Estamos llamados a vivir una esperanza que no se apoya en razonamientos, sino que hunde sus raíces en la fe en la Palabra de Dios
(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El santo padre Francisco ha realizado este miércoles 29 en la Plaza de San Pedro una nueva audiencia durante la cual ha profundizado en la catequesis el tema de la esperanza.
A su ingreso en la plaza en el vehículo abierto, el Papa pasó entre los pasillos saludando a los peregrinos y fieles allí presentes, deteniéndose para bendecir en particular a niños y ancianos.
En sus palabras en español, el Pontífice hizo un resumen de la catequesis, indicando que “hoy hemos visto la estrecha relación que hay entre la fe y la esperanza”.
“En la carta a los Romanos, san Pablo nos dice que Abraham, «apoyado en la esperanza, creyó contra toda esperanza». El patriarca, a pesar de sus muchos años y la esterilidad de su mujer Sara, siguió creyendo en la promesa que Dios le había hecho de darle una gran descendencia”.
O sea que ante “la evidencia de una realidad contraria a toda esperanza humana, él se fía de Dios con la certeza de que el Señor cumplirá sus promesas”.
“También nosotros –subrayó el Papa– estamos llamados a vivir una esperanza como la de Abraham, que no se apoya en razonamientos, previsiones o cálculos humanos, sino que hunde sus raíces en la fe en la Palabra de Dios. Así nuestra vida se iluminará con la certeza de saber que Aquél que ha resucitado a su Hijo de la muerte nos resucitará también a nosotros y nos hará ser una sola cosa con Él, junto a todos nuestros hermanos en la fe”.
El Papa concluyó saludando a los peregrinos de lengua española: “Pidamos a la Virgen María que en este tiempo de cuaresma nos ayude a intensificar nuestra preparación espiritual para que la celebración del misterio pascual de Cristo renueve nuestra fe y esperanza. Que el Señor los bendiga”.
Sergio Mora
La protección de los civiles en Irak es un deber urgente
Audiencia 29 marzo 2017
(Osservatore © Romano)
Llamamiento del Papa en la audiencia de este miércoles junto a una delegación interreligiosa iraquí
La protección de los civiles en Irak es un “deber imperativo y urgente”. Este es el llamado del papa Francisco en la audiencia del 29 de marzo, el día después de la masacre de civiles en la ciudad de Mosul debido a los bombardeos, y en presencia en la Plaza de San Pedro, de una delegación iraquí interreligosa.
“Tengo la alegría de saludar a la delegación de responsables iraquíes compuesta por representantes de diversos grupos religiosos, acompañados por el cardenal Tauran, presidente del Consejo pontificio para el diálogo interreligioso”, dijo el papa Francisco en italiano al término de la audiencia.
Y realizó un llamado en favor de la población civil acorralada en Mosul, entre el frente de los terroristas y el de la armada iraquí.
“Mi pensamiento va a la población civil atrapadas en los barrios occidentales de Mosul y a los desplazados por causa de la guerra, a los quales me siento unido en el sufrimiento, a través de la oración y la proximidad espiritual. Expreso un profundo dolor por las víctimas del sangriento conflicto y renuevo a todos el llamado a empeñar a sus fuerzas en la protección de los civiles, un deber imperativo y urgente”.
El Papa ha pedido un futuro de reconciliación en Irak: “La riqueza de la querida nación iraquí tiene en este mosaico que representa la unidad en la diversidad, la fuerza en la unión, la prosperidad en la harmonía.
Queridos hermanos, les animo a proseguir vuestro camino y los invito a rezar para que Irak encuentre en la reconciliación y en la armonía entre sus diversos componentes étnicos y religiosos, la paz, la unidad y la responsabilidad.
Desde el Vaticano, la agencia Fides, se ha hecho eco de esta situación: “Las masacres de civiles inocentes que están marcando las operaciones militares en curso para liberar Mosul de la ocupación de los yihadistas del Estado Islámico (Daesh) han causado “profundo dolor y consternación” entre la Iglesia caldea”.
Y precisa que en “un comunicado difundido por los canales oficiales del Patriarcado caldeo, se hace mención de al menos 500 víctimas inocentes caídas en los últimos días a causa de los combates, y se recuerda a todas las fuerzas militares que participan en la ofensiva por la liberación de Mosul que al menos respeten las normas y procedimientos reconocidos internacionalmente para reducir al mínimo la pérdida de vidas humanas en los conflictos”.
El mensaje, firmado por el patriarca caldeo Louis Raphael I Sako, termina invocando a Dios Todopoderoso para que “custodie Iraq y acelerar el retorno de la seguridad, la paz y la estabilidad”.
Este domingo 26 de marzo, el Ejército de Estados Unidos reconoció su responsabilidad en el ataque aéreo contra Mosul que el pasado 17 de marzo, en lugar de golpear posiciones yihadistas, causó la muerte de 150 civiles inocentes y de activistas de los derechos humanos, incluidas mujeres y niños”.
Anne Kurian
El Papa a los peregrinos de idioma árabe: ‘Vivir sostenidos por la fe’
Invitó a aprender de María en la Anunciación que aceptó la voluntad de Dios sin entenderla
El papa Francisco ha saludado al concluir la audiencia general de este miércoles a los peregrinos de idioma árabe presentes en la Plaza de San Pedro, en particular a los que vienen de Irak. Y les animó a “vivir sostenidos por la fe”, palabras traducidas inmediatamente al árabe por un colaborador suyo.
