Es importante «tener buenos y sabios educadores en los años de formación». Esta es la recomendación del Papa a la Unión Mundial de Educadores Católicos, a la que pide cultivar e incrementar continuamente «el arte de educar». Francisco también advierte que «la colonización ideológica destruye la personalidad humana».
Ciudad del Vaticano, 12 de noviembre 2022.- Hay que procurar que los educadores entiendan «qué es una novedad que hace crecer y qué es una ideologización, una colonización ideológica». «Hoy las colonizaciones ideológicas destruyen la personalidad humana y cuando entran en la educación hacen masacres». Así lo ha destacado el Papa Francisco al reunirse con los participantes en la Asamblea General de la Unión Mundial de Profesores Católicos (Umec-Wuct), «una red de colegas de profesión y de hermanos en la fe que -explica el Pontífice- con espíritu y estilo de amistad, de acogida, de conocimiento mutuo y de crecimiento espiritual común, se pone al servicio de todos los profesores católicos para que conserven su identidad y realicen su misión».
Yo diría que en esta tarea ustedes son «colaboradores del Papa»: de hecho, la misión del Sucesor de Pedro es precisamente la de confirmar y sostener a los hermanos en la fe (cf. Lc 22,32). Y así, ustedes, en el mundo de la escuela, hacen presente el servicio de la Iglesia de apoyar a los profesores católicos en la fe, para que puedan llevar a cabo su trabajo y su testimonio de la mejor manera posible, en situaciones a menudo complejas a nivel relacional e institucional.
Dar testimonio de la fe
«La presencia de los educadores cristianos en el mundo escolar es de vital importancia. Y decisivo es el estilo que adopta. En efecto, el educador cristiano está llamado a ser a la vez plenamente humano y plenamente cristiano». «No debe ser espiritualista y estar fuera de contacto con el mundo». «No hay humanismo sin cristianismo. Y no hay cristianismo sin humanismo». El educador cristiano debe, por tanto, estar «enraizado en el presente, en su tiempo, en su cultura». Es importante que su personalidad sea rica, abierta, capaz de establecer relaciones sinceras con los alumnos, de comprender sus necesidades más profundas, sus preguntas, sus miedos, sus sueños».
Y que también sea capaz de testimoniar -en primer lugar con su vida y también con las palabras- que la fe cristiana abarca a todo el ser humano, que lleva la luz y la verdad a todos los ámbitos de la existencia, sin excluir nada, sin cortar las alas a los sueños de los jóvenes, sin empobrecer sus aspiraciones.
Dejar una señal
La Unión Mundial de Profesores Católicos, recuerda Francisco, ha vivido tiempos difíciles en su historia reciente, «incluso con momentos de duda y desánimo». Pero incluso «en estos tiempos tormentosos», no ha faltado el compromiso «con espíritu de fe y esperanza cristiana». La Umec está llamada hoy a «apoyar a los profesores de todas las edades y en todas las condiciones de trabajo: tanto a los que tienen una larga experiencia -rica en satisfacciones pero también en dificultades- como a las nuevas generaciones, profesores animados por el entusiasmo y las ganas de hacer, pero con las fragilidades e incertidumbres que a menudo marcan los primeros años de la enseñanza».
Todos estos profesores -si los miramos con una perspectiva cristiana, de la que ellos mismos a veces no son plenamente conscientes- están en condiciones de dejar una huella, para bien o para mal, en la vida de los niños, adolescentes y jóvenes, que les son confiados durante mucho tiempo. ¡Qué responsabilidad! Y qué oportunidad, introducirlos, con sabiduría y respeto, en los caminos del mundo y de la vida, acompañando sus mentes para que se abran a lo verdadero, a lo bello, a lo bueno. Sabemos, por experiencia personal, lo importante que es tener buenos maestros y sabios educadores en los años de formación.
A los miembros de la Unión Mundial de Educadores Católicos, el Papa les dirige finalmente una invitación: «Una invitación -dice el Pontífice- muy cercana a mi corazón» y vinculada al Pacto Mundial por la Educación, una iniciativa que pretende aunar esfuerzos «en una amplia alianza educativa para formar personas maduras, capaces de superar fragmentaciones y contrastes y reconstruir el tejido de relaciones para una humanidad más fraterna». «Confío en su compromiso de implicar a los profesores miembros de la Umec en este proyecto, que quiere poner en el centro a la persona en su dignidad y belleza, y a las familias como sujetos educativos primordiales».
Historia e identidad de Umec
Los orígenes de la Unión Mundial de Profesores Católicos se remontan a 1908. En ese año, los presidentes de las asociaciones de profesores católicos de Austria, Holanda, Suiza y Alemania, en una reunión organizada para debatir cuestiones educativas, lanzaron la idea de reunir a los profesores católicos a nivel internacional. En 1912, se creó la Weltverband katholischer Pädagogen, una asociación mundial de educadores católicos. Las actividades de esta organización, interrumpidas a causa de las dos guerras mundiales, se reanudaron en 1951 con la fundación de la Unión Mundial de Educadores Católicos en Roma, por iniciativa de los dirigentes de las asociaciones nacionales de 17 países. El objetivo era ponerse al servicio de las asociaciones nacionales de profesores católicos coordinando sus actividades de estudio e investigación para dar a conocer las enseñanzas de la Iglesia en el ámbito de la educación.
AMEDEO LOMONACO
Vatican News
Imagen: Audiencia del Papa a los participantes
en la Asamblea General de la Unión Mundial de Educadores Católicos.
(Foto: Vatican Media)