Visita al hospital pediátrico Niños de Acosta Ñu: Jesús se enfadó cuando no dejaron que los niños se acercasen a El
En el Santuario de Caacupé: Cuando todo parecía derrumbarse las mujeres paraguayas, como Nuestra Señora, esperaban contra toda esperanza
Francisco responde a los »constructores de la sociedad» de Paraguay
Vísperas en la catedral de Asunción
El Papa en el Bañado Norte: La fe sin solidaridad es una fe sin Cristo
Misa en Ñu Guazú: Cristiano es el que aprende a alojar
Angelus: Con la ayuda de María la Iglesia sea una casa que sepa hospedar
Francisco se despide de Paraguay encontrando a los jóvenes
Ciudad del Vaticano, 11 de julio de 2015 (Vis).-Terminada su visita al Penitenciario de Palmasola, el Papa Francisco se trasladó a la iglesia parroquial de La Santa Cruz, donde se encontró con los obispos bolivianos (unos 37, incluidos los eméritos). Se trató de un coloquio informal que duró alrededor de una hora, después del cual Francisco se desplazó en papamóvil, aclamado por miles de personas, al aeropuerto de Viru Viru desde donde se embarcó rumbo a Paraguay a cuya capital Asunción llegó dos horas después (las 15,00 hora local).
En el aeropuerto lo esperaba el Presidente de Paraguay Horacio Manuel Cartes Jara que presenció con el Pontífice una breve escena coreográfica sobre la historia y la cultura de Paraguay. Francisco recibió flores de manos de un grupo de niños y bendijo la placa conmemorativa de la visita de San Juan Pablo II a ese país del 16 al 18 de mayo de 1988.
Acabada la ceremonia el Santo Padre recorrió en papamóvil los quince kilómetros que separan el aeropuerto de la capital. En el trayecto se detuvo para saludar a las mujeres de la cárcel femenina »Correccional del Buen Pastor», que habían escrito al Papa pidiéndole que fuera a verlas durante su visita a Paraguay, como ayer hizo. A la entrada del correccional, el coro »50 voces de la esperanza», dieron la bienvenida a Francisco cantando para él.
Una vez llegado a Asunción el Papa se trasladó a la nunciatura apostólica, donde residirá estos días, y desde allí se desplazó en papamóvil al Palacio Presidencial, sede del gobierno, donde fue recibido por el Presidente Horacio Manuel Cartes Jara, que le presentó a sus familiares y con el cual Francisco se entrevistó en privado.
Después el Presidente acompañó al Pontífice al jardín de la residencia presidencial donde lo esperaban los miembros del gobierno, del Congreso Nacional, de la Corte Suprema de Justicia y del Cuerpo Diplomático ante los que el Santo Padre pronunció un discurso en el que recordó los sufrimientos experimentados por el país a lo largo de su historia, así como el espíritu de superación y el tesón del pueblo para construir una nación próspera. También destacó en este ámbito el papel de las mujeres paraguayas, »las mas gloriosas de América», y aseguró la colaboración de la Iglesia católica en el afán común por edificar una sociedad justa e inclusiva en la que vivir en armonía.
»Un »gracias» especial para todas las personas e instituciones que han colaborado con esfuerzo y dedicación en la preparación de este viaje y a que me sienta en casa -dijo el Papa- Y no es difícil sentirse en casa en esta tierra tan acogedora. Paraguay es conocido como el corazón de América, y no sólo por la posición geográfica, sino también por el calor de la hospitalidad y cercanía de sus gentes».
»Ya desde sus primeros pasos como nación independiente, y hasta épocas muy recientes, la historia de Paraguay ha conocido el sufrimiento terrible de la guerra, del enfrentamiento fratricida, de la falta de libertad y de la conculcación de los derechos humanos. ¡Cuánto dolor y cuánta muerte! -exclamó el Pontífice- Pero es admirable el tesón y el espíritu de superación del pueblo paraguayo para rehacerse ante tanta adversidad y seguir esforzándose por construir una Nación próspera y en paz. Aquí –en el jardín de este palacio que ha sido testigo de la historia paraguaya: desde cuando sólo era ribera del río y lo usaban los guaraníes, hasta los últimos acontecimientos contemporáneos – quiero rendir tributo a esos miles de paraguayos sencillos, cuyos nombres no aparecerán escritos en los libros de historia, pero que han sido y seguirán siendo verdaderos protagonistas de la vida de su pueblo. Y quiero reconocer con emoción y admiración el papel desempeñado por la mujer paraguaya en esos momentos tan dramáticos de la historia, de modo especial esa guerra inicua que llegó a destruir casi la fraternidad de nuestros pueblos. Sobre sus hombros de madres, esposas y viudas, han llevado el peso más grande, han sabido sacar adelante a sus familias y a su País, infundiendo en las nuevas generaciones la esperanza en un mañana mejor. Dios bendiga a la mujer paraguaya, la más gloriosa de América»
»Un pueblo que olvida su pasado, su historia, sus raíces, no tiene futuro, es un pueblo seco -recalcó- La memoria, asentada firmemente sobre la justicia, alejada de sentimientos de venganza y de odio, transforma el pasado en fuente de inspiración para construir un futuro de convivencia y armonía, haciéndonos conscientes de la tragedia y la sinrazón de la guerra. ¡Nunca más guerras entre hermanos! ¡Construyamos siempre la paz! También una paz del día a día, una paz de la vida cotidiana, en la que todos participamos evitando gestos arrogantes, palabras hirientes, actitudes prepotentes, y fomentando en cambio la comprensión, el diálogo y la colaboración».
»Desde hace algunos años, Paraguay se está comprometiendo en la construcción de un proyecto democrático sólido y estable. Y es justo reconocer con satisfacción lo mucho que se ha avanzado en este camino gracias al esfuerzo de todos, aun en medio de grandes dificultades e incertidumbres. Los animo a que sigan trabajando con todas sus fuerzas para consolidar las estructuras e instituciones democráticas que den respuesta a las justas aspiraciones de los ciudadanos. La forma de gobierno adoptada en su Constitución:, »democracia representativa, participativa y pluralista», basada en la promoción y respeto de los derechos humanos, nos aleja de la tentación de la democracia formal, que Aparecida definía como la que se »contentaba con estar fundada en la limpieza de los procesos electorales». Esa es una democracia formal», afirmó el Pontífice.
»En todos los ámbitos de la sociedad, pero especialmente en la actividad pública, se ha de potenciar el diálogo como medio privilegiado para favorecer el bien común, sobre la base de la cultura del encuentro, del respeto y del reconocimiento de las legítimas diferencias y opiniones de los demás. No hay que detenerse en lo conflictivo, la unidad siempre es superior al conflicto; es un ejercicio interesante decantar en el amor a la patria, y en el amor al pueblo, toda perspectiva que nace de las convicciones de una opción partidaria o ideológica. Y en ese mismo amor tiene que ser el impulso para crecer cada día más en gestiones transparentes y que luchan impetuosamente contra la corrupción. Sé que existe una firme voluntad para desterrar hoy la corrupción.
»Queridos amigos -afirmó Francisco dirigiéndose a los presentes- en la voluntad de servicio y de trabajo por el bien común, los pobres y necesitados han de ocupar un lugar prioritario. Se están haciendo muchos esfuerzos para que Paraguay progrese por la senda del crecimiento económico. Se han dado pasos importantes en el campo de la educación y la sanidad. Que no cese ese esfuerzo de todos los actores sociales, hasta que no haya más niños sin acceso a la educación, familias sin hogar, obreros sin trabajo digno, campesinos sin tierras que cultivar y tantas personas obligadas a emigrar hacia un futuro incierto; que no haya más víctimas de la violencia, la corrupción o el narcotráfico. Un desarrollo económico que no tiene en cuenta a los más débiles y desafortunados, no es verdadero desarrollo. La medida del modelo económico ha de ser la dignidad integral de la persona, especialmente el la persona más vulnerable e indefensa.
