Centenares de islas, más de 800 lenguas, tantas como las etnias que componen el archipiélago papuano, fueron destacados por Francisco en su encuentro con las autoridades, la sociedad civil y el cuerpo diplomático. También lo fueron, la plaga de la violencia tribal, el estatus de la isla de Bougainville y la inequidad en la explotación de los recursos naturales.
7 de septiembre 2024.- La diversidad étnica, lingüística y cultural de Papúa Nueva Guinea, su riqueza en recursos naturales, sus conflictos tribales, la cuestión del estatus de la isla de Bougainville, en las vecinas islas Salomón y, en particular, la vida y la cercanía a las comunidades cristianas, sus valores y compromiso, fueron los temas que centraron el primer discurso del Papa Francisco en la segunda etapa de su Viaje apostólico a Asia y Oceanía.
Tras la visita de cortesía al Gobernador general, Bob Bofeng Dadae y la firma del Libro de honor en la Casa de Gobierno, el Papa se dirigió a la Casa APEC, el principal centro de conferencias de la ciudad. Allí, ante una platea de más de 300 personas, entre las autoridades, representantes de la sociedad civil y el Cuerpo Diplomático, el Papa agradeció la acogida recibida confesando, además, que se siente admirado y cautivado por la “extraordinaria riqueza cultural”, de este archipiélago con cientos de islas, donde se hablan más de ochocientas lenguas, tantas cuantas etnias confluyen en ese territorio. “Imagino que esta enorme variedad – dijo con simpatía – sea un desafío para el Espíritu Santo, que crea la armonía de las diferencias”.
Un desarrollo sostenible con equidad y responsabilidad
También la riqueza de recursos naturales, de la tierra y de las aguas, son para Francisco, un desafío que Papúa Nueva Guinea debe asumir por que “estos bienes están destinados por Dios a toda la colectividad” y, por lo tanto, aunque su explotación exija la participación de grandes empresas multinacionales, “es justo que se tengan debidamente en cuenta, en la distribución de los ingresos y la utilización de la mano de obra, las necesidades de las poblaciones locales” y la mejora de sus condiciones de vida.
De allí, el llamado especial a los gobernantes a asumir con responsabilidad, su compromiso de valorizar los recurso naturales y humanos, para que “se pueda dar vida a un desarrollo sostenible y equitativo, que promueva el bienestar de todos, sin excluir a nadie”.
Estabilidad, concordia y fin de la violencia
“La condición necesaria para lograr dichos resultados duraderos es la estabilidad de las instituciones”, explica Francisco. Una solidez institucional que lleve a construir consensos sobre las metas que se quieran alcanzar en un clima de cooperación, no obstante, la distinción de roles y diversidad de opiniones y sensibilidades.
“Hago votos, en particular, por el cese de las agresiones tribales, que desgraciadamente causan muchas víctimas, no permiten vivir en paz y obstaculizan el desarrollo”, insiste el Papa, teniendo en cuenta que la pobreza, las desigualdades y las viejas luchas entre etnias y los nuevos clanes, han exacerbado el clima de violencia en el país, agravado por la mayor disponibilidad de modernas armas de fuego y un espíritu de venganza cada vez más palpable y mortífero.
“Por ello, apelo al sentido de responsabilidad de todos para que se detenga la espiral de violencia y se emprenda decididamente el camino que conduce a una cooperación fructífera, en beneficio de todos los habitantes del país”, reiteró Francisco.
La cuestión de Bougainville
En este contexto, el Santo Padre invitó también a crear un clima de concordia que logre encaminar “la cuestión del status de la isla de Bougainville” con una “solución definitiva, evitando el resurgimiento de antiguas tensiones”. En efecto, Bougainville es la mayor de las islas del archipiélago de las islas Salomón, pero administrativamente pertenece a Papúa Nueva Guinea, junto con la isla de Buka y las islas Carteret. La voluntad independentista de esta isla sigue siendo motivo de graves conflictos, especialmente después del referéndum de 2019, por el cual, se espera que en 2027, dejará de ser una región y será un país soberano.
La esperanza indispensable para vivir
Tomando como hilo conductor esa necesidad de consensos para mejorar las condiciones de vida de una población mayoritariamente sumida en la pobreza, donde faltan infraestructuras educativas y sanitarias, y oportunidades de empleo, Francisco recordó que además de los bienes materiales el ser humano necesita tener “una gran esperanza en el corazón, que lo ayude a vivir bien y le dé fortaleza”, porque sin ella, “la aridez del corazón le hace perder el rumbo”, sus valores, le quita impulso y lo bloquea, “como pasa en algunas sociedades opulentas”, donde no encuentra más las razones para transmitir la vida y la fe a las generaciones futuras.
En este contexto, el Papa recordó que los valores del espíritu influencian e inspiran la construcción de las sociedades, poniendo como ejemplo el lema de la visita a Papúa Nueva Guinea: “Pray” – “Rezar”. “Quizá algunos demasiado observantes de lo ‘políticamente correcto’ – observó Francisco -, puedan sorprenderse por esta elección, pero en realidad se equivocan, porque un pueblo que reza tiene futuro, sacando fuerza y esperanza de lo alto”.
Los cristianos no reduzcan la fe a ritos y preceptos
A los cristianos, que son la mayoría en Papúa Nueva Guinea, el Papa los exhortó a no reducir la fe a una observancia de ritos y preceptos, sino a que ésta consista en amar y seguir a Jesucristo, inspirando las mentes y las acciones, porque “la fe podrá ayudar a la sociedad entera a crecer y encontrar soluciones, buenas y eficaces, a sus grandes desafíos”.
“Felicito a las comunidades cristianas por las obras de caridad que llevan a cabo en el país, y las exhorto a buscar siempre la cooperación con las instituciones públicas y con todas las personas de buena voluntad”.
Por último, el Santo Padre expresó que, como Sucesor de Pedro, llega a esas tierras para animar a los fieles católicos a que prosigan su camino y a confirmarlos en la fe. En este contexto, recordó el “luminoso testimonio del beato Pedro To Rot”, beatificado por san Juan Pablo II .
“Que san Miguel Arcángel, patrono de Papúa Nueva Guinea, vele siempre por ustedes y los defienda de todo peligro, proteja a las autoridades y a todos los ciudadanos de este país”, concluyó el Papa, agradeciendo la acogida de ese “hermoso país, tan lejos de Roma y, sin embargo, tan cerca del corazón de la Iglesia católica.
Gobernador Dadae: 179 años de la Iglesia en el país
Por su parte, en su saludo al Santo Padre, el Gobernador General, Dadae, recordó que la Iglesia católica lleva 179 años en el país, y que los primeros misioneros fueron los maristas. Habló de las dos visitas de San Juan Pablo II y describió a la Iglesia como «uno de los principales socios de desarrollo del gobierno en la prestación de servicios en el país». Gobierno que también apoya económicamente el compromiso de la Iglesia con los niños y las comunidades a través de la educación y la atención sanitaria y espiritual. Y reconoce el valor de su atención a los marginados, como la lucha contra la violencia y las violaciones de los derechos humanos.
El Gobernador subrayó que aprecia el compromiso del Papa y de la Santa Sede con cuestiones humanitarias universales como la paz, los derechos humanos, las cuestiones de género, el cambio climático, la salud y la educación. Y se detiene en el respeto de los derechos de las mujeres, los niños, los ancianos y las personas vulnerables, antes de concluir con un llamamiento a seguir luchando contra las causas del cambio climático, porque «la subida del nivel del mar está afectando a los medios de subsistencia de nuestra gente en las islas remotas de Papúa Nueva Guinea y del Pacífico».
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