Tras despegar de Roma, Francisco saludó a los cerca de 70 reporteros, camarógrafos y fotógrafos que le acompañan en el viaje apostólico a Ajaccio: «Es un vuelo corto, pero quería saludarlos y agradecerles por su trabajo». Fueron numerosos regalos para el Pontífice, entre ellos una estatua de un ángel destruido y embarrado procedente de una parroquia de Valencia devastada por el temporal Dana.
15 de diciembre 2024.– «¡Buenos días y gracias por venir!» Menos de veinte minutos después de despegar de Roma-Fiumicino, justo antes de aterrizar en Ajaccio, capital de Córcega y destino de su 47º viaje apostólico, el Papa Francisco ha querido saludar personalmente a los 67 periodistas, camarógrafos y fotógrafos que le acompañan en su viaje de unas doce horas a la isla mediterránea.
Saludos a los ‘compañeros de viaje’
«Les deseo un buen viaje y muchas gracias por su servicio. Muchas gracias…», dijo el Papa al micrófono, acompañado por George Koovakad, cardenal desde el pasado 7 de diciembre y organizador de los viajes papales. «Es un vuelo muy corto, muy breve», añadió Francisco, «no podemos tener el coloquio habitual, pero quería venir a saludarlos y a agradecerles por su trabajo. Gracias!»
Regalos para el Papa
Debido a las limitaciones de tiempo y espacio del vuelo -alrededor de una hora y cuarto en un Airbus A320 Neo de Ita Airways-, el Papa Francisco no hizo el tradicional recorrido entre las filas de asientos. Lo que, en todos sus viajes apostólicos, ha sido una oportunidad para intercambiar con los periodistas saludos, bromas, preguntas, peticiones de oración y, sobre todo, para entregar cartas, libros y regalos. Los regalos, en cualquier caso, fueron entregados al Papa a través del portavoz Matteo Bruni.
El ángel de Valencia destruido por la tormenta Dana
Entre los regalos destaca, como siempre, el entregado por la corresponsal de la cadena española Radio Cope, Eva Fernández. Sobresale por su fuerte simbolismo y porque procede de una zona de Europa que vivió uno de los dramas más devastadores de 2024: Valencia. Se trata de la estatua destruida y manchada de barro de un ángel, sin cabeza ni alas, pero con los brazos intactos en un gesto de adoración. El ángel -parte de una pareja (el otro estaba tan dañado que era irreconocible)- procede del sagrario de la parroquia de Picanya, una de las más dañadas por la tormenta Dana que dejó más de 200 muertos, muchos heridos y desaparecidos y daños incalculables.
En memoria de las víctimas, voluntarios y sacerdotes
El vicario episcopal del área metropolitana de Valencia, Jesús Corbí, envió junto al regalo una carta en la que explicaba al Pontífice que la escultura pretende ser un «recuerdo de los fallecidos en este aluvión, de tantas familias que lo perdieron todo», pero también «una muestra de gratitud para todos los voluntarios que nos ayudaron» y para los sacerdotes «que lloraron y se implicaron con la gente, rezando, limpiando, animando y enterrando a sus seres queridos».
«El sufrimiento y el trabajo de nuestro pueblo son signo de oración para que, caminando juntos, seamos peregrinos de esperanza en esta dramática situación», dice la misiva del obispo, que agradece también la visita en noviembre del cardenal Michael Czerny, prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, a Valencia y ciudades vecinas, donde trajo la cercanía y la caridad del Papa.
SALVATORE CERNUZIO
Enviado a Ajaccio