»Señor Presidente, queridos amigos. En nombre también de mis hermanos Obispos del Paraguay, deseo asegurarles el compromiso y la colaboración de la Iglesia católica en el afán común por construir una sociedad justa e inclusiva, en la que se pueda convivir en paz y armonía. Porque todos, también los pastores de la Iglesia, estamos llamados a preocuparnos por la construcción de un mundo mejor. Nos mueve a ello la certeza de nuestra fe en Dios, que quiso hacerse hombre y, viviendo entre nosotros, compartir nuestra suerte. Cristo nos abre el camino de la misericordia, que asentado sobre la justicia, va más allá, y alumbra la caridad, para que nadie se quede al margen de esta gran familia que es el Paraguay, al que aman y quieren servir».
»Con la inmensa alegría de encontrarme en esta tierra consagrada a la Virgen de Caacupé –y quiero recordar también especialmente a mis hermanos paraguayos de Buenos Aires, de mi anterior diócesis ellos tienen la parroquia de la Virgen de los Milagros de Caacupé–, imploro la bendición del Señor sobre todos ustedes, sobre sus familias y sobre todo el querido pueblo paraguayo. Que Paraguay sea fecundo, como lo indica la flor de la pasiflora en el manto de la Virgen y, como esa cinta con los colores paraguayos que tiene la imagen, así se abrace a la Madre de Caacupé. Muchas gracias».
Después del discurso, el Papa presenció un espectáculo musical con piezas de la época de las Reducciones jesuitas. Las Reducciones, como se recordará, fueron una experiencia misionera pionera en su género. Eran aldeas en las que los indios cristianos, separados de los españoles, vivían bajo la tutela de misioneros europeos. En su etapa de mayor apogeo, alrededor de 1731, en las reducciones jesuitas de Paraguay había 150.000 indios cristianos, pero la experiencia acabó en 1767 con la expulsión de los jesuitas de todas ellas.
Visita al hospital pediátrico Niños de Acosta Ñu
Ciudad del Vaticano, 12 de julio de 2015 (Vis).-La primera visita del Papa en Paraguay, después de su encuentro ayer con el Presidente Horacio Manuel Cartes Jara, fue para los pacientes del hospital Niños de Acosta Ñu.
El Papa llegó a la institución pediátrica hacia las 8,30 de la mañana (hora local) y pasó alrededor de una hora con los niños ingresados, entre otros los que estaban en los departamentos de reanimación y oncología. En vez de pronunciar el discurso que tenía preparado y que reproducimos a continuación, prefirió darlo por leído y departió con los pacientes.
Discurso del Papa:
»Queridos niños, quiero hacerles una pregunta, a ver si me ayudan. Me han dicho que son muy inteligentes, por eso me animo. ¿Jesús se enojó alguna vez?, ¿se acuerdan cuándo?. Sé que es una pregunta difícil, así que los voy a ayudar. Fue cuando no dejaron que los niños se acercaran a Él. Es la única vez en todo el evangelio de Marcos que usó esta expresión Algo parecido a nuestra expresión: se llenó de bronca. ¿Alguna vez se enojaron? Bueno, de esa misma manera se puso Jesús, cuando no lo dejaron estar cerca de los niños, cerca de ustedes. Le vino mucha rabia. Los niños están dentro de los predilectos de Jesús. No es que no quiera a los grandes, pero se sentía feliz cuando podía estar con ellos. Disfrutaba mucho de su amistad y compañía. Pero no solo, quería tenerlos cerca, sino que aún más. Los ponía como ejemplo. Le dijo a los discípulos que si »no se hacen como niños, no podrán entrar en el Reino de los Cielos» .
Los niños estaban alejados, los grandes no los dejaban acercarse, pero Jesús, los llamó, los abrazó y los puso en el medio para que todos aprendiéramos a ser como ellos. Hoy nos diría lo mismo a nosotros. Nos mira y dice, aprendan de ellos.
Debemos aprender de ustedes, de su confianza, alegría, ternura. De su capacidad de lucha, de su fortaleza. De su incomparable capacidad de aguante. Son unos luchadores. Y cuanto uno tiene semejantes »guerreros» adelante, se siente orgulloso. ¿Verdad mamás? ¿Verdad padres y abuelos? Verlos a ustedes, nos da fuerza, nos da ánimo para tener confianza, para seguir adelante.
Mamás, papás, abuelos sé que no es nada fácil estar acá. Hay momentos de mucho dolor, incertidumbre. Hay momentos de una angustia fuerte que oprime el corazón y hay momentos de gran alegría. Los dos sentimientos conviven, están en nosotros. Pero no hay mejor remedio que la ternura de ustedes, que su cercanía. Y me alegra saber que entre ustedes familias, se ayudan, estimulan, »palanquean» para salir adelante y atravesar este momento.
Cuentan con el apoyo de los médicos, los enfermeros y de todo el personal de esta casa. Gracias por esta vocación de servicio, de ayudar no solo a curar sino a acompañar el dolor de sus hermanos.
No nos olvidemos, Jesús está cerca de sus hijos. Está bien cerca, en el corazón. No duden en pedirle, no duden en hablar con Él, en compartir sus preguntas, dolores. Él esta siempre, pero siempre, y no los dejará caer.».
En el Santuario de Caacupé
Ciudad del Vaticano, 12 de julio de 2015 (Vis).-Después de saludar a los pacientes del hospital pediátrico »Niños de Acosta Ñu», el Papa se trasladó en automóvil al Santuario de Caacupé que en guaraní significa »detrás del monte» y desde el que se divisa el lago Ypacaray. Caacupé se considera la capital espiritual de Paraguay y es famosa por la fiesta que se celebra el 8 de diciembre en honor de la Inmaculada Concepción de los Milagros. La leyenda narra que la imagen fue esculpida en el siglo XVI por un indio atyrá convertido que huyendo de otros indígenas mhayaes rivales pidió a la Virgen que lo salvase y como ex voto talló la imagen de Nuestra Señora en la madera del tronco en que se había refugiado. El indio, que se llamaba José construyó allí una cabaña que fue el núcleo del futuro santuario, terminado en 1770, fecha que se considera la de la fundación oficial de la ciudad de Caacupé.
El Papa recorrió los últimos kilómetros que lo llevaban al santuario en papamóvil, saludado por las decenas de miles de fieles que lo esperaban para participar en la santa misa cuyas oraciones se leyeron en español y en guaraní.
En su homilía el Papa subrayó que el santuario de Caacupé atesoraba la memoria de un pueblo que sabe que María es madre y está al lado de sus hijos y reiteró su admiración por las mujeres y madres paraguayas que »con gran valor y abnegación han sabido levantar un país derrotado y hundido por una guerra inicua».
»Estar aquí con ustedes es sentirme en casa, a los pies de nuestra Madre, la Virgen de los Milagros de Caacupé- afirmó Francisco-En un santuario los hijos nos encontramos con nuestra Madre y entre nosotros recordamos que somos hermanos. Es un lugar de fiesta, de encuentro, de familia. Venimos a presentar nuestras necesidades, venimos a agradecer, a pedir perdón y a volver a empezar. Cuántos bautismos, cuántas vocaciones sacerdotales y religiosas, cuántos noviazgos y matrimonios nacieron a los pies de nuestra Madre. Cuántas lágrimas y despedidas. Venimos siempre con nuestra vida, porque acá se está en casa y lo mejor es saber que hay alguien que nos espera».
»Como tantas otras veces -prosiguió- hemos venido porque queremos renovar nuestras ganas de vivir la alegría del Evangelio. Cómo no reconocer que este Santuario es parte vital del pueblo paraguayo, de ustedes. Así lo sienten, así lo rezan, así lo cantan: »En tu Edén de Caacupé, es tu pueblo Virgen pura que te da su amor y fe». Y estamos hoy, como el Pueblo de Dios, a los pies de nuestra Madre a darle nuestro amor y fe.
Francisco citó el anuncio del Ángel a María que le dice: »Alégrate, llena de gracia. El Señor está contigo». Alégrate, María, alégrate. »Frente a este saludo -explicó- ella, quedó desconcertada y se preguntaba qué quería decir. No entendía mucho lo que estaba sucediendo. Pero supo que venía de Dios y dijo »sí». María es la madre del »sí». Sí, al sueño de Dios,; sí, al proyecto de Dios,; sí, a la voluntad de Dios. Un »sí» que, como sabemos, no fue nada fácil de vivir. Un »sí» que no la llenó de privilegios o diferencias, sino que, como le dirá Simeón en su profecía: »A ti una espada te va a atravesar el corazón» . ¡Y ¡vaya que se lo atravesó! Por eso la queremos tanto y encontramos en ella una verdadera Madre que nos ayuda a mantener viva la fe y la esperanza en medio de situaciones complicadas».
Después el Papa siguiendo la profecía de Simeón repasó brevemente tres momentos difíciles en la vida de María, el nacimiento de Jesús, la huida a Egipto y la muerte en la cruz.
Hablando del primero recordó que »No había un lugar para ellos» . No tenían una casa, una habitación para recibir a su hijo. No había espacio para que pudiera dar a luz. Tampoco familia cercana,: estaban solos. El único lugar disponible era una cueva de animales. Y en su memoria seguramente resonaban las palabras del Ángel: »Alégrate María, el Señor está contigo». Y Ella podría haberse preguntado: »¿Dónde está ahora?».
Durante la huída a Egipto, María, José y Jesús, »tuvieron que irse, exiliarse. Ahí no solo no tenían un espacio, ni familia, sino que incluso sus vidas corrían peligro. Tuvieron que marcharse a tierra extranjera. Fueron migrantes perseguidos por la codicia y la avaricia del emperador. Y ahí ella también podría haberse preguntado: »¿Y dónde está lo que me dijo el Ángel?».
Por último, la muerte en la cruz. »No debe existir una situación más difícil para una madre que acompañar la muerte de su hijo -afirmó el Papa- Son momentos desgarradores. Ahí vemos a María, al pie de la cruz, como toda madre, firme, sin abandonar, acompañando a su Hijo hasta el extremo de la muerte y muerte de cruz. Y allí también podría haberse preguntado: ¿Dónde está lo que me dijo el Ángel? Luego la vemos conteniendo y sosteniendo a los discípulos.
»Contemplamos su vida, y nos sentimos comprendidos, entendidos. Podemos sentarnos a rezar y usar un lenguaje común frente a un sinfín de situaciones que vivimos a diario. Nos podemos identificar en muchas situaciones de su vida. Contarle de nuestras realidades porque ella las comprende.
»Ella es mujer de fe, es la Madre de la Iglesia, ella creyó. Su vida, es testimonio de que Dios no defrauda, que Dios no abandona a su Pueblo, aunque existan momentos o situaciones en que parece que Él no está. Ella fue la primera discípula que acompañó a su Hijo y sostuvo la esperanza de los apóstoles en los momentos difíciles. Estaban encerrados con no sé cuántas llaves, de miedo, en el cenáculo. Fue la mujer que estuvo atenta y supo decir –cuando parecía que la fiesta y la alegría se terminaba–: »mirá no tienen vino». Fue la mujer que supo ir y estar con su prima Isabel »unos tres meses» , para que no estuviera sola en su parto. Esa es nuestra madre, así de buena, así de generosa, así de acompañadora en nuestra vida».
»Y todo esto lo sabemos por el Evangelio, pero también sabemos que, en esta tierra, es la Madre que ha estado a nuestro lado en tantas situaciones difíciles. Este Santuario, guarda, atesora, la memoria de un pueblo que sabe que María es Madre y que ha estado y está al lado de sus hijos.Ha estado y está en nuestros hospitales, en nuestras escuelas, en nuestras casas. Ha estado y está en nuestros trabajos y en nuestros caminos. Ha estado y está en las mesas de cada hogar. Ha estado y está en la formación de la patria, haciéndonos nación. Siempre con una presencia discreta y silenciosa. En la mirada de una imagen, una estampita o una medalla. Bajo el signo de un rosario, sabemos que no vamos solos, que Ella nos acompaña».
»Y, ¿por qué? Porque María simplemente quiso estar en medio de su Pueblo, con sus hijos, con su familia. Siguiendo siempre a Jesús, desde la muchedumbre. Como buena madre no abandonó a los suyos, sino por el contrario, siempre se metió en donde un hijo pudiera estar necesitando de ella. Tan solo, porque es Madre. Una Madre que aprendió a escuchar y a vivir en medio de tantas dificultades de aquel: »no temas, el Señor está contigo» . Una madre que continúa diciéndonos: »Hagan lo que Él les diga» Es su invitación constante y continua: »Hagan lo que Él les diga». No tiene un programa propio, no viene a decirnos nada nuevo,; más bien, le gusta estar callada, tan solo su fe acompaña nuestra fe»
»Y ustedes lo saben -afirmó el Papa dirigiéndose a los presentes- han hecho experiencia de esto que estamos compartiendo. Todos ustedes, todos los paraguayos, tienen la memoria viva, de un Pueblo que ha hecho carne estas palabras del Evangelio. Y quisiera referirme de modo especial a ustedes mujeres y madres paraguayas, que, con gran valor y abnegación, han sabido levantar un País derrotado, hundido, sumergido por una guerra inicua. Ustedes tienen la memoria, ustedes tienen la genética de aquellas que reconstruyeron la vida, la fe, la dignidad de su Pueblo, junto a María. Han vivido situaciones muy pero muy difíciles, que desde una lógica común sería contraria a toda fe. Ustedes al contrario, impulsadas y sostenidas por la Virgen , siguieron creyentes, inclusive »esperando contra toda esperanza» Y cuando todo parecía derrumbarse, junto a María se decían: No temamos, el Señor está con nosotras nosotros, está con nuestro Pueblo, con nuestras familias, hagamos lo que Él nos diga. Y allí encontraron ayer y encuentran hoy, la fuerza para no dejar que esta tierra se desmadre. Dios bendiga ese tesón, Dios bendiga y aliente la fe de ustedes , Dios bendiga a la mujer paraguaya, la más gloriosa de América».
»Como Pueblo, hemos venido a nuestra casa, a la casa de la Patria paraguaya, a escuchar una vez más, esas palabras que tanto bien nos hacen: »Alégrate, el Señor está contigo». Es un llamado a no perder la memoria, a no perder las raíces, los muchos testimonios que han recibido de pueblo creyente y jugado por sus luchas. Una fe que se ha hecho vida, una vida que se ha hecho esperanza y una esperanza que las lleva a primerear en la caridad. Sí, al igual que Jesús, primereen sigan primereando en el amor. Sean ustedes los portadores de esta fe, de esta vida, de esta esperanza. Ustedes, paraguayos, sean los forjadores de este hoy y mañana».
El Santo Padre invito entonces a todos a pronunciar la oración: »En tu Edén de Caacupé, es tu pueblo Virgen pura que te da su amor y fe». »Todos juntos -exclamó-: »En tu Edén de Caacupé, es tu pueblo Virgen pura que te da su amor y fe». Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas y gracias de nuestro Señor Jesucristo. Amén».
Finalizada la santa misa, el Papa renovó el acto de encomienda de Paraguay a la Inmaculada Concepción Milagrosa de Caacupé que llevó a cabo san Juan Pablo II el 18 de mayo de 1988 en ese santuario durante su viaje apostólico a Paraguay.
Francisco responde a los »constructores de la sociedad» de Paraguay
Ciudad del Vaticano, 12 de julio de 2015 (Vis).-El Palacio de Deportes León Condou en Asunción fue el sábado por la tarde el escenario del encuentro del Papa con los denominados »constructores de la sociedad» de Paraguay, es decir, los profesores de escuelas y universidades, los artistas y empresarios, los periodistas, las asociaciones de mujeres, los agricultores y los indígenas. El Santo Padre articuló su discurso respondiendo a diversas preguntas de los presentes a los que saludó primero con estas palabras:
»Verlos a todos, cada uno proveniente de un sector, de una organización, de esta querida sociedad paraguaya, con sus alegrías, preocupaciones, luchas y búsquedas, me lleva a hacer una acción de gracias a Dios. O sea, parece que Paraguay no está muerto, gracias a Dios. Porque un pueblo que vive, un pueblo que no mantiene viva sus preocupaciones, un pueblo que vive en la inercia de la aceptación pasiva, es un pueblo muerto. Por el contrario, veo en ustedes la savia de una vida que corre y que quiere germinar. Y eso siempre Dios lo bendice. Dios siempre está a favor de todo lo que ayude a levantar, mejorar, la vida de sus hijos. Hay cosas que están mal, sí. Hay situaciones injustas, sí. Pero verlos y sentirlos, me ayuda a renovar la esperanza en el Señor que sigue actuando en medio de su gente. Ustedes vienen desde distintas miradas, distintas situaciones y búsquedas, todos juntos forman la cultura paraguaya. Todos son necesarios en la búsqueda del bien común. En las condiciones actuales de la sociedad mundial, donde hay tantas iniquidades y cada vez más las personas son descartables, verlos a ustedes acá aquí es un regalo».
La primera pregunta la hizo un joven que manifestó su preocupación por hacer que la sociedad sea un ámbito de fraternidad, de justicia, de paz y dignidad para todos.
»La juventud es tiempo de grandes ideales -dijo el Papa- A mí me viene decir muchas veces que me da tristeza ver un joven jubilado. Qué importante es que ustedes los jóvenes …vayan intuyendo que la verdadera felicidad pasa por la lucha de un mundo más país fraterno. Y es bueno que ustedes los jóvenes, vean que felicidad y placer no son sinónimos. Una cosa es la felicidad y el gozo… y otra cosa es un placer pasajero. La felicidad construye, es sólida, edifica…exige, el compromiso y la entrega. Son muy valiosos; y, por eso, el compromiso, la entrega…Paraguay tiene abundante población joven y es una gran riqueza. Por eso, pienso que lo primero que se ha de hacer es evitar que esa fuerza se apague, que esa luz que hay en sus corazones desaparezca, y contrarrestar la creciente mentalidad que considera inútil y absurdo aspirar a cosas que valen la pena..A jugársela por algo, a jugársela por alguien. Esa es la vocación de la juventud y no tengan miedo de dejar todo en la cancha. Jueguen limpio, jueguen con todo. No tengan miedo de entregar lo mejor de sí. No busquen el arreglo previo para evitar el cansancio, la lucha. No coiméen al réferi (no sobornen al árbitro n.d.r) Eso sí, esta lucha no lo hagan solos. Busquen charlar, aprovechen a escuchar la vida, las historias, los cuentos de sus mayores, y de sus abuelos, que hay sabiduría allí. Pierdan mucho tiempo en escuchar todo lo bueno que tienen para enseñarles. Ellos son los custodios de ese patrimonio espiritual de fe y valores que definen a un pueblo y alumbran el camino. Encuentren también consuelo en la fuerza de la oración, en Jesús. En su presencia cotidiana y constante. Él no defrauda. Jesús invita a través de la memoria de su pueblo,. …La fraternidad, la justicia, la paz y la dignidad son concretas, sino no sirven. ¡Se hacen todos los días! Entonces, yo te pregunto a vos, joven: “¿Cómo esos ideales los amasás, día a día, en lo concreto? Aunque te equivoques, ¿te corregís y volvés a andar?”. Pero lo concreto. Yo les confieso que a veces a mí me da un poquito de alergia… escuchar discursos grandilocuentes con todas estas palabras y, cuando uno conoce la persona que habla, dice: “Qué mentiroso que sos”. Por eso, palabras solas no sirven. Si vos decís una palabra comprometéte con esa palabra, amasá día a día, ¡Sacrificáte por eso! ¡Comprometéte!».
La segunda pregunta se refería al diálogo como medio para forjar un proyecto de nación que incluyese a todos.
»El diálogo no es fácil -respondió Francisco- También está el “diálogo-teatro”, es decir, representemos al diálogo, juguemos al diálogo, y después hablamos entre nosotros dos, entre nosotros dos, y aquello quedó borrado….Cierto, por ejemplo, yo pienso en el diálogo nuestro, el diálogo interreligioso, donde representantes de las diversas religiones hablamos. Nos reunimos, a veces, para hablar… pero cada uno habla desde su identidad: “Yo soy budista, yo soy evangélico, yo soy ortodoxo, yo soy católico”. Cada uno dice, pero su identidad. No negocia su identidad. O sea, para que haya diálogo es necesaria esa base fundamental. ¿Y cuál es la identidad en un país? –estamos hablando del diálogo social acá–. El amor a la patria? ¡La patria primero, después mi negocio… Y Esa es la identidad. Entonces, yo, desde esa identidad, voy a dialogar. Si yo voy a dialogar sin esa identidad, el diálogo no sirve. Además, el diálogo presupone, y nos exige buscar esa la cultura del encuentro. Es decir, un encuentro que sabe reconocer que la diversidad no solo es buena:, es necesaria. La uniformidad nos anula, nos hace autómatas. La riqueza de la vida está en la diversidad. Por lo que el punto de partida no puede ser: “Voy a dialogar pero aquel está equivocado”. No, no, no podemos presumir que el otro está equivocado. Yo voy con lo mío y voy a escuchar qué dice el otro, en qué me enriquece el otro, en qué el otro me hace caer en la cuenta que yo estoy equivocado, y en qué cosas le puedo dar yo al otro. Es un ida y vuelta, ida y vuelta, pero con el corazón abierto… Esa es la cultura del encuentro. Dialogar no es negociar. Negociar es procurar sacar la propia tajada…. Si vas con esa intención no pierdas tiempo. Es buscar el bien común para todos. No sacar “su propia tajada”, sino discutir juntos, pensar una mejor solución para todos. Muchas veces esta cultura del encuentro se ve envuelta en el conflicto…. ¡No le tenemos que temer!. No tenemos que ignorar el conflicto…El conflicto existe: hay que asumirlo, hay que procurar resolverlo hasta donde se pueda, pero con miras a lograr una unidad que no es uniformidad, sino que es unidad en la diversidad… Las verdaderas culturas nunca están cerradas en sí mismas, – si se cierran en sí mismas mueren–, sino que están llamadas a encontrarse con otras culturas y crear nuevas realidades… Sin este presupuesto esencial, sin esta base de hermandad será muy difícil arribar al diálogo. Si alguien considera que hay personas, culturas, situaciones de segunda, de tercera o de cuarta… algo, seguro, saldrá mal, porque simplemente carece de lo mínimo, que es del el reconocimiento de la dignidad del otro. Que no hay persona de primera, de segunda, de tercera, de cuarta: son de la misma línea».
La tercera fue sobre cómo acoger el clamor de los pobres para construir una sociedad más inclusiva.
»Es curioso: el egoísta se excluye. Nosotros queremos incluir -observó el Pontífice- No excluir a nadie, pero no autoexcluirse, porque todos necesitamos de todos. También un aspecto fundamental para promover a los pobres está en el modo en que los vemos. No sirve una mirada ideológica, que los termina utilizándolos al servicio de otros intereses políticos o y personales Las ideologías terminan mal, no sirven. Las ideologías tienen una relación o incompleta o enferma o mala con el pueblo. Las ideologías no asumen al pueblo. Por eso, fíjense en el siglo pasado. ¿En qué terminaron las ideologías? En dictaduras, siempre, siempre. Piensan por el pueblo, no dejan pensar al pueblo. Para buscar efectivamente su bien, lo primero es tener una verdadera preocupación por su persona –estoy hablando de los pobres-, valorarlos en su bondad propia. Pero, una valoración real exige estar dispuestos a aprender de los pobres…. Los pobres tienen mucho que enseñarnos en humanidad, en bondad, en sacrificio, en solidaridad. Los cristianos, además, tenemos además un motivo mayor para amar y servir a los pobres, porque en ellos tenemos el rostro, vemos el rostro y la carne de Cristo, que se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza… Pensemos bien. Es uno como yo y, si está pasando un mal momento por miles razones –económicas, políticas, sociales o personales-, yo podría estar en ese lugar y podría estar deseando que alguien me ayude. Y además de desear que alguien me ayude, si estoy en ese lugar, tengo el derecho de ser respetado».
