Durante el vuelo de regreso a Roma, Francisco afirma: «No tengo miedo a los cismas, pero rezo para que no se de, porque no es cristiano».
En su encuentro con los periodistas durante el vuelo de regreso este martes a Roma, al término de su viaje a Mozambique, Madagascar y Mauricio, el Papa Francisco ha anunciado: «Iré a España si vivo, pero la prioridad de los viajes en Europa son los países pequeños; después los grandes».
Francisco confirmaba así su disposición a viajar a nuestro país si recibe las invitaciones oficiales de la conferencia episcopal y del gobierno, que todavía no se han producido.
Por el momento el Papa solo ha recibido invitaciones verbales del rey Juan Carlos, al inicio del pontificado y, posteriormente, de Felipe VI. A diferencia de casi un centenar de países en que tanto las autoridades eclesiásticas como las civiles le han presentado una invitación oficial, España brilla por su ausencia.
Francisco viajaría encantado a España en 2021 con motivo del Año Santo en Santiago de Compostela y el quinto centenario de la conversión de San Ignacio si los obispos y el gobierno le invitan pues, para entonces, habrá terminado ya las visitas a los países pequeños de Europa.
Amenazas de cisma
Respecto a las maniobras contra él promovidas por millonarios conservadores norteamericanos y analizadas en el reciente libro del vaticanista francés Nicolas Senèze, «Cómo América quiere cambiar de Papa», el Santo Padre ha dicho que «las críticas no vienen solo de los americanos sino de todos lados, incluso de la Curia. Al menos, algunos tienen la honestidad de decirlo, mientras otros clavan el puñal por detrás».
Francisco ha distinguido «la crítica constructiva» de la meramente destructiva, «que es como las píldoras de arsénico, y no ayuda. Viene de personas cerradas, que no quieren escuchar la respuesta. La ideología pelagiana lleva a la rigidez. Hoy tenemos bolsas de rigidez que no son cisma», pero pueden serlo.
Respondiendo a las amenazas de cisma de esos sectores hostiles, el Papa ha recordado que en la Iglesia ha habido ya muchísimos, los más recientes a raíz del Concilio Vaticano I y del Concilio Vaticano II, con los lefebvrianos: «Yo no le tengo miedo a los cismas. Rezo para que no se den, porque está en juego la situación espiritual de muchas personas. Rezo por el diálogo, porque el camino del cisma no es cristiano».
Ante la pregunta sobre un problema que se agrava en África, el Papa ha precisado que «la xenofobia es una enfermedad humana, como el sarampión. Y nos ponemos a construir muros que mantienen fuera a la gente; pero los de dentro, al final, son derrotados».
Con palabras muy duras ha añadido que «la xenofobia es una enfermedad injustificable, que a veces cabalga sobre los populismos políticos. En estos momentos se oyen discursos que recuerdan a Hitler en 1934».
Una y otra vez, el Papa ha mencionado similitudes o contrastes entre África y Europa, como la llamativa juventud de la población africana frente al envejecimiento de Europa «donde se vive un invierno demográfico. Hay un país que en el año 2050 tendrán más jubilados que población activa. En cambio, África está llena de vida».
Balance
Francisco vuelve a Roma conmovido por la alegría de las personas sencillas, sobre todo en Mozambique y Madagascar, que figuran entre los diez países más pobres del mundo: «Me ha impresionado la alegría en los tres países. El indicador de que un grupo de personas es un pueblo, es la alegría. En cambio, cuando la gente se separa del pueblo, pierde la alegría».
Otro aspecto que le ha impresionado es «la unidad entre religiones. No se ocultan las diferencias, pero se subraya que somos hermanos. Al llegar al palacio episcopal de Port Louis me encontré un espectacular ramo de flores. Era un regalo del Gran Imán».
Por ese motivo «digo a los misioneros ‘no hagáis proselitismo’, que es algo que vale para la política. El Evangelio es testimonio con la propia vida. San Francisco de Asís decía a sus seguidores: predicad el Evangelio, si es necesario, también con las palabras».
Como ha hecho en cada uno de los tres países visitados, Francisco ha insistido en la urgencia de frenar el rápido deterioro del medio ambiente del planeta. Aparte de la deforestación salvaje en la Amazonia, «hemos visto fotos de un barco que navegaba en el Polo Norte, o de la ceremonia fúnebre por un glaciar desaparecido.
Juan Vicente Boo/ABC
Foto: CNS