Con motivo de la entrega del Premio Zayed a la Fraternidad Humana 2023, el Papa Francisco envía un videomensaje en el que agradece la iniciativa y anima a todos aquellos que se comprometen en la construcción de la concordia y la paz. En este proceso son esenciales el diálogo y la colaboración entre religiones. «A los muchos conflictos, a las sombras de un mundo cerrado, contraponemos el signo de la fraternidad»
Ciudad del Vaticano, 4 de febrero 2023.- En Abu Dabi, en los Emiratos Árabes Unidos, ha tenido lugar hoy la ceremonia de entrega del Premio Zayed 2023 a la Fraternidad Humana a la Comunidad de San Egidio y a la pacificadora keniana «Mama Shamsa». Durante el encuentro, en el que intervino el cardenal Miguel Ángel Ayuso Guixot, presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso, copresidente del Alto Comité para la Fraternidad Humana y también en representación del cardenal Tagle, miembro del jurado del Premio Zayed, se emitió un videomensaje del papa Francisco y se leyó una declaración del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, con motivo de la III Jornada Internacional de la Fraternidad Humana que se celebra hoy.
El deseo compartido y la búsqueda de la fraternidad
El videomensaje del Papa Francisco llega exactamente cuatro años después de la firma del Documento sobre la Fraternidad Humana para la Paz Mundial y la Convivencia Común precisamente en Abu Dhabi junto con el Gran Imán Ahmed Al-Tayyeb. Subraya la responsabilidad de las religiones en la convivencia pacífica de los pueblos y, aunque el camino es largo, reitera la convicción de que ella es posible.
En el vídeo, Francisco saluda con afecto al Gran Imán y da las gracias al Jeque Mohammed bin Zayed, creador del premio, y a todos aquellos que trabajan de diversas maneras en favor de la fraternidad. Estamos llamados, afirma, a promover la cultura de la paz, el diálogo y la solidaridad, todos deseamos «vivir como hermanos» y «el hecho de que a menudo esto no ocurra -y desgraciadamente tenemos signos dramáticos de ello- debería estimular aún más la búsqueda de la fraternidad». Continúa el Papa.
Es cierto que las religiones no tienen la fuerza política para imponer la paz, pero al transformar al hombre desde dentro, al invitarle a apartarse del mal, le orientan hacia una actitud de paz. Las religiones tienen, pues, una responsabilidad decisiva en la convivencia de los pueblos: su diálogo teje una red pacífica, rechaza las tentaciones de desgarrar el tejido civil y libera de la instrumentalización de las diferencias religiosas con fines políticos.
La importancia del diálogo entre religiones
El Papa Francisco insiste en la necesidad de que las distintas religiones se conozcan y dialoguen entre sí, y crezcan en cooperación por el bien de todos. Juntos pueden aportar mucho a la fraternidad.
Si seremos capaces de demostrar que es posible vivir la diferencia en fraternidad, poco a poco podremos liberarnos del miedo y la desconfianza hacia el otro que es diferente de mí. Cultivar la diversidad y armonizar las diferencias no es un proceso fácil, pero es la única manera de garantizar una paz sólida y duradera, y es un compromiso que nos exige reforzar nuestra capacidad de diálogo con los demás.
Aliento para que se trabaje por la paz y los pobres
Todo encuentro entre religiones, frecuente en un mundo en el que todo está cada vez más entrelazado, puede ser ocasión de confrontación, dice el Papa, o de aliento recíproco para «ir hacia adelante como hermanos y hermanas».
Queridos hermanos y hermanas, somos conscientes de que el camino de la fraternidad es largo y difícil. ¡A los numerosos conflictos, a las sombras de un mundo cerrado, contrapongamos el signo de la fraternidad! Ella nos insta a acoger a los demás y a respetar su identidad, nos inspira a trabajar con la convicción de que es posible vivir en armonía y paz. Doy las gracias a todos los que se unirán a nuestro camino de fraternidad, y les animo a comprometerse con la causa de la paz y a responder a los problemas y necesidades concretas de los últimos, los pobres, los indefensos, los que necesitan nuestra ayuda.
El Premio Zayed a la Fraternidad Humana también va en esta dirección, dice el Papa, y concluye agradeciendo a los galardonados de esta edición -la comunidad de San Egidio y la keniana Shamsa Abubakar Fadhil- su trabajo y su testimonio.
Ayuso Guixot: construyamos juntos la fraternidad humana
«Somos ciudadanos de la humanidad, somos creyentes pertenecientes a diferentes tradiciones religiosas y también personas de buena voluntad – afirma el cardenal Miguel Ángel Ayuso Guixot-. Siguiendo el testimonio de la Comunidad de San Egidio, que sirve a la humanidad cada día, trabajemos todos juntos, como mensajeros de paz y constructores de cooperación, en la construcción de la solidaridad humana para curar las heridas de la humanidad». También recibe un premio este año Shamsa Abubakar Fadhil y de ella el cardenal dice que es «una mujer que se ha tomado en serio y personalmente la llamada del Documento sobre la Fraternidad Humana a proteger la dignidad de los jóvenes».
Biden: «Una oportunidad para renovar nuestro compromiso»
En su declaración, el Presidente Biden se declara «orgulloso de unirse a personas de todo el mundo en la celebración del Día Internacional de la Fraternidad Humana». Escribe: «Con cada generación, estamos llamados a combatir las llamas del odio a las que se ha dado demasiado oxígeno durante demasiado tiempo. Debemos sembrar la semilla de la fraternidad entre todos los pueblos, religiones y creencias». Subraya la importancia del conocimiento mutuo y del diálogo «con personas de todos los orígenes, culturas y credos». El Día de hoy es una ocasión, según Biden, «para renovar nuestros esfuerzos por atender a los necesitados, para hacer un llamamiento en favor de la paz, la justicia y la libertad para todos, en todas partes». Y es un momento «para celebrar el valor moral de los líderes religiosos y de otros que siguen trabajando juntos por el bien común».
Los dos ganadores de la edición de este año del Premio Zayed
La Comunidad de San Egidio, movimiento eclesial con sede en Roma, recibió el premio «por su contribución a las negociaciones de paz y a la resolución de conflictos en diversos lugares del mundo». Pero también por su compromiso con los migrantes y refugiados a través de la organización de «corredores humanitarios», que permiten a las personas y familias obligadas a abandonar sus hogares llegar a los países europeos en condiciones de seguridad. Shamsa Abubakar Fadhil -conocida como «Mama Shamsa»- es una activista y constructora de la paz en Kenia. Fue galardonada con el Premio Zayed por ayudar a los jóvenes de su país salvándolos «de la violencia, la delincuencia y el extremismo» y por sus campañas en toda África «para concienciar sobre la violencia contra las mujeres».
ADRIANA MASOTTI
Vatican News