La hermana Giannantonia continúa sus servicios en Eritrea
(ZENIT). “Mi única fortaleza está en el Señor”, dice la Hermana Giannantonia Comencini, 97, misionera en Eritrea, África, durante setenta años. Ella se encontró con el Papa Francisco en la mañana del 24 de octubre de 2017, en la Casa Santa Marta y recibió su bendición, dice la edición italiana de L’Osservatore Romano del 25 de octubre de 2017.
Después de esta reunión en el Vaticano, debería irse a Asmara, la capital de Eritrea, para continuar sus servicios a los enfermos y los jóvenes.
“Le di un beso en la mano” –afirmó la religiosa después de conocer al Papa– y le dijo: ‘Bendígame y pida por mí al Señor, a quien amo locamente’.
Originaria de Costermano, un pequeño pueblo cerca del Lago de Garda, en Italia, la hermana Giannantonia es maestra, catequista y “manitas” en la Catedral de Asmara, situada en el país africano de Eritrea.
Las hermanas que la acompañaron narraron: “Por la mañana, se levanta a las 4:30 horas, prepara la iglesia, luego va a llevar la comunión a los enfermos. Todos los domingos, toma el autobús y va a visitar a los pacientes del hospital geriátrico. Allí, –agrega la hermana Giannantonia– “hay católicos, musulmanes, coptos, ortodoxos: estoy para todos”.
Ella comenzó su misión de caridad después de haberse curado de tifus hace 70 años. Fue en ese momento cuando sintió la presencia de Cristo: “Sentí que, aunque era muy miserable, Él me amaba mucho. Y también quería amarlo”.
De vuelta en Asmara, la hermana Giannantonia comenzará las actividades en preparación para la Navidad, en las que estarán involucrados alrededor de 60 niños. Ella misma concibió lo que ella describe como una “narración religiosa” en la que, además de los personajes clásicos de cada cuna, intervienen otros protagonistas, como Adán y Eva.
Marina Droujinina
Imagen: Eritrea
(© Wikimedia Commons/Pixabay)