El Proyecto Fratelli ha garantizado, con apoyo de organizaciones como Manos Unidas, el acceso a la educación a más de 400 niños sirios refugiados en Rmeileh y a otros 50 niños, iraquíes en su mayoría, que habitan en Bourj Hamoud, un barrio popular a las afueras de Beirut.
El proyecto Fratelli, es muy útil para los refugiados”, asegura Zaher, refugiado sirio en Líbano, porque “no solo ayuda a los que lo necesitan, sino que tiene en cuenta a las personas y sus derechos”, afirma.
El Proyecto Fratelli es un claro ejemplo del trabajo de integración y apoyo que se puede llevar a cabo con las personas refugiadas. Manos Unidas respalda el esfuerzo que está llevando a cabo la Asociación Fratelli para devolver a estas personas la seguridad necesaria para afrontar con confianza un futuro lejos del país que les vio nacer.
Con motivo de la celebración del Día de los Inocentes, Manos Unidas vuelve sus ojos hacia los niños refugiados sirios en Líbano, víctimas de un conflicto cuyo fin no parece cercano y que, desde hace cerca de dos años, reciben apoyo del Proyecto Fratelli, que atiende, principalmente, a niños y a jóvenes, que viven como refugiados en condiciones muy precarias.
Cada mañana, de lunes a viernes, Zaher Chabana hace el mismo recorrido con su autobús escolar. El vehículo parte, lleno a rebosar, desde el shelter (refugio) de Adra, para dirigirse a las instalaciones del antiguo colegio marista de nuestra Señora de Fátima en Rmeileh (localidad situada en los alrededores de la ciudad de Sidón) donde el Proyecto Fratelli da impulso a los sueños de futuro de centenares de pequeños refugiados.
El viejo autocar transporta las ilusiones de decenas de niños a quienes la guerra obligó a dejar atrás la estabilidad y la rutina de su día a día en Siria, para convertirlos en víctimas inocentes de un conflicto que ha sumido al país asiático en el caos y el terror.
Entre los ruidosos pasajeros está Ibtihaj, hijo de Zaher, que asiste, como otros 400 niños sirios, a las clases que se imparten en el centro de educación no formal que la Asociación Fratelli tiene en Rmeileh. En este lugar Ibtihaj recupera la alegría se ser niño y olvida, siquiera por un rato, la dureza de las condiciones de vida a las que le abocó la guerra. “El proyecto Fratelli, es muy útil para los refugiados”, asegura Zaher, porque “no solo ayuda a los que lo necesitan, sino que tiene en cuenta a las personas y sus derechos”, afirma.
En el autocar viajan también los sueños de Walaa, de catorce años, que no consigue olvidar su vida en Siria y el miedo que le produjo la guerra. Walaa estudