Ciudad del Vaticano (VIS).- En el Aula del Sínodo, el Papa Francisco puso el punto final al tercer congreso de ‘Scholas Occurrentes’, red internacional de institutos escolares interreligiosos y multiculturales -cuyo objetivo es la inclusión social a través de la instrucción-, heredera de las Escuela de Vecinos y las Escuelas Hermanas, dos asociaciones nacidas en Buenos Aires cuando el Santo Padre era arzobispo de esa ciudad. El pontífice,respondió, en conexión directa, a las preguntas de estudiantes de Estambul, Israel, Sudáfrica, San Salvador y Australia, y pronunció un discurso improvisado en el que subrayó la importancia de la »cultura del encuentro».
La primera pregunta la hizo un estudiante australiano que quería saber cómo el programa de Scholas podía ayudarles a crear puentes hoy entre los jóvenes de varios países.
»Los muros separan, dividen -respondió el Papa- Los puentes acercan. Respondiendo a tu pregunta: ¿qué pueden hacer?, seguir comunicándose, comunicar las experiencias, las experiencias que ustedes hacen… y con esta comunicación nadie manda, pero todo funciona. Es la espontaneidad de la vida, es decirle un sí a la vida. Comunicarse es dar, comunicarse es generosidad, comunicarse es respeto, comunicarse es evitar todo tipo de discriminación».
A continuación, Francisco habló con un miembro de Scholas en Israel que le preguntó si pensaba volver pronto a visitarlos. »Me gustaría volver- aseguró el pontífice- Estuve hace unos meses y vine muy contento… vine muy contento».
La tercera pregunta la formuló un joven de Estambul interesado en saber si el Papa pensaba que el futuro del mundo sería mejor o peor que el actual.
»Yo no tengo esa bola de cristal que tienen la brujas para mirar el futuro – bromeó- Pero te quiero decir una cosa: ¿Sabes dónde está el futuro?… El futuro lo tienen los jóvenes. Pero cuidado, jóvenes con dos cualidades: jóvenes con alas y jóvenes con raíces. Jóvenes que tengan alas para volar, para soñar, para crear, y que tengan raíces para recibir de los mayores la sabiduría que nos dan los mayores».
De Sudáfrica llegó, en cambio, la pregunta sobre cómo se formó la idea de la plataforma escolar.
»Scholas surgió- rememoró el pontífice- formando una escuela de vecinos, en la Diócesis de Buenos Aires. Además de las escuelas, una red de escuelas de vecinos, para tender puentes entre las escuelas de Buenos Aires. Y tendió muchos puentes, muchos puentes, hasta puentes transoceánicos….¿Por qué? Porque estamos convencidos de que la juventud necesita comunicarse, necesita mostrar sus valores y compartir sus valores. La juventud, hoy, necesita tres pilares claves: educación, deporte y cultura. Por eso Scholas junta todo. …. Adelante, para que los Estados puedan preparar salidas laborales para estos chicos que son acompañados por educación, el deporte y la cultura. Y el deporte es importante porque enseña a jugar en equipo. El deporte salva del egoísmo, ayuda a no ser egoísta. Por eso es importante trabajar en equipo y estudiar en equipo y andar el camino de la vida en equipo.
Ernesto, un estudiante de El Salvador, preocupado por el futuro empleo, pidió al Papa que hiciera un llamado a todas las universidades o a las empresas privadas y Francisco tras subrayar los avances del país en la educación dijo a su interlocutor que había que tener cuidado con las “maras” porque, »así como existen puentes que los unen a ustedes, también existen comunicaciones para destruir. Estén bien alerta cuando hay grupos que buscan la destrucción, que buscan la guerra, que no saben trabajar en equipo. Defiéndanse entre ustedes, como equipo, como grupo, y trabajen fuerte allí. Sé que están trabajando muy bien, y muy bien apoyados. Y el Ministerio de Educación, sé que los apoya. Sigan adelante por este camino de trabajar en equipo y defenderse de aquellos que quieren atomizarlos y quitarles esa fuerza del grupo».
Al final, el presentador del programa preguntó al Santo Padre que mensaje le gustaría transmitir a todos los que estaban viendo el encuentro.
»Una cosa que no es mía -respondió Francisco-. Jesús la decía muchas veces–: “No tengan miedo”. Nosotros en mi país tenemos una expresión que no sé cómo la traducirán en inglés: “No se arruguen”. No tengan miedo, vayan adelante, tiendan puentes de paz, jueguen en equipo y hagan el futuro mejor porque acuérdense que el futuro está en las manos de ustedes. Sueñen el futuro volando, pero no olviden la herencia cultural, sapiencial y religiosa que les dejaron sus mayores. Adelante y con valentía. Hagan el futuro».
En su breve discurso, en la clausura de estas III Jornadas de la Red Mundial de Escuelas para el Encuentro, el Papa subrayó que »la cultura del encuentro»’ es el gran desafío. »Hoy ya nadie duda -dijo- que el mundo está en guerra. Y nadie duda, por supuesto, que el mundo está en desencuentro. Y hay que proponer una cultura del encuentro de alguna manera. Una cultura de la integración, del encuentro, de los puentes… Pero recuerdo ese refrán africano: “Para educar a un hijo hace falta una aldea”. Para educar a una persona, hace falta todo esto».
»No podemos dejar solos a los chicos, por favor. -exclamó- Ya se ha incorporado a nuestro lenguaje hablar de los chicos de la calle …como si un chico pudiera estar solo, abandonado de todo lo que es entorno cultural, de todo lo que es entorno familiar… y hay que recomponer el pacto educativo… recomponer esta aldea para educar a un chico. No los podemos dejar solos, no los podemos dejar en la calle, ni desprotegidos, y a merced de un mundo en el que prevalece el culto al dinero, a la violencia y al descarte… Descartan los chicos, los ancianos y ahora el nuevo descarte, toda una generación de jóvenes sin trabajo en países desarrollados. Se habla de 75 millones de jóvenes en países desarrollados, de 25 años para abajo, sin trabajo. Se descarta una generación de jóvenes. Esto nos obliga a salir y no dejar a los chicos solos, por lo menos eso. Y ése es nuestro trabajo».
»En este sentido -concluyó- es muy importante fortalecer los vínculos: los vínculos sociales, los familiares, los personales. Todos, pero especialmente los niños y los más jóvenes, tienen necesidad de un entorno adecuado, de un hábitat verdaderamente humano, en el que se den las condiciones para su desarrollo personal armónico y para su integración en el hábitat más grande de la sociedad. Qué importante resulta entonces el empeño por crear una “red” extensa y fuerte de lazos verdaderamente humanos, que sostenga a los niños, que los abra confiada y serenamente a la realidad…. Los animo a que sigan trabajando para crear esta aldea humana, cada vez más humana, que ofrezca a los niños un presente de paz y un futuro de esperanza».