Otro tema fue el crecimiento económico y la creación de riqueza.
»Ciertamente, es muy necesario para un país el crecimiento económico y la creación de riqueza, y que esta llegue a todos los ciudadanos sin que nadie quede excluido. Y eso es necesario -aseveró el Santo Padre- La creación de esta riqueza debe estar siempre en función del bien común, de todos, y no de unos pocos. Y en esto hay que ser muy bien claros.¡¡La adoración del antiguo becerro de oro ha encontrado una versión nueva y despiadada en el fetichismo del dinero y en la dictadura de la economía sin rostro. Las personas cuya vocación es ayudar al desarrollo económico tienen la tarea de velar para que éste siempre tenga rostro humano… Y en sus manos está la posibilidad de ofrecer un trabajo a muchas personas y dar así una esperanza a tantas familias…Les pido que no cedan a un modelo económico idolátrico que necesita sacrificar vidas humanas en el altar del dinero y de la rentabilidad. En la economía, en la empresa, en la política, lo primero siempre es la persona y el habitat en donde vive».
»Con justa razón, Paraguay es conocido en el mundo por haber sido la tierra donde comenzaron las Reducciones, una de las experiencias de evangelización y organización social más interesantes de la historia. En ellas, el Evangelio fue alma y vida de comunidades donde no había hambre, no había desocupación, ni analfabetismo, ni opresión. Esta experiencia histórica nos enseña que una sociedad más humana también hoy es posible. Ustedes la vivieron en sus raíces acá. ¡Es posible! Cuando hay amor al hombre, y voluntad de servirlo, es posible crear las condiciones para que todos tengan acceso a los bienes necesarios, sin que nadie sea descartado. Buscar en cada caso las soluciones por el diálogo».
La quinta cuestión se centró en la definición e importancia de la cultura para un país.
‘Hay una cultura ilustrada, que es cultura y es buena y hay que respetarla -contestó Francisco- Pero hay otra cultura, que tiene el mismo valor, que es la cultura de los pueblos, de los pueblos originarios, de las diversas etnias. Una cultura que me atrevería a llamarla, –pero en el buen sentido–, una cultura popular. Los pueblos tienen su cultura y hacen su cultura…. Y hay dos cosas que, antes de terminar, quisiera referirme».
»Y en esto, como hay políticos aquí presentes -añadió- lo digo fraternalmente Alguien me dijo: “Mire, “fulano de tal” está secuestrado por el ejército, ¡haga algo!, ¿no?”. Yo no digo si es verdad, si no es verdad, si es justo, si no es justo, pero uno de los métodos que tenían las ideologías dictatoriales del siglo pasado, era apartar a la gente, o con el exilio o con la prisión o, en el caso de los campos de exterminio, nazis o estalinistas, la apartaban con la muerte, ¿no? Para que haya una verdadera cultura en un pueblo, una cultura política y del bien común, rápido juicios claros, juicios nítidos. Y no sirve otro tipo de estratagema. La justicia nítida, clara. Eso nos va a ayudar a todos…. Y después está… otra cosa que también por honestidad quiero decir: un método que no da libertad a las personas para asumir responsablemente su tarea de construcción de la sociedad., y es el chantaje. El chantaje siempre es corrupción: “Si vos hacés esto, te vamos a hacer esto, con lo cual te destruimos”. La corrupción es la polilla, es la gangrena de un pueblo. Por ejemplo, ningún político puede cumplir su rol, su trabajo, si está chantajeado por actitudes de corrupción.. Eso que se da en todos los pueblos del mundo, porque eso se da, si un pueblo quiere mantener su dignidad, tiene que desterrarlo. Estoy hablando de algo universal».
»Y termino -concluyó el Santo Padre- Para mí es una gran alegría ver la cantidad y variedad de asociaciones que están comprometidas en la construcción de un Paraguay cada vez mejor y más próspero, pero, si no dialogan, no sirve para nada. Si chantajean, no sirve para nada. Esta multitud de grupos y personas son una gran sinfonía, cada uno con su peculiaridad y su riqueza propia, pero buscando la armonía final, la armonía, y eso es lo que cuenta. Y no le tengan miedo al conflicto, pero háblenlo y busquen caminos de solución. Amen a su patria, a sus conciudadanos y, sobre todo, amen a los más pobres. Así serán ante el mundo un testimonio de que otro modelo de desarrollo es posible. Estoy convencido, por la propia historia de ustedes, de que tienen la fuerza más grande que existe: su humanidad, su fe, su amor. Ese ser del pueblo paraguayo que lo distingue tan ricamente entre las naciones del mundo».
»Y pido a la Virgen de Caacupé, nuestra Madre, que los cuide, que los proteja, y les que los aliente en sus esfuerzos. Que Dios los bendiga y recen por mí. Gracias».
Vísperas en la catedral de Asunción
Ciudad del Vaticano, 12 de julio de 2015 (Vis).-Terminado el encuentro con los »constructores de la sociedad», el Papa se trasladó en papamóvil a la catedral de Asunción, reconstruida a principios del siglo XIX y que alberga en su interior la »Cruz de la Porra», del siglo XV, la única que queda de las veintinueve que Cristobal Colón habría plantado en tierra durante sus cuatro viajes a América. A la entrada del templo, que tiene cabida para mil personas, esperaba al Papa el alcalde Arnaldo Samaniego, que le entregó las llaves de la ciudad, mientras una orquesta de 220 harpas paraguayas interpretaba músicas tradicionales. En la catedral estaban reunidos los sacerdotes, religiosos, religiosas y seminaristas, así como los movimientos católicos de Paraguay con los que el Santo Padre rezó las primeras vísperas para después pronunciar un breve discurso,
»Qué lindo es rezar todos juntos las Vísperas -dijo- ¿Cómo no soñar con una Iglesia que refleje y repita la armonía de las voces y del canto en la vida cotidiana? Y lo hacemos en esta Catedral, que tantas veces ha tenido que comenzar de nuevo; esta Catedral es signo de la Iglesia y de cada uno de nosotros: a veces las tempestades de afuera y de adentro nos obligan a tirar lo construido y empezar de nuevo, pero siempre con la esperanza puesta en Dios; y si miramos este edificio, sin duda no los ha defraudado a los paraguayos. Porque Dios nunca defrauda, y por eso le alabamos agradecidos.
»La oración litúrgica, su estructura y modo pausado -explicó Francisco- quiere expresar a la Iglesia toda, esposa de Cristo, que intenta configurarse con su Señor. Cada uno de nosotros en nuestra oración queremos ir pareciéndonos más a Jesús. La oración hace emerger aquello que vamos viviendo o deberíamos vivir en la vida cotidiana, al menos la oración que no quiere ser alienante o solo preciosista. La oración nos da impulso para poner en acción o revisarnos en aquello que rezábamos en los salmos: somos nosotros las manos de Dios »que alza de la basura al pobre» y somos nosotros los que trabajamos para que la tristeza de la esterilidad se convierta en la alegría del campo fértil. Nosotros que cantamos que »vale mucho a los ojos del Señor la vida de los fieles», somos los que luchamos, peleamos, defendemos la valía de toda vida humana, desde la concepción hasta que los años son muchos y las fuerzas pocas. La oración es reflejo del amor que sentimos por Dios, por los otros, por el mundo creado; el mandamiento del amor es la mejor configuración con Jesús del discípulo misionero. Estar apegados a Jesús da profundidad a la vocación cristiana, que, interesada en el »hacer» de Jesús –que es mucho más que actividades–, busca asemejarse a Él en todo lo realizado. La belleza de la comunidad eclesial nace de la adhesión de cada uno de sus miembros a la persona de Jesús, formando un »conjunto vocacional» en la riqueza de la diversidad armónica.
