Este sábado 31 de agosto, el Santo Padre recibió en audiencia a los participantes en el LXXXVI Capítulo General de la Orden de los Frailes Menores Capuchinos. A los hijos de san Francisco, el Pontífice los animó “a perseverar en su camino, con confianza y esperanza” y los invitó a aprovechar esta oportunidad extraordinaria para compartir las «cosas maravillosas» que Dios realiza a través de ellos.
Ciudad del Vaticano, 31 de agosto 2024.- “La fraternidad, la disponibilidad y el compromiso por la paz”, fueron las tres dimensiones de la espiritualidad franciscana que recordó el Papa Francisco en su discurso a los participantes en el LXXXVI Capítulo General de la Orden de los Frailes Menores Capuchinos, a quienes recibió en audiencia la mañana de este sábado, 31 de agosto, en la Sala del Consistorio del Vaticano.
Una ocasión para dialogar en el Espíritu
Al saludar a los participantes en este Capítulo General, el Santo Padre recordó la presencia de la Orden Franciscana en su país natal, especialmente la de un fraile capuchino argentino, confesor del santuario de Nuestra Señora de Pompeya en Buenos Aires, a quien creó cardenal el 30 de septiembre de 2023. Asimismo, el Papa les dijo que el Capítulo congrega a frailes de diferentes países y culturas, que se reúnen para escucharse y hablarse en el único lenguaje del Espíritu. Y les dijo que el Capítulo es una oportunidad extraordinaria para compartir las «cosas maravillosas» que Dios sigue obrando a través de los hijos de san Francisco esparcidos por el mundo.
“Por eso espero que, mientras agradecen a Dios por el desarrollo de la Orden, especialmente en las Iglesias jóvenes, aprovechen este momento para preguntarse sobre lo que les pide el Señor, para poder continuar hoy anunciando con pasión el Reino de Dios tras las huellas del Poverello”.
Vuelvan a reconocerse en la fe como hermanos
En este sentido, el Papa Francisco les propuso reflexionar sobre tres dimensiones de la espiritualidad franciscana, que pueden ayudarlos en el discernimiento y en el apostolado misionero. Y partiendo del lema de este Capítulo General, el Pontífice les habló en primer lugar de la fraternidad, de esa «mística de la colaboración», según la cual nadie, en el plan de Dios, puede considerarse una isla, sino que cada uno está en relación con los demás para crecer en el amor.
“Por lo tanto, ustedes no se han reunido para optimizar – como lamentablemente escuchamos a veces – los ‘recursos humanos’ de la Orden, ni para mejorar sus prestaciones o conservar sus estructuras. Más bien, ustedes vuelvan a reconocerse en la fe, como hermanos elegidos, reunidos y acompañados por la caridad providente del Padre, y a dejarse interpelar por esta verdad, especialmente en lo que respecta al campo de la formación, en el que están trabajando desde hace algún tiempo. Y hacen bien, porque sin formación no hay futuro”.
Por ello, el Santo Padre los invito a velar para que nunca se pongan en el centro los recursos económicos, los cálculos humanos u otras realidades de este tipo, ya que al centro están las personas: aquellas a las que el Señor los envía y aquellas con las que les dona para vivir, su bien, su salvación.
Estar dispuestos a ir donde nadie quiere ir
Este aspecto los llevó al segundo punto de reflexión: la disponibilidad. Y sobre esto el Papa Francisco dijo que los Capuchinos, tienen fama de estar dispuestos a ir donde nadie quiere ir, y esto es muy bonito. Por ello, el Pontífice los animó a promover y valorar “este don carismático” siendo sencillos, libres y disponibles, dispuestos a dejarlo todo para estar presentes donde el Señor los llama, sin buscar reconocimiento y sin exigencias, con el corazón y los brazos abiertos.
“Representan, así, un signo para toda la comunidad cristiana, llamada a ser en su conjunto, siempre y en todas partes, misionera y ‘en salida’. Un signo importante, especialmente en tiempos como el nuestro, marcado por conflictos y cerrazones, donde la indiferencia y el egoísmo parecen prevalecer sobre la disponibilidad, el respeto y el compartir, con consecuencias graves y evidentes, como la explotación injusta de los pobres y la devastación ambiental”.
Seguir siendo hombres de paz
Y el tercer valor sobre el que reflexionó el Santo Padre fue el compromiso con la paz. El Papa les dijo que, su capacidad de estar con todos, hasta el punto de ser comúnmente considerados «frailes del pueblo», a lo largo de los siglos los ha convertido en expertos «pacificadores», capaces de crear oportunidades para reunirse, mediar en la resolución de conflictos, unir a las personas y promover una cultura de reconciliación, incluso en las situaciones más difíciles. Pero en la base de este carisma hay una condición fundamental: estar, en Cristo, cerca de todos especialmente de los más pobres, descartados y desesperados, sin jamás excluir a nadie.
“El mismo San Francisco, como sabemos, llegó a ser el ‘hombre de paz’ que el mundo entero reconoce, a partir de su encuentro con los leprosos, en cuyo abrazo descubrió y aceptó sus heridas más profundas y en cuya presencia encontró a Cristo, su Salvador. Así, como perdonado se convirtió en portador del perdón, en amado dispensador de amor, en reconciliado promotor de la reconciliación. Es la fe la que lo ha hecho en muchas ocasiones instrumento de paz en manos de Dios, y ella, para Él como para nosotros, ha tenido y tendrá siempre un vínculo vital con la cercanía a los últimos, no lo olvidemos”.
RENATO MARTÍNEZ