VATICANO, (ACI).- El servicio es el camino para llegar hasta Jesús y alcanzar la felicidad. Esta fue la catequesis que el Papa Francisco dedicó a la tercera Audiencia Jubilar del año en la Plaza de San Pedro. “Ser misericordiosos como el Padre significa seguir a Jesús en el camino del servicio”, subrayó.
Recordando la proximidad de la Pascua, el Pontífice recordó el Lavatorio de pies de Jesús a sus discípulos como muestra de humildad. “Un gesto inesperado e impresionante, al extremo que Pedro no quería aceptarlo”.
“De esta forma Jesús señala a sus discípulos el servicio como el camino a recorrer para vivir la fe en Él y dar testimonio de su amor. El mismo Jesús ha aplicado a si la imagen del ‘Siervo de Dios’ utilizada por el profeta Isaías. Él, que es el Señor, ¡se hace siervo!”, explicó el Papa.
En definitiva, “lavando los pies a los apóstoles, Jesús ha querido revelar la manera de actuar de Dios con nosotros, y dar el ejemplo de su «’mandamiento nuevo’ de amarnos unos a otros como Él nos ha amado, o sea dando la vida por nosotros”.
Francisco manifestó que “el amor, pues, es el servicio concreto que damos los unos a los otros. El amor no es sólo palabras, son obras y servicio; un servicio humilde, hecho en el silencio y en lo escondido”.
Para el Pontífice, el servicio también tiene relación con los bienes materiales, puesto que “se expresa en el compartir”, para que “ninguno esté en la necesidad”.
“Esto del compartir y de la dedición a quien está en la necesidad es un estilo de vida que Dios sugiere también a muchos cristianos, como camino de auténtica humanidad”.
“Por último, no olvidemos que lavando los pies a sus discípulos y pidiendo a ellos hacer lo mismo, Jesús nos ha invitado también aconfesar mutuamente nuestras faltas y a rezar los unos por los otros para sabernos perdonar de corazón”.
El Obispo de Roma dijo también que “el amor, la caridad y el servicio, ayudar a los demás, servir a los otros” es una tarea de los cristianos.
“Hay mucha gente que pasa la vida así, en el servicio a los demás” dijo para contar a continuación una anécdota: “La semana pasada he recibido una carta de una persona que me decía que me agradecía por el Año de la Misericordia; me pedía de orar por ella, para que pudiera estar más cerca del Señor. La vida de esta persona era cuidar a la mamá y al hermano; la mamá en cama, anciana, lucida pero no se podía mover y el hermano discapacitado, en una silla de ruedas. Esta persona, su vida, era servir, ayudar”.
“¡Y esto es amor! Cuando te olvidas de ti mismo y piensas en los demás: ¡esto es amor! Y con el lavatorio de los pies el Señor nos enseña a ser servidores, más siervos, como Él ha sido siervo por nosotros, por cada uno de nosotros”, concluyó.
Alvaro de Juana