En el encuentro de este sábado, ha recordado uno de los elementos que nos impide reconocer a Cristo es «un yo demasiado seguro y orgulloso», y ha invitado a reflexionar sobre nuestra misión para tener así «una actitud valiente en la vida».
3 de febrero 2025.- Una de las novedades de este Año Santo convocado por el Papa Francisco son las audiencias jubilares; encuentros quincenales que mantiene el Pontífice con todos aquellos peregrinos que se encuentren en Roma participando de este tiempo especial. Una oportunidad para «profundizar juntos en algunos aspectos de la esperanza», según definió el mismo Francisco.
Durante la audiencia mantenida en la mañana de este sábado en el aula Pablo VI, el Santo Padre ha querido reflexionar la conversión y la espera, a partir del Evangelio en el que se narra cómo Magdalena busca a Jesús en el sepulcro vacío y donde «se repite varias veces que María “se dio la vuelta”. ¡El Evangelista escoge bien las palabras! En lágrimas, María mira primero dentro el sepulcro, luego se voltea: el Resucitado no está en la parte de la muerte, sino en la parte de la vida», ha señalado el Papa.
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De esta manera, el Pontífice ha hecho hincapié en la palabra «conversión», que significa «cambio de dirección», ya que «todo se puede ver desde otra perspectiva y así también nuestros pasos se encaminan hacia nuevas metas». Por eso, cuando María Magdalena se da la vuelta al escuchar su nombre, ya mira hacia el sepulcro de otra forma. «Así es como surge la esperanza», ha asegurado Francisco.
En esta catequesis, el Santo Padre nos ha invitado a seguir el ejemplo de María Magdalena, que la tradición calificó posteriormente como «apóstola de los apóstoles», ya que «al nuevo mundo se entra convirtiéndose más de una vez y nuestro camino es una constante invitación a cambiar de prospectiva».
Además, ha explicado que «el Resucitado nos lleva a su mundo, paso a paso, con la condición de que no pretendamos ya saber todo», y ha invitado a todos los presentes a hacerse la siguiente pregunta: «¿Tengo el deseo de conversión?». Igualmente, ha subrayado que uno de los elementos más significativos que hoy en día nos impide reconocer a Cristo Resucitado es «un yo demasiado seguro y orgulloso».
El Pontífice nos ha invitado en su catequesis a, «en vez de mirar en la oscuridad del pasado, en el vacío de un sepulcro, aprender a voltearnos hacia la vida» porque «allí nos espera nuestro Maestro y es pronunciado nuestro nombre». Además, ha recordado que en la vida real hay un sitio específicamente pensado para cada uno de nosotros. «Hay un lugar para ti, para mí, para cada uno. Nadie puede tomárnoslo, porque desde siempre ha sido pensado para nosotros. Cada uno puede decir: ¡tengo un lugar, yo soy una misión!», ha exclamado el Papa ante el aplauso de los presentes.
Antes de marcharse, el Santo Padre ha instado a los fieles a preguntarse individualmente «cuál es la misión que Dios nos da a cada uno de nosotros», asegurando que «este pensamiento nos ayudará a tener una actitud valiente en la vida».
ESTER MEDINA RODRÍGUEZ
Alfa y Omega