El Santo Padre recibe a los empresarios participantes del Fortune-Time Global Forum sobre el tema: “El desafío del siglo XXI: crear un nuevo pacto social”.
(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Cuando ignoramos el grito de “muchos de nuestros hermanos y hermanas en todas las partes del mundo” no solo les negamos sus derechos y los valores que hemos recibido de Dios, sino que también rechazamos su sabiduría y les impedimos ofrecer al mundo sus talentos, sus tradiciones y sus culturas. Así lo ha asegurado el papa Francisco, explicando además que estos comportamientos aumentan el sufrimientos de los pobres y de los marginados, y nosotros mismos “nos convertimos en más pobres, no solo materialmente, sino moral y espiritualmente”.
El Pontífice ha recibido a los empresarios participantes del Fortune-Time Global Forum sobre el tema: “El desafío del siglo XXI: crear un nuevo pacto social”. Un tema –ha asegurado el Papa en su discurso– realmente oportuno y que mira la necesidad urgente de modelos económicos más inclusivos y justos. Asimismo, ha indicado que ahora se requiere no un nuevo acuerdo social en abstracto, sino “ideas concretas” y “una acción eficaz que sea ventajosa para todos y comience a responder a la problemas acuciantes de nuestros días”.
Por otro lado, ha querido dar las gracias a los presentes por lo que están haciendo para “promover la centralidad y la dignidad de la persona humana dentro de las instituciones y de los modelos económicos” y por “atraer la atención sobre la llaga de los pobres y de los refugiados” que son a menudo olvidados por la sociedad.
También ha subrayado que el mundo de hoy está marcado por grandes inquietudes. La desigualdad entre los pueblos –ha lamentado el Papa– continúa creciendo y muchas comunidades son directamente golpeadas por la guerra y la pobreza o de la salida forzada de migrantes y refugiados. La gente quiere “hacer escuchar su voz y expresar las propias preocupaciones y miedos”, ha señalado.
Sin embargo, ha asegurado el Papa, cuando reconocemos finalmente el mal en medio de nosotros, “podemos tratar de sanarlo aplicando el cuidado justo”. De este modo, ha reconocido a los participantes del congreso que su presencia demuestra que “reconocen los problemas que están delante y la necesidad de actuar con decisión”.
Esta estrategia de renovación y esperanza requiere “una conversión institucional y personal”, “un cambio del corazón que confiere el primado a las más profundas expresiones de nuestra común humanidad, de nuestras culturas, de nuestras convicciones religiosas y de nuestras tradiciones”.
De lo que estamos hablando, ha especificado Francisco, no son “número que hay que cuadrar” sino “el bien común de la humanidad”, “el derecho de cada persona para acceder a los recursos de este mundo” y “tener las mismas oportunidades para realizar las propias potencialidades”.
La renovación, la purificación y el reforzamiento de “sólidos modelos económicos” depende, ha explicado el Santo Padre, de nuestra conversión personal y generosidad hacia los necesitados.
Finalmente, ha animado a los presentes a buscar “caminos cada vez más creativos para transformar las instituciones y las estructuras económicas” de forma que sepan responder a las necesidades de hoy y estén al servicio de la persona humana, especialmente de los marginados y excluidos.
Rocío Lancho García Foto:
El Papa Francisco en la Sala Clementina
(© Osservatore Romano)