el Papa. Por eso, «la Iglesia nace y vive en torno a la Eucaristía, con Jesús presente y vivo para ser adorado, recibido y compartido cada día».
Derecho a una educación humanizante
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Antes de la Misa, el Papa se había encontrado en la plaza San Domenico con universitarios y representantes del mundo académico, en una ciudad célebre por su universidad y que –recordó con gratitud– ha sido cuna del proyecto Erasmus. Francisco valoró además que esta universidad acoja a estudiantes procedentes de contextos lejanos y difíciles.
Durante el encuentro, el Pontífice quiso renovar «el sueño de un nuevo humanismo europeo, para el que hace falta tener memoria, coraje, y una sana y humana utopía»; el sueño de una Europa «universitaria y madre» que respeta la vida, y en la que los jóvenes viven una vida simple no contaminada por el consumismo pero al mismo tiempo no tienen problemas de trabajo para casarse y formar una familia. Una Europa que, «conocedora de su cultura, infunda esperanza a sus hijos y sea instrumento de paz para el mundo».
En su discurso, Francisco se centró en tres derechos ligados al saber. El derecho a la cultura implica también –dijo– el derecho a la educación, pero también el derecho a un conocimiento «humano y humanizante» que nos haga «preguntas sobre el sentido de la vida» en vez de anestesiarnos mediante la banalidad y caer en una «pseudocultura que descarta al ser humano».
En segundo lugar, Francisco habló sobre el derecho a la esperanza: a vivir sin miedo al futuro. Este miedo está relacionado en parte –afirmó– con el populismo y la proliferación de falsas noticias, una cuestión que preocupa al Papa y a la que va a dedicar el mensaje para la próxima Jornada Mundial de as Comunicaciones Sociales. Frente a esto, los jóvenes tienen derecho a «saber que en la vida existen realidades bellas y duraderas, por las cuales vale la pena jugársela». Por último, el Sucesor de Pedro destacó el derecho y el deber de la paz. «La historia enseña que la guerra es siempre una inútil masacre», reiteró.
Radio Vaticana/Alfa y Omega
Imagen: El Papa Francisco escucha al rector de la Universidad de Bolonia.
(AFP Photo/L’Osservatore Romano)