»Las antífonas de los cánticos evangélicos de este fin de semana nos recuerdan el envío de Jesús a los Doce. Siempre es bueno crecer en esa conciencia de trabajo apostólico en comunión. Es hermoso verlos colaborando pastoralmente, siempre desde la naturaleza y función eclesial de cada una de las vocaciones y carismas. Quiero exhortarlos a todos ustedes, sacerdotes, religiosos y religiosas, laicos y seminaristas, obispos, a comprometerse en esta colaboración eclesial, especialmente en torno a los planes de pastoral de las diócesis y la Misión Continental, cooperando con toda su disponibilidad al bien común. Si la división entre nosotros provoca la esterilidad, no cabe duda de que de la comunión y la armonía nacen la fecundidad, porque son profundamente consonantes con el Espíritu Santo».
»Todos tenemos limitaciones, y ninguno puede reproducir en su totalidad a Jesucristo, y si bien cada vocación se configura principalmente con algunos rasgos de la vida y la obra de Jesús, hay algunos comunes e irrenunciables. Recién hemos alabado al Señor porque »no hizo alarde de su categoría de Dios» y esa es una característica de toda vocación cristiana, »no hizo alarde de su categoría de Dios». El llamado por Dios no se pavonea, no anda tras reconocimientos ni aplausos pasatistas, no siente que subió de categoría ni trata a los demás como si estuviera en un peldaño más alto».
»La supremacía de Cristo es claramente descrita en la liturgia de la Carta a los Hebreos; nosotros acabamos de leer casi el final de esa Carta: »Hacernos perfectos como el gran pastor de las ovejas» y esto supone asumir que todo consagrado se configura con Aquel que en su vida terrena, »entre ruegos y súplicas, con poderoso clamor y lágrimas» alcanzó la perfección cuando aprendió, sufriendo, qué significaba obedecer; y eso también es parte del llamado.
»Terminemos de rezar nuestras Vísperas. El campanario de esta Catedral fue rehecho varias veces; el sonido de las campanas antecede y acompaña en muchas oportunidades nuestra oración litúrgica: hechos de nuevo por Dios cada vez que rezamos, firmes como un campanario, gozosos de repicar predicar las maravillas de Dios, compartamos el Magnificat y lo dejemos al Señor hacer – que Él haga-, a través de nuestra vida consagrada, grandes cosas en el Paraguay».
El Papa en el Bañado Norte
Ciudad del Vaticano, 13 de julio de 2015 (Vis).-La última jornada del viaje apostólico del Papa Francisco a Paraguay se abrió con su visita al Bañado Norte, una zona pobre y paludosa de la ciudad de Asunción, en la que están en curso varios proyectos de asistencia de la Iglesia y del Estado. Más de dos mil personas esperaban al Santo Padre en el campo de deportes de la zona al que apenas llegó manifestó su alegría por la visita: »No podía estar en Paraguay sin estar con ustedes, sin estar en ésta ‘su’ tierra -dijo- Nos encontramos aquí en esta Parroquia llamada Sagrada Familia y les confieso que desde que comencé a pensar en esta visita, desde que comencé a caminar desde Roma hacia acá, venía pensando en la Sagrada Familia.
Y, cuando pensaba en ustedes, me recordaba la Sagrada Familia. Ver sus rostros, sus hijos, sus abuelos. Escuchar sus historias y todo lo que han realizado para estar aquí, todo lo que pelean para tener una vida digna, un techo. Todo lo que hacen para superar la inclemencia del tiempo, las inundaciones de estas últimas semanas, me trae al recuerdo todo esto, a la pequeña familia de Belén. Una lucha que no les ha robado la sonrisa, la alegría, la esperanza. Una pelea que no les ha sacado la solidaridad, por el contrario, la ha estimulado, y la ha hecho crecer».
«Me quiero detener con José y María en Belén – continuó- Ellos tuvieron que dejar su lugar, los suyos, sus amigos. Tuvieron que dejar lo propio e ir a otra tierra. Una tierra en la que no conocían a nadie, no tenían casa, no tenían familia. En ese momento, esa joven pareja tuvo a Jesús. En ese contexto, en una cueva preparada como pudieron, esa joven pareja nos regaló a Jesús. Estaban solos, en tierra extraña, ellos tres. De repente, empezó a aparecer gente: pastores, personas igual que ellos, que tuvieron que dejar lo propio en función de conseguir mejores oportunidades familiares. Vivían en función también de las inclemencias del tiempo y de otro tipode inclemencias… Cuando se enteraron del nacimiento de Jesús, se acercaron, se hicieron prójimos, se hicieron vecinos. Se volvieron de pronto la familia de María y José. La familia de Jesús»
»Esto es lo que sucede cuando aparece Jesús en nuestra vida. Eso es lo que despierta la fe. La fe nos hace prójimos… nos aproxima a la vida de los demás. La fe despierta nuestro compromiso con los demás, la fe despierta nuestra solidaridad.: una virtud, humana y cristiana, que ustedes tienen y que muchos, muchos, tienen y tenemos que aprender. El nacimiento de Jesús, despierta nuestra vida. Una fe que no se hace solidaridad, es una fe muerta, o una fe mentirosa».
“No, yo soy muy católico, yo soy muy católica, voy a misa todos los domingos”. Pero dígame, señor, señora, – ejemplificó Francisco- “¿qué pasa allá en los Bañados? ‒“Ah, no sé, sí…, no…, no sé, sí…, sé que hay gente ahí, pero no sé…”. Por más misa de los domingos, si no tenés un corazón solidario, si no sabés lo que pasa en tu pueblo, tu fe es muy débil, o es enferma, o está muerta. Es una fe sin Cristo,. La fe sin solidaridad es una fe sin Cristo, es una fe sin Dios, es una fe sin hermanos. Entonces viene ese dicho, que espero recordarlo bien, pero que pinta este problema de una fe sin solidaridad: “Un Dios sin pueblo, un pueblo sin hermanos, un pueblo sin Jesús”. Esa es la fe sin solidaridad. Y Dios se metió en medio del pueblo que Él eligió para acompañarlo, y le mandó su Hijo…para salvarlo, para ayudarlo. Dios se hizo solidario con ese pueblo, y Jesús no tuvo ningún problema de bajar, humillarse, abajarse, hasta morir por cada uno de nosotros, por esa solidaridad de hermano, solidaridad que nace del amor que tenía a su Padre y del amor que tenía a nosotros».
»Como les decía, el primero en ser solidario fue el Señor, que eligió vivir entre nosotros, eligió vivir en medio nuestro. Y yo vengo aquí como esos pastores que fueron a Belén. Me quiero hacer prójimo. Quiero bendecir la fe de ustedes, quiero bendecir sus manos, quiero bendecir su comunidad. Vine a dar gracias con ustedes, porque la fe se ha hecho esperanza y es una esperanza que estimula al amor. La fe que despierta Jesús es una fe con capacidad de soñar futuro y de luchar por eso en el presente. Precisamente por eso yo los quiero estimular a que sigan siendo misioneros de esta fe, a seguir contagiando esta fe por estas calles, por estos pasillos. Esta fe que nos hace solidarios entre nosotros, con nuestro hermano mayor, Jesús, y nuestra Madre, la Virgen. Haciéndose prójimos especialmente de los más jóvenes y de los ancianos. Haciéndose soporte de las jóvenes familias, y de todos aquellos que están pasando por momentos de dificultad. Quizás el mensaje más fuerte que ustedes pueden dar hacia afuera es esa fe “solidaria”. El diablo quiere que se peleen entre ustedes, porque así divide y los derrota y les roba la fe. ¡Solidaridad de hermanos para defender la fe! ¡Solidaridad de hermanos para defender la fe! Y, además, que esa fe solidaria sea mensaje para toda la ciudad»
»Quiero rezar por sus familias y rezar a la Sagrada Familia, para que su modelo, su testimonio siga siendo luz en el camino, estimulo en los momentos difíciles y que nos dé la gracia de un regalo, que lo pedimos juntos, todos: que la Sagrada Familia nos regale “pastores”, que nos regale curas, obispos, capaces de acompañar, y de sostener y estimular, la vida de sus familias. Capaces de hacer crecer esa fe solidaria que nunca es vencida».
