Ciudad del Vaticano, (VIS).-El Santo Padre celebró el pasado 18 de octubre en la Plaza de San Pedro, la santa misa durante la cual canonizó a los beatos Vicente Grossi, fundador del Instituto de las Hijas del Oratorio; María de la Purísima Concepción, superiora de las Hermanas de la Compañía de la Cruz, y los cónyuges Louis Martin y Zélie Guérin, padres de Santa Teresita del Niño Jesús.
En su homilía Francisco recordó que »en la comunidad cristiana el modelo de autoridad es el servicio. El que sirve a los demás y vive sin honores ejerce la verdadera autoridad en la Iglesia. Jesús -añadió- nos invita a cambiar de mentalidad y a pasar del afán del poder al gozo de desaparecer y servir; a erradicar el instinto de dominio sobre los demás y vivir la virtud de la humildad»…»En la actitud del Maestro la comunidad encuentra la motivación para una nueva concepción de la vida: »Porque el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos».
»En la tradición bíblica -continuó- el Hijo del hombre es el que recibe de Dios »poder, honor y reino». Jesús da un nuevo sentido a esta imagen y señala que él tiene el poder en cuanto siervo, el honor en cuanto que se abaja, la autoridad real en cuanto que está disponible al don total de la vida. En efecto, con su pasión y muerte él conquista el último puesto, alcanza su mayor grandeza con el servicio, y la entrega como don a su Iglesia. Hay una incompatibilidad entre el modo de concebir el poder según los criterios mundanos y el servicio humilde que debería caracterizar a la autoridad según la enseñanza y el ejemplo de Jesús. Incompatibilidad entre las ambiciones, el carrerismo y el seguimiento de Cristo; incompatibilidad entre los honores, el éxito, la fama, los triunfos terrenos y la lógica de Cristo crucificado».
En cambio, -destacó- sí que hay compatibilidad entre Jesús »acostumbrado a sufrir» y nuestro sufrimiento…Jesús ha experimentado directamente nuestras dificultades, conoce desde dentro nuestra condición humana; el no tener pecado no le impide entender a los pecadores. Su gloria no está en la ambición o la sed de dominio, sino en el amor a los hombres, en asumir y compartir su debilidad y ofrecerles la gracia que restaura, en acompañar con ternura infinita, acompañar su atormentado camino».
El Papa afirmó que los nuevos santos »sirvieron siempre a los hermanos con humildad y caridad extraordinaria, imitando así al divino Maestro…El testimonio luminoso de estos nuevos santos nos estimulan a perseverar en el camino del servicio alegre a los hermanos, confiando en la ayuda de Dios y en la protección materna de María. Ahora, desde el cielo, velan sobre nosotros y nos sostienen con su poderosa intercesión».
Al finalizar la Misa y antes del rezo dominical del Ángelus, el Pontífice dedicó unas palabras a la situación de tensión y violencia en Tierra Santa. »En este momento se necesita mucho coraje y mucha fuerza para decir no al odio y la venganza y hacer gestos de paz -dijo-. Oremos para que Dios fortalezca en todos, gobernantes y ciudadanos, la valentía de oponerse a la violencia y tomar medidas concretas para la distensión. En el contexto actual de Oriente Medio es más que nunca fundamental que haya paz en Tierra Santa: nos lo pide Dios y el bien de la humanidad».
Los nuevos santos
Los cuatro nuevos santos proclamados por el Papa Francisco, que serán devotamente honrados en toda la Iglesia a partir de ahora, son: San Luis Martin y Santa María Celia Guérin, padres de Santa Teresita del Niño Jesús de Lisieux, el sacerdote italiano San Vicente Grossi, fundador del Instituto de las Hijas del Oratorio, y religiosa española Santa María de la Purísima, superiora de las Hermanas de la Compañía de la Cruz
San Vicente Grossi, de la Diócesis de Cremona, Italia, fue un ferviente pastor de almas durante todos los años de su sacerdocio. Nació en 1845 y en 1869 fue ordenado presbítero. Ejerció el sagrado ministerio en diversas parroquias, primero como vice párroco y luego como párroco, distinguiéndose por la fidelidad al sacerdocio y al Papa, por la caridad hacia los pobres y por el compromiso en la evangelización y en la catequesis. Sensible a la formación cristiana de los jóvenes del campo, fundó la Congregación de las Hijas del Oratorio. Murió pobre en 1917 y fue beatificado el 1º de noviembre de 1975.
Santa María de la Purísima, entonces María Isabel Salvat Romero, brilló por la coherencia y la generosidad en la vida consagrada. Nació en Madrid en 1926. Entre muchas tribulaciones pasó a través de la guerra civil que ensangrentó España en el siglo pasado. Ferviente en su amor hacia los pobres entró en el Instituto de las Hermanas de la Compañía de la Cruz, fundado en Sevilla por Santa Teresa de la Cruz para la asistencia a domicilio de los enfermos y de las familias más necesitadas. Fue Superiora General de su Congregación desde 1977 hasta su muerte en 1998. Derramó alegría y humildad, gran caridad por sus hermanas y serena conformidad a la voluntad de Dios. Fue elevada al honor de los altares el 18 de setiembre de 2010.
San Luis Martin y Santa María Celia Guérin honraron con su vida el matrimonio y la familia cristiana, como cónyuges y padres ejemplares. Luis nació en Bordeaux en 1823 y se dedicó al comercio como propietario de un negocio de orfebrería y relojería. En 1858 contrajo matrimonio con María Celia Guérin, nacida en Alenzón en 1831, quien dirigía una pequeña empresa de encajes. Su familia fue verdaderamente una pequeña iglesia en la que reinaba una fe alegre y profunda y una caridad delicada y premurosa. Juntos recorrieron el camino de la santidad conyugal. De su unión nacieron nueve hijos, pero sobrevivieron sólo cinco, cuatro de ellos, entre los cuales Santa Teresa del Niño Jesús, entraron en el Carmelo de Lisieux y la quinta fue religiosa Visitandina en Caen. En su vocación religiosa fue decisivo el ejemplo cotidiano de los padres. María Celia, enferma de cáncer, murió en 1877 a los cuarenta y cinco años de edad. Su esposo transcurrió el último período de su vida en la oración y entre muchas enfermedades. Se durmió en el Señor en 1894 a los setenta y un años de edad. Luis y María Celia fueron beatificados juntos el 19 de octubre de 2008.
El ministro del Interior encabeza la delegación de España a la canonización de la madre Purísima
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Mil doscientos peregrinos de Sevilla constituyeron el grupo más numeroso de peregrinos en la canonización en Roma, en celebración presidida por el Papa Francisco, de la madre María Purísima de la Cruz, de la Compañía de la cruz.
La delegación oficial del Estado español ha estado encabezada por el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz.