Los terroristas que hicieron explotar dos camiones bomba el sábado en Mogadiscio «utilizan el islam para recrear una Somalia sometida a su ideología, que luego querrían difundir en los países vecinos». Lo explica monseñor Giorgio Bertin, obispo de dos países enteros, Somalia y Yibuti
Somalia lleva décadas sumida en «el desorden y la anarquía». Pero el atentado del sábado es el incidente más grave de los últimos 26 años, desde que la guerra civil que asoló el país en los años 1990 perdió intensidad. Así lo afirma monseñor Giorgio Bertin, franciscano que llegó al país en 1978 y fue nombrado su administrador apostólico en 1990.
Desde 2001 es, además, obispo de Yibuti, el país vecino. Es decir, tiene a su cargo dos países enteros, si bien el número de católicos en ambos apenas supera los 5.000 y el 1 % de una población fundamentalmente musulmana. En Mogadiscio, son apenas una treintena de personas.
La explosión de los dos camiones bomba el sábado le sorprendió mientras visitaba su Italia natal. En seguida escribió al teniente de alcalde de Mogadiscio, «expresándole mi solidaridad y ofreciéndole un poco de dinero para las familias de las víctimas».
¿Al Shabaab o el Daesh?
En cuanto a la autoría del atentado, el obispo es prudente, y recuerda que el grupo terrorista somalí Al Shabaab todavía no lo ha reivindicado. Aunque al principio sus militantes controlaron algunas ciudades, diversas ofensivas del ejército somalí y de los países vecinos, con ayuda de ataques aéreos de Estados Unidos, les han hecho replegarse en los últimos años. Aunque nunca han dejado de atentar, se encuentran bastante debilitados.
«Pero las autoridades del Gobierno federal son más débiles todavía –matiza monseñor Bertin–, porque están demasiado divididas». El nuevo Gobierno, elegido en febrero, no es capaz de crear una Administración fuerte en un país considerado por muchos un Estado fallido.
Otra posibilidad es que detrás del atentado esté el Daesh, que está perdiendo terreno en Oriente Medio y «ha podido ver la anarquía y la ingobernabilidad en Somalia como una oportunidad para quedarse en esta parte de África». En cualquier caso, sean unos u otros, los terroristas «buscan el poder. Utilizan el islam, un islam “mejor” (para nosotros radical), simplemente para recrear una Somalia sometida a su ideología, que luego querrían difundir en los países vecinos, Etiopía y Kenia, donde hay minorías somalíes».
3,1 millones de personas en estado de emergencia
Monseñor Bertin lamenta el desinterés de la comunidad internacional, y la falta de escrúpulos de los empresarios que «hacen negocio con la ausencia de Gobierno y la pobreza de la población». Esta es, al final, quien paga los platos rotos. El 90 % de los somalíes son pobres; 3,1 millones de personas –una cuarta parte de la población– viven en estado de emergencia y 975.000 están desplazados, sobre todo a causa de la grave sequía.
Por eso, además de la ayuda a las víctimas y la reconstrucción –para lo cual ya se ha puesto a disposición de las autoridades–, el pastor del puñado de católicos somalíes subraya que «lo más importante es ayudar a reconstruir el Estado en Somalia, con sus instituciones esenciales, como la justicia y la aplicación de la ley».
María Martínez López
(AFP Photo / Mohamed Abdiwahab)