El Santo Padre fue al cierre del congreso mundial de cardiología que se realiza en Roma, con más de 35 mil especialistas de 140 países
(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco después de la audiencia general que realizó el miércoles 31 de agosto en la plaza de San Pedro, se dirigió al Congreso mundial de cardiología, que se ha desarrollado en la Feria de Roma, a pocos kilómetros de la capital y a mitad de camino hacia el aeropuerto Leonardo Da Vinci, en Fiumicino. El congreso comenzó el 27 de agosto y concluyóe el 31 y reunió a 35 mil especialistas de 140 países.
El Papa les señaló que “el hombre de ciencia, mientras se mide con el gran misterio de la existencia humana, no debe dejarse vencer por la tentación de sofocar la verdad”.
“Sabemos, también, que el científico en sus descubrimientos nunca es neutral”, advirtió. Porque “él lleva consigo su historia, su modo de ser y pensar”, dijo. E invitó a cada uno a tener “una especie de purificación, que mientras aleja las toxinas que envenenan la razón en su búsqueda de la verdad y de certezas, lleva a mirar con mayor intensidad la esencia de las cosas”.
Porque no es posible negar que el conocimiento, aun el más preciso y científico, “tiene necesidad de progresar interrogándose y encontrando respuestas sobre el origen, el sentido y la finalidad de la realidad, con el hombre incluido”. Todavía las ciencias por sí, naturales y físicas, “no son suficientes para entender el misterio que cada persona contiene en sí”.
“Si se mira al hombre en su totalidad –dice el Santo Padre que se disculpa de insistir en este tema– se puede tener una mirada de particular intensidad hacia los más pobres, necesitados y marginados”, de manera que también a ellos “les lleguen vuestras curaciones, como la asistencia y la medicación de las estructuras sanitarias públicas y privadas”.
Reconoce que los cardiólogos que con su preciosa actividad contribuyen a curar el cuerpo enfermo, al mismo tiempo tienen la posibilidad de verificar que hay leyes impresas en la misma naturaleza que nadie puede alterar, sino solamente “descubrir, usar y ordenar”, porque la vida corresponde a las más altas intenciones del Creador.
Al despedirse el Papa señaló su aprecio por el trabajo que los cardiólogos realizan y pidió al Señor que bendiga la investigación y curaciones médicas, de manera que “a todos pueda llegar el alivio ante el dolor, una mayor calidad de vida y un mayor sentido de esperanza”.