«La lógica dominante es aquella de las estrategias de los Estados más poderosos para afirmar sus propios intereses»: lo expresó Francisco en su catequesis de la audiencia general dedicada al viaje a Malta. «Malta representa el derecho y la fuerza de las naciones pequeñas que deberían llevar adelante la lógica del respeto y la libertad, opuesta a la colonización de los más poderosos».
Ciudad del Vaticano, 6 de abril 2022.- Durante la audiencia general de hoy, el Papa Francisco recordó su reciente viaje apostólico a Malta. Mencionando una vez más, las palabras con las que el evangelista Lucas en los Hechos de los Apóstoles describe el modo en que Pablo, naufragado en la isla, fue acogido: «con una humanidad poco común», el Pontífice afirmó que eligió estas palabras como lema de su peregrinación, «porque indican el camino a seguir no solo para afrontar el fenómeno de los migrantes, sino más en general para que el mundo se vuelva más fraterno, más vivible y se salve de un “naufragio” que nos amenaza a todos nosotros, que estamos – como hemos aprendido – en la misma barca».
Domina la lógica de los estados más poderosos
En este horizonte, Francisco define a Malta «un lugar-clave», sobre todo geográficamente, por su posición en el centro del Mar Mediterráneo, entre Europa y África, una “rosa de los vientos”, donde se cruzan pueblos y culturas. Y añade:
Hoy se habla a menudo de “geopolítica”, pero lamentablemente la lógica dominante es la de las estrategias de los Estados más poderosos para afirmar los propios intereses extendiendo el área de influencia económica, ideológica y militar. Malta representa, en ese cuadro, el derecho y la fuerza de los “pequeños”, de las Naciones pequeñas pero ricas de historia y de civilización, que deberían llevar adelante otra lógica: la del respeto y de la libertad, de la convivialidad de las diferencias, opuesta a la colonización de los más poderosos. Lo estamos viendo ahora. Y no sólo de un lado: también de otras… Después de la segunda guerra mundial se ha intentando poner las bases de una nueva historia de paz, – pero, por desgracia, no aprendemos, ¿eh? – pero lamentablemente ha ido adelante la vieja historia de grandes potencias competidoras. Y, en la actual guerra en Ucrania, asistimos a la impotencia de las Organizaciones de las Naciones Unidas.
Migrantes y acogida
El Santo Padre se detiene una vez más en el fenómeno migratorio y recuerda su encuentro, antes de dejar Malta, con los numerosos migrantes hospedados por el Centro de Acogida Juan XXIII, dirigido por un fraile franciscano de 90 años, ejemplo de celo apostólico y de amor por los migrantes. E insiste en que «no hay que cansarse de escuchar sus testimonios, porque solo así se sale de la visión distorsionada que a menudo circula en los medios de comunicación y se pueden reconocer los rostros, las historias, las heridas, los sueños y las esperanzas» porque, asegura, «cada migrante es único, es una persona con su dignidad, sus raíces, su cultura. Cada uno de ellos es portador de una riqueza infinitamente más grande que los problemas que puede implicar su acogida». Y sobre la acogida, precisa:
Ciertamente, la acogida debe ser organizada, debe ser gobernada, y antes, mucho antes, debe ser proyectada juntos, a nivel internacional. Porque el fenómeno migratorio no puede ser reducido a una emergencia, es un signo de nuestros tiempos. Como tal debe ser leído e interpretado. Se puede convertir en un signo de conflicto, o en un signo de paz. Depende de nosotros.
Malta, laboratorio de Paz
Quien en Malta ha dado vida al Centro Juan XXIII ha hecho la elección cristiana y por eso lo ha llamado “Peace Lab”: laboratorio de paz, afirma a continuación el Pontífice, definiendo Malta en su conjunto como un «laboratorio de paz», que puede realizar «esta misión suya si, desde sus raíces, toma la savia de la fraternidad, de la compasión, de la solidaridad». Valores que el pueblo maltés ha recibido junto con el Evangelio, y gracias al Evangelio podrá mantenerles vivos».
Es tiempo de nueva evangelización
Francisco explica que fue a Malta para confirmar a sus habitantes «en la fe y la comunión» y afirma que la isla «es un lugar clave también desde el punto de vista de la evangelización». De sus dos diócesis, recuerda, han salido muchos sacerdotes y religiosos, pero también laicos, que han llevado su testimonio cristiano a todo el mundo. «Por eso – precisa – mi visita ha sido sobre todo un acto de reconocimiento, reconocimiento a Dios y a su santo pueblo fiel que está en Malta y en Gozo». Y agrega:
Sin embargo, también allí sopla el viento del secularismo y de la pseudocultura globalizada a base de consumismo, neocapitalismo y relativismo. También allí, por eso, es tiempo de nueva evangelización. La visita que, como mis predecesores, realicé a la Gruta de San Pablo ha sido como ir a la fuente, para que el Evangelio pueda brotar en Malta con la frescura de sus orígenes y reavivar su gran patrimonio de religiosidad popular. Esta es simbolizada en el Santuario mariano nacional de Ta’ Pinu, en la isla de Gozo, donde celebramos un intenso encuentro de oración. Allí sentí latir el corazón del pueblo maltés, que confía tanto en su Santa Madre. María nos lleva siempre a lo esencial, a Cristo crucificado y resucitado por nosotros, a su amor misericordioso. María nos ayuda a reavivar la llama de la fe tomando del fuego del Espíritu Santo, que anima de generación en generación el alegre anuncio del Evangelio, ¡porque la alegría de la Iglesia es evangelizar!
Por último, el Obispo de Roma reitera su agradecimiento al Presidente de la República de Malta, a su familia, al Primer Ministro y a las autoridades civiles que le acogieron, así como a los obispos, a toda la comunidad eclesial, a los voluntarios y a todos los que le acompañaron en la oración.
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