Ciudad del Vaticano, (Vis).-»Una experiencia de transfiguración». Así definió el Papa Francisco su reciente viaje apostólico en México al que dedicó la reflexión que precede al ángelus dominical. Partiendo de la lectura del evangelio de este segundo domingo de Cuaresma dedicado a la Transfiguración de Jesús en el monte Tabor, el Santo Padre habló de su visita a la tierra de la Virgen de Guadalupe.
En México, dijo, »el Señor nos ha mostrado la luz de su gloria a través del cuerpo de su Iglesia, de su Pueblo santo que vive en aquella tierra. Un cuerpo tantas veces herido, un pueblo tantas veces oprimidio, despreciado, violado en su dignidad. De hecho, los diversos encuentros vividos en México han estado llenos de luz: la luz de la fe que transfigura los rostros e ilumina el camino».
»El baricentro espiritual de la peregrinación fue el santuario de la Virgen de Guadalupe- agregó- Permanecer en silencio ante la imagen de la Madre era lo que me proponía en primer lugar. Y doy gracias a Dios por habérmelo concedido. La he contemplado y me he dejado mirar por aquella que lleva grabadas en sus ojos las miradas de todos sus hijos y recoge los dolores de las violencias, los secuestros, los asesinatos, los abusos contra tantas personas, contra tantas mujeres. Guadalupe es el santuario mariano más visitado en todo el mundo. Van de toda América para rezar allí donde la Virgen Morenita se mostró al indio san Juan Diego, dando inicio a la evangelización del continente y a su nueva civilización, fruto del encuentro entre diversas culturas».
»Y precisamente esta es la herencia que el Señor dejó a México: custodiar la riqueza de la diversidad y, al mismo tiempo manifestar la armonía de la fe común, una fe sencilla y robusta, acompañada por una gran carga de vitalidad y humanidad -explicó el Pontífice- Como mis predecesores, yo también fui a confirmar la fe del pueblo mexicano pero, al mismo tiempo, a ser confirmado; recogí a manos llenas este don para que de él se beneficie la Iglesia universal».
»Un ejemplo luminoso de lo que digo son las familias: las familias mexicanas me recibieron con alegría como mensajero de Cristo, Pastor de la Iglesia; pero a su vez me dieron testimonios límpidos y fuertes , testimonios de fe vivida, de fe que transfigura la vida y, esto, para la edificación de todas las familias cristianas del mundo. Lo mismo se puede decir de los jóvenes, de los consagrados, de los sacerdotes, de los trabajadores, de los detenidos».
Después de dar las gracias a la Virgen de Guadalupe por esa peregrinación, así como a las autoridades mexicanas, tanto civiles como eclesiásticas y a todos los que habían hecho posible su visita, Francisco elevó una alabanza especial a la Santísima Trinidad por el encuentro en Cuba con el Patriarca Kiril de Moscú y de toda Rusia, un encuentro también muy deseado por sus antecesores.
»Este acontecimiento también es una luz profética de Resurrección de la que hoy más que nunca tiene necesidad el mundo contemporáneo -finalizó- Que la Santa Madre de Dios siga llevándonos por el camino de la unidad. Recemos a la Virgen de Kazán, de la que el Patriarca Kiril me regaló un icono».
Francisco: Ninguna ejecución capital en el Año de la Misericordia
Después de rezar el ángelus Francisco se refirió al congreso internacional »Por un mundo sin pena de muerte» que se celebra en Roma organizado por la Comunidad de San Egidio manifestando el deseo de que impulse todavía más el compromiso para la abolición de la pena de muerte.
El Papa observó que una señal de esperanza en ese sentido era que en la opinión pública se afianzaba cada vez más la oposición a la pena de muerte como herramienta legítima de defensa social. »Efectivamente -indicó- las sociedades modernas tienen la posibilidad de reprimir eficazmente el crimen sin quitar definitivamente al que lo ha cometido la posibilidad de redimirse. El problema se enfoca partiendo de una justicia penal que sea cada vez más conforme a la dignidad del ser humano y del proyecto de Dios sobre la persona y la sociedad y también de una justicia penal abierta a la esperanza de la reinserción social. El mandamiento »no matarás» tiene un valor absoluto y atañe tanto al inocente como al culpable».
»El Jubileo extraordinario de la Misericordia es una ocasión propicia para promover en el mundo formas cada vez más maduras de respeto de la vida y de la dignidad de cada persona. También el criminal mantiene el derecho inviolable a la vida, don de Dios. Me apelo a la conciencia de los gobernantes -dijo Francisco- para que se llegue a un consenso internacional para la abolición de la pena de muerte. Y propongo a todos los que entre ellos son católicos que hagan un gesto valiente y ejemplar: que no haya ninguna ejecución capital en este Año Santo de la Misericordia».
»Todos los cristianos y los hombres de buena voluntad -recalcó- están hoy llamados a actuar no solo por la abolición de la pena de muerte, sino también en la mejora de la condición carcelera, en el respeto de la dignidad humana y de las personas privadas de la libertad».
También habló el Papa del Via Crucis que el próximo jueves -organizado por la Comunidad Papa Juan XXIII, fundada por el sacerdote Oreste Benzi- atravesará las calles de Roma en solidaridad con las mujeres víctimas de la trata de personas y para rezar por ellas.
Antes de despedirse de los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, el Santo Padre reiteró que la Cuaresma era un tiempo propicio para recorrer un camino de conversión cuyo centro es la misericordia. »Por eso -dijo- he pensado en regalar, a los que están aquí en la Plaza, una »medicina espiritual», llamada Misericordina. Ya lo hicimos una vez, pero esta es de calidad superior: es la Misericordina plus. Una cajita que contiene la corona del Rosario y la estampa de Jesús Misericordioso. Ahora la distribuirán los voluntarios, entre los que hay pobres, personas sin domicilio fijo, prófugos y también religiosos. Recibid este regalo como una ayuda espiritual para difundir, sobre todo en este Año de la Misericordia, el amor, el perdón y la fraternidad».