En la Misa de la solemnidad de los santos Pedro y Pablo, también ha invitado a las comunidades cristianas a que sean abiertas y a algunos movimientos a que superen la «espiritualidad de salón».
1 de julio 2024.- Como es tradicional en la solemnidad de los santos Pedro y Pablo, el Pontífice ha entregado los palios a los nuevos arzobispos metropolitanos designados a lo largo de este año. En esta ocasión, eran 42 entre los que se encuentra el español Florencio Roselló, arzobispo de Pamplona y Tudela.
Como es tradicional también, una delegación del Patriarcado ecuménico de Constantinopla ha participado en la celebración. «Gracias por haber venido a manifestar el deseo común de la plena comunión entre nuestras Iglesias», les ha dicho el Papa.
En su encuentro de este viernes, Francisco manifestó su deseo de viajar a Turquía el año próximo con motivo del 1700 aniversario del Concilio de Nicea. Sería la segunda vez que el Papa viaja a Turquía, donde ya recaló en 2014.
En su homilía de este sábado, se ha centrado en la liberación de las cárceles internas y externas, retomando la lectura evangélica de la jornada y las vicisitudes que tuvieron que superar Pedro y Pablo. «Fueron liberados y ante ellos se abrieron las puertas de una vida nueva», ha asegurado Francisco.
Ha explicado que atravesar esas puertas, como lo será la puerta santa del Jubileo, supone «cruzar el umbral de ese santuario vivo que es Jesús y, en Él, experimentar el amor de Dios que fortifica la esperanza y renueva la alegría».
Lo experimentó san Pedro cuando Dios lo liberó de la prisión abriendo milagrosamente las puertas. El Papa lo ha comparado con el éxodo de Egipto para explicar que Dios libera a su pueblo encadenado y lo acompaña. «Es curioso, las puertas de la cárcel se abren por la fuerza del Señor, pero le cuesta entrar en la casa de la comunidad cristiana. La que está en la puerta cree que es un fantasma y no le abre. Cuántas veces las comunidades no aprenden esta sabiduría de abrir las puertas», ha dicho Francisco saltándose el discurso preparado.
En el caso de Pablo, el Señor abrió para él las puertas de una cárcel interior. En su peor momento, se dio cuenta de que en esa debilidad estaba el Señor. «Pero la finalidad de ello no era una religiosidad intimista y consoladora como hoy nos presentan algunos movimientos en la Iglesia, una espiritualidad de salón; al contrario, el encuentro con el Señor encendió en la vida de Pablo un celo evangelizador», ha señalado el Pontífice.
Para Pedro y para Pablo, Dios abrió puertas de liberación y, además, «abrió ante ellos las puertas de la evangelización». Así, ha indicado el Papa, pudieron «experimentar la alegría de encontrarse con los hermanos y hermanas de las comunidades nacientes y llevar la esperanza del Evangelio a todos».
Por último, ha deseado a los arzobispos metropolitanos que sigan el ejemplo de Cristo y sean «pastores diligentes que abran las puertas del Evangelio y que, con su ministerio, ayuden a construir una Iglesia y una sociedad de puertas abiertas».
ÁNGELES CONDE MIR
Alfa y Omega
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