El Papa invitó a todos rezar juntos el Padre nuestro, la » oración a nuestro Padre que nos hace hermanos, nos mandó a nuestro Hermano mayor, su Hijo Jesús, y nos dio una Madre que nos acompañara», y después de pedir a los habitantes del Bañado que rezasen por él les bendijo, los animó a seguir adelante y exclamó: »¡Y no dejen que el diablo los divida!».
Misa en Ñu Guazú
Ciudad del Vaticano, 13 de julio de 2015 (Vis).-La celebración de la santa misa en Ñu Guazú, el santuario donde san Juan Pablo II canonizó en 1988 a san Roque González de Santa Cruz y sus compañeros fue la segunda etapa de la jornada dominical del Papa Francisco. El Papa presidió la santa misa en el campo grande de Ñu Guazú en presencia de más de un millón y medio de personas que lo habían aclamado mientras saludaba a los fieles pasando en papamóvil.
En su homilía Francisco comentó en primer lugar el salmo de la primera lectura de la liturgia que dice »El Señor nos dará la lluvia y nuestra tierra dará su fruto», afirmando: »Esto estamos invitados a celebrar, esa misteriosa comunión entre Dios y su Pueblo, entre Dios y nosotros. La lluvia es signo de su presencia en la tierra trabajada por nuestras manos. Una comunión que siempre da fruto, que siempre da vida. Esta confianza brota de la fe, saber que contamos con su gracia, que siempre transformará y regará nuestra tierra».
»Una confianza que se aprende, que se educa. Una confianza que se va gestando en el seno de una comunidad, en la vida de una familia. Una confianza que se vuelve testimonio en los rostros de tantos que nos estimulan a seguir a Jesús, a ser discípulos de Aquel que no decepciona jamás. El discípulo se siente invitado a confiar, se siente invitado por Jesús a ser amigo, a compartir su suerte, a compartir su vida. »A ustedes no los llamo siervos, los llamo amigos porque les di a conocer todo lo que sabía de mi Padre» Los discípulos son aquellos que aprenden a vivir en la confianza de la amistad de Jesús».
Y el Evangelio de hoy hablaba de este discipulado, presentando »la cédula de identidad del cristiano, su carta de presentación, su credencial», cuando »Jesús llama a sus discípulos y los envía dándoles reglas claras, y precisas. Los desafía con una serie de actitudes, comportamientos que deben tener. Y no son pocas las veces que nos pueden parecer exageradas o absurdas; actitudes que sería más fácil leerlas simbólicamente o »espiritualmente». Pero Jesús es bien preciso, es bien claro. No les dice: »Hagan como que…» o »hagan lo que puedan».
El Papa invitó a recordar esas recomendaciones: »No lleven para el camino más que un bastón; ni pan, ni alforja, ni dinero… permanezcan en la casa donde les den alojamiento» .
»Parecería algo imposible -dijo- Podríamos concentrarnos en las palabras: »pan», »dinero», »alforja», »bastón», »sandalias», »túnica». Y es lícito. Pero me parece que hay una palabra clave, que podría pasar desapercibida frente a la contundencia de las que acabo de enumerar. Una palabra central en la espiritualidad cristiana, en la experiencia del discipulado: hospitalidad. Jesús como buen maestro, pedagogo, los envía a vivir la hospitalidad. Les dice: »Permanezcan donde les den alojamiento». Los envía a aprender una de las características fundamentales de la comunidad creyente. Podríamos decir que cristiano es aquel que aprendió a hospedar, que aprendió a alojar».
Jesús, »no los envía como poderosos, como dueños, jefes, o cargados de leyes, normas; por el contrario, les muestra que el camino del cristiano es simplemente transformar el corazón. El suyo, y ayudar a transformar el de los demás. Aprender a vivir de otra manera, con otra ley, bajo otra norma. Es pasar de la lógica del egoísmo, de la clausura, de la lucha, de la división, de la superioridad, a la lógica de la vida, de la gratuidad, del amor. De la lógica del dominio, del aplastar, manipular, a la lógica del acoger, recibir, y cuidar. Son dos las lógicas que están en juego, dos maneras de afrontar la vida, y de afrontar la misión».
»Cuántas veces pensamos la misión en base a proyectos o programas -observó el Obispo de Roma- Cuántas veces imaginamos la evangelización en torno a miles de estrategias, tácticas, maniobras, artimañas, buscando que las personas se conviertan en base a nuestros argumentos. Hoy el Señor nos lo dice muy claramente: en la lógica del Evangelio no se convence con los argumentos, con las estrategias, con las tácticas, sino simplemente aprendiendo a alojar, a hospedar».
La Iglesia »es madre de corazón abierto que sabe acoger, recibir, especialmente a quien tiene necesidad de mayor cuidado, que está en mayor dificultad. La Iglesia, como la quería Jesús, es la casa de la hospitalidad. Y cuánto bien podemos hacer si nos animamos a aprender este el lenguaje de la hospitalidad, este lenguaje de recibir, del de acoger. Cuántas heridas, cuánta desesperanza se puede curar en un hogar donde uno se pueda sentir recibido. Para eso hay que tener las puertas abiertas, sobre todo las puertas del corazón».
»Hospitalidad con el hambriento, con el sediento, con el forastero, con el desnudo, con el enfermo, con el preso, con el leproso, con el paralítico. Hospitalidad con el que no piensa como nosotros, con el que no tiene fe o la ha perdido. Y, a veces, por culpa nuestra. Hospitalidad con el perseguido, con el desempleado. Hospitalidad con las culturas diferentes, de las cuales esta tierra paraguaya es tan rica. Hospitalidad con el pecador, porque cada uno de nosotros también lo es».
»Tantas veces nos olvidamos que hay un mal que precede a nuestros pecados, que viene antes. Hay una raíz que causa tanto, pero tanto, daño, y que destruye silenciosamente tantas vidas. Hay un mal, que, poco a poco, va haciendo nido en nuestro corazón y »comiendo» nuestra vitalidad: la soledad. Soledad que puede tener muchas causas, muchos motivos. Cuánto destruye la vida y cuánto mal nos hace. Nos va apartando de los demás, de Dios, de la comunidad. Nos va encerrando en nosotros mismos. De ahí que lo propio de la Iglesia, de esta madre, no sea es principalmente gestionar cosas, proyectos, sino aprender a vivir la fraternidad con los demás. Es la fraternidad acogedora, el mejor testimonio que Dios es Padre, porque »de esto sabrán todos que ustedes son mis discípulos, si se aman los unos a los otros» .
De esta manera, »Jesús, nos abre a una nueva lógica. Un horizonte lleno de vida, de belleza, de verdad, de plenitud. Dios nunca cierra los horizontes, Dios nunca es pasivo a la vida, nunca es pasivo al sufrimiento de sus hijos. Dios nunca se deja ganar en generosidad. Por eso nos envía a su Hijo, lo dona, lo entrega, lo comparte; para que aprendamos el camino de la fraternidad, el camino del don. Es definitivamente un nuevo horizonte, es una nueva palabra, para tantas situaciones de exclusión, disgregación, encierro, de aislamiento. Es una palabra que rompe el silencio de la soledad. Y cuando estemos cansados, o se nos haga pesada la tarea de evangelizar, es bueno recordar que la vida que Jesús nos propone, responde a las necesidades más hondas de las personas, porque todos hemos sido creados para la amistad con Jesús y para el amor fraterno
»Hay algo que es cierto -constató Francisco- no podemos obligar a nadie a recibirnos, a hospedarnos; es cierto y es parte de nuestra pobreza y de nuestra libertad. Pero también es cierto que nadie puede obligarnos a no ser acogedores, hospederos de la vida de nuestro Pueblo. Nadie puede pedirnos que no recibamos y abracemos la vida de nuestros hermanos, especialmente la vida de los que han perdido la esperanza y el gusto por vivir. Qué lindo es imaginarnos nuestras parroquias, comunidades, capillas, donde están los cristianos, no con las puertas cerradas sino como verdaderos centros de encuentro entre nosotros y con Dios. Como lugares de hospitalidad y de acogida».
»La Iglesia es madre, como María. En ella tenemos un modelo. Alojar, como María, que no dominó ni se adueñó de la Palabra de Dios sino que, por el contrario, la hospedó, la gestó, y la entregó. Alojar como la tierra, que no domina la semilla, sino que la recibe, la nutre y la germina.
Así queremos ser los cristianos, así queremos vivir la fe en este suelo paraguayo, como María, alojando la vida de Dios en nuestros hermanos con la confianza, con la certeza que: »el Señor nos dará la lluvia y nuestra tierra dará su fruto». Que así sea», finalizó el Santo Padre.
Angelus
Ciudad del Vaticano, 13 de julio de 2015 (Vis).-Una vez acabada la santa misa el arzobispo de Asunción Edmundo Ponziano Valenzuela Mellid, y el Arzobispo ortodoxo de Sudamérica, Tarasios, dirigieron unas palabras de saludo al Santo Padre que les manifestó su agradecimiento y, antes de rezar el Ángelus, Francisco invitó a todos a dirigir la mirada a la Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra.
»Ella es el regalo de Jesús a su pueblo. Nos la dio como madre en la hora de la cruz y del sufrimiento. Es fruto de la entrega de Cristo por nosotros. Y, desde entonces, siempre ha estado y estará con sus hijos, especialmente los más pequeños y necesitados. Ella ha entrado en el tejido de la historia de nuestros pueblos y sus gentes. Como en tantos otros países de Latinoamérica, la fe de los paraguayos está impregnada de amor a la Virgen. Acuden con confianza a su madre, le abren su corazón y le confían sus alegrías y sus penas, sus ilusiones y sus sufrimientos. La Virgen los consuela y con la ternura de su amor les enciende la esperanza. No dejen de invocar y confiar en María, madre de misericordia para todos sus hijos sin distinción».
»A la Virgen, que perseveró con los Apóstoles en espera del Espíritu Santo le pido también que vele por la Iglesia, y fortalezca los vínculos fraternos entre todos sus miembros. Que con la ayuda de María, la Iglesia sea casa de todos, una casa que sepa hospedar, una madre para todos los pueblos».
»Queridos hermanos: les pido, por favor, que no se olviden de rezar también por mí. Yo sé muy bien cuánto se quiere al Papa en Paraguay. También los llevo en mi corazón y rezo por ustedes y por su País», terminó el Santo Padre que después de la oración mariana bendijo al millón y medio de personas que habían participado en la celebración.
Después se trasladó en automóvil a la nunciatura apostólica en Asunción donde almorzó con los veintidós obispos de la Conferencia Episcopal de Paraguay. Terminado el almuerzo el Papa se despidió de la nunciatura y se desplazó al paseo marítimo de Costanera donde se encontraría con los jóvenes.
Francisco se despide de Paraguay encontrando a los jóvenes
Ciudad del Vaticano, 13 de julio de 2015 (Vis).-El Papa se despidió de Paraguay encontrándose con doscientos mil jóvenes en el paseo marítimo de Costanera, donde en lugar de dirigirles el discurso que tenía preparado departió con ellos, respondiendo a los testimonios que habían presentado tres jóvénes, llamados Orlando, Liz y Manuel. Un diálogo a varias voces del que damos una amplia síntesis.
»Después de haber leído el Evangelio, Orlando se acercó a saludarme y me dijo: “Te pido que reces por la libertad de cada uno de nosotros, de todos”. Es la bendición que pedimos ahora todos juntos: la libertad. Porque la libertad es un regalo que nos da Dios, pero hay que saber recibirlo, hay que saber tener el corazón libre, porque todos sabemos que en el mundo hay tantos lazos que nos atan el corazón y no dejan que el corazón sea libre. La explotación, la falta de medios para sobrevivir, la drogadicción, la tristeza, todas esas cosas nos quitan la libertad. Así que, todos juntos, agradeciéndole a Orlando que haya pedido esta bendición, tener el corazón libre, un corazón que pueda decir lo que piensa, que pueda decir lo que siente y que pueda hacer lo que piensa y lo que siente. ¡Ese es un corazón libre! Y eso es lo que vamos a pedir todos juntos, esa bendición»
»Y hemos escuchado dos testimonios: el de Liz y el de Manuel…. Liz podía haber tranquilamente puesto a su mamá en un asilo, a su abuela en otro asilo y vivir su vida de joven, divirtiéndose, estudiando lo que quería. Y Liz dijo: “No”… Y ella quemó su vida, hasta ahora, hasta los 25 años, sirviendo a su mamá y a su abuela. ¿Sola? No…Ella habló de …una tía que fue como un ángel; y habló del encuentro con los amigos los fines de semana, con la comunidad juvenil de evangelización, con el grupo juvenil que alimentaba su fe. Y esos dos ángeles… le daban más fuerza para seguir adelante. Y eso se llama solidaridad.
Primero: libertad, corazón libre… Segundo: solidaridad para acompañar”. Solidaridad. Eso es lo que nos enseña este testimonio. Y a Manuel no le regalaron la vida…. Dijo palabras duras: “Fui explotado, fui maltratado, a riesgo de caer en las adicciones, estuve solo”. Explotación, maltrato y soledad. Y en vez de salir a hacer maldades, en vez de salir a robar, se fue a trabajar. En vez de salir a vengarse de la vida, miró adelante….Esperanza, trabajo, luchar por la vida, salir adelante:; lo que nos decía Manuel. Como ven, la vida no es fácil para muchos jóvenes. Y esto quiero que lo entiendan., quiero que se lo metan en la cabeza: “Si a mí la vida me es relativamente fácil, hay otros chicos y chicas que no le es relativamente fácil”. Más aún, que la desesperación los empuja a la delincuencia, los empuja al delito, los empuja a colaborar con la corrupción. A esos chicos, a esas chicas, les tenemos que decir que nosotros les estamos cerca, queremos darles una mano, que queremos ayudarlos, con solidaridad, con amor, con esperanza».
»Hubo dos frases que dijeron los dos que hablaron, Liz y Manuel. Dos frases, son lindas. Escúchenlas. Liz dijo que empezó a conocer a Jesús, conocer a Jesús, y eso es abrir la puerta a la esperanza. Y Manuel dijo: “Conocí a Dios, mi fortaleza”…. O sea, conocer a Dios, acercarse a Jesús, es esperanza y fortaleza. Y eso es lo que necesitamos de los jóvenes hoy.: jóvenes con esperanza y jóvenes con fortaleza. ..¿Por qué? Porque conocen a Jesús, porque conocen a Dios. Corazón libre, Solidaridad. Trabajo. Esperanza. Esfuerzo. Conocer a Jesús. Conocer a Dios, mi fortaleza. ¡Ese es el camino! Pero para eso, hace falta sacrificio, hace falta andar contracorriente. Las Bienaventuranzas que leímos hace un rato son el plan de Jesús para nosotros. El plan… Es un plan contracorriente. Jesús les dice: “Felices los que tienen alma de pobre”.
No dice: “Felices los ricos, los que acumulan plata”. No.