“Queridos hermanos y hermanas –les dijo el Papa después de la catequesis sobre la esperanza de Abraham– por la fe María recibió las palabras del ángel y creyó al anuncio de que ella sería la Madre de Dios. Y ella acogió en ella misma lo que no entendía del actuar de Dios, abriéndole su espíritu y su corazón”.
“Como Ella –prosiguió el Pontífice– nosotros estamos llamados a vivir apoyados por la fe, y a mirar con esperanza que se cumpla la voluntad de Dios en nuestras vidas. ¡Que el Señor les bendiga!”.
Texto completo de la catequesis del papa Francisco en la audiencia del 29 de marzo de 2017
“Cuando Dios promete, lleva a cumplimiento aquello que promete. Jamás falta a su palabra”
“Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
La frase de la Carta de San Pablo a los Romanos que hemos apenas escuchado nos ofrece un gran don. De hecho, estamos acostumbrados a reconocer en Abraham a nuestro padre en la fe; hoy el Apóstol nos hace comprender que Abraham es para nosotros padre de la esperanza; no solo padre en la fe, sino también padre en la esperanza. Y esto porque en su historia podemos ya adquirir un anuncio de la Resurrección, de la vida nueva que vence el mal y la misma muerte.
El texto dice que Abraham creyó en Dios “que da vida a los muertos y llama a la existencia a las cosas que no existen”; y luego precisa: “Su fe no flaqueó, al considerar que su cuerpo estaba como muerto y que también lo estaba el seno de Sara”. Así, esta es la experiencia a la cual estamos llamados a vivir también nosotros. El Dios que se revela a Abraham es el Dios que salva, el Dios que hace salir de la desesperación y de la muerte, el Dios que llama a la vida. En la historia de Abraham todo se convierte en un himno al Dios que libera y regenera, todo se hace profecía.
Y lo hace para nosotros, para nosotros que ahora reconocemos y celebramos el cumplimiento de todo esto en el misterio de la Pascua. Dios de hecho, “resucitó a nuestro Señor Jesús de los muertos “, para que también nosotros podamos pasar en Él de la muerte a la vida. Y de verdad entonces Abraham puede bien llamarse ‘padre de muchos pueblos’, en cuanto resplandece como anuncio de una humanidad nueva – nosotros – rescatada por Cristo del pecado y de la muerte e introducida una vez para siempre en el abrazo del amor de Dios.
A este punto, Pablo nos ayuda a poner en evidencia el vínculo estrecho entre la fe y la esperanza. Él de hecho afirma que Abraham “creyó, esperando contra toda esperanza”. Nuestra esperanza no se apoya en razonamientos, previsiones o cálculos humanos; y se manifiesta ahí donde no hay más esperanza, donde no hay nada más en que esperar, justamente como sucedió con Abraham, ante su muerte inminente y la esterilidad de su mujer Sara. Era el final para ellos, no podían tener hijos y ahí, en esa situación, Abraham cree y tuvo esperanza contra toda esperanza. ¡Y esto es grande!
La gran esperanza hunde sus raíces en la fe, y justamente por esto es capaz de ir más allá de toda esperanza. Sí, porque no se funda en nuestra palabra, sino en la Palabra de Dios. También en este sentido, entonces, estamos llamados a seguir el ejemplo de Abraham, quien, a pesar de la evidencia de una realidad que parece destinada a la muerte, confía en Dios, “plenamente convencido de que Dios tiene poder para cumplir lo que promete”. Me gustaría hacerles una pregunta, ¿verdad?: ¿Nosotros, todos nosotros, estamos convencidos de esto? ¿Estamos convencidos que Dios nos quiere mucho y que todo aquello que nos ha prometido está dispuesto a llevarlo a cumplimiento? Pero Padre, ¿Cuánto debemos pagar por esto?. “Hay un precio: abrir el corazón”. Abran sus corazones y esta fuerza de Dios llevará adelante y hará cosas milagrosas y les enseñará que cosa es la esperanza. Este es el único precio: abrir el corazón a la fe y Él hará el resto.
¡Esta es la paradoja y al mismo tiempo el elemento más fuerte, más alto de nuestra esperanza! Una esperanza fundada en una promesa que del punto de vista humano parece incierta e impredecible, pero que no disminuye ni siquiera ante la muerte, cuando a prometer es el Dios de la Resurrección y de la vida. Esto no lo promete uno cualquiera, ¡no! Quien lo promete, es el Dios de la Resurrección y de la vida.
Queridos hermanos y hermanas, pidamos hoy al Señor la gracia de permanecer instaurados no tanto en nuestras seguridades, en nuestras capacidades, sino en la esperanza que surge de la promesa de Dios, como verdaderos hijos de Abraham. Cuando Dios promete, lleva a cumplimiento aquello que promete. Jamás falta a su palabra.
Y entonces nuestra vida asumirá una luz nueva, en la conciencia de que Quien ha resucitado a su Hijo, resucitará también a nosotros y nos hará de verdad una cosa sola con Él, junto a todos nuestros hermanos en la fe. Todos nosotros creemos.
Hoy estamos todos en la plaza, alabemos al Señor, cantaremos el Padre Nuestro, luego recibiremos la bendición… pero esto pasa. Pero esto, también, es una promesa de esperanza. Si nosotros hoy tenemos el corazón abierto, les aseguro que todos nosotros nos encontraremos en la plaza del Cielo para siempre, que no pasa nunca. Y esta es la promesa de Dios. Y esta es nuestra esperanza, si nosotros abrimos nuestros corazones. Gracias.
Imagen: Plaza de San Pedro en la Audiencia del 29 de marzo