Francisco recibió a los miembros del Pontificio Comité de Ciencias Históricas, setenta años después de su creación por Pío XII en 1954. A ellos el mandato de «ampliar las relaciones científicas y humanas», evitando tentaciones ideológicas y toda forma de «cerrazón mental e institucional». La invitación a continuar su servicio para alimentar la «civilización del encuentro» y contrastar la «incivilidad del enfrentamiento».
Ciudad del Vaticano, 20 de abril 2024.- En medio de un «peligroso conflicto global a pedazos, al que no podemos asistir inertes», urge una «diplomacia de la cultura», alimentada por el encuentro y la colaboración entre investigadores de todas las culturas y religiones y por el diálogo entre la Iglesia y el mundo, siempre respetuoso de la verdad y libre de ideologías «que matan». Francisco compartió con los miembros del Pontificio Comité de Ciencias Históricas, recibidos hoy en el Vaticano setenta años después de su constitución, el posible camino hacia destellos de luz en esta época oscura de la historia.
«Los invito a continuar el trabajo de investigación histórica abriendo horizontes de diálogo, donde puedan llevar
la luz de la esperanza del Evangelio, esa esperanza que no defrauda«
Diálogo con diferentes sensibilidades historiográficas y tradiciones de estudio
El Papa agradeció uno a uno a los miembros del organismo -creado en 1954 por Pío XII para el desarrollo y el buen uso de las ciencias históricas y una mayor atención al patrimonio archivístico eclesiástico-, procedentes de distintos países y tres continentes, cada uno con su «apreciada» experiencia especializada. Se trata, según Francisco, de «una dinámica multicultural fecunda y propositiva» en la que se inscribe la labor congresual y editorial del Comité Pontificio, caracterizada por «el compromiso en la búsqueda de la verdad histórica a escala global, en un espíritu de diálogo con las diversas sensibilidades historiográficas y las múltiples tradiciones de estudios».
«Es bueno que colaboren con otros, ampliando sus relaciones científicas y humanas,
y evitando formas de cerrazón mental e institucional»
Verdad y no ideologías
Este enfoque enriquecedor, «hecho de escucha constante y atenta, libre de toda ideología -las ideologías matan- y respetuoso de la verdad», el Papa anima a mantenerlo en todo momento. «En el encuentro y la colaboración con investigadores de toda cultura y religión, pueden ofrecer una contribución específica al diálogo entre la Iglesia y el mundo contemporáneo».
Palabras de Pablo VI a los historiadores
Entre la Iglesia y la historia existe de hecho «una relación vital», añadió el Pontífice, marcada por la «búsqueda común de la verdad» y el «servicio común a la verdad». «Búsqueda y servicio», afirmaba ya Pablo VI en 1967 cuando, dirigiéndose a los historiadores, indicaba un punto de encuentro «entre la verdad religiosa de la que la Iglesia es depositaria» y «la verdad histórica, de la que ustedes son buenos y abnegados servidores».
«La Iglesia camina en la historia, junto a las mujeres y los hombres de todos los tiempos»
Civilidad del encuentro e incivilidad del enfrentamiento
Ante todo, la Iglesia, dijo el Papa Francisco, «no pertenece a ninguna cultura en particular, sino que desea vivificar con el testimonio manso y valiente del Evangelio el corazón de cada cultura, para construir juntos la civilización del encuentro». Esta última se opone a «la incivilidad del enfrentamiento», alimentada por las «tentaciones de la autorreferencialidad individualista» y la «afirmación ideológica del propio punto de vista». Es necesario resistir a tales tentaciones, recomendó el Pontífice, y «es hermoso» – observó – que el Pontificio Comité de Ciencias Históricas lo haga, setenta años después de su nacimiento, «viviendo con pasión, a través de los estudios, la experiencia regeneradora del servicio a la unidad».
No a la autorreferencialidad eclesial
El llamado es de nuevo a las palabras de San Pablo VI pronunciadas «en aquel bendito evento» que fue el Concilio Vaticano II, es decir, la advertencia contra «cualquier halago de complaciente autorreferencialidad eclesial». De ella, añadió Francisco, «debe protegerse su servicio»: «La Iglesia está en medio entre Cristo y la comunidad humana, no replegada sobre sí misma, no como un velo opaco que impide la vista, no un fin en sí misma, sino, por el contrario, esforzándose constantemente por ser toda de Cristo, en Cristo, para Cristo, por ser toda de los hombres, entre los hombres, para los hombres, intermediaria verdaderamente humilde y excelente entre el Divino Salvador y la humanidad».
Servidores de la humanidad
El deseo de Jorge Mario Bergoglio para el 70 aniversario del Comité es, por tanto, conformar su trabajo con estas palabras.
Que sus estudios históricos les hagan maestros en humanidad y servidores de la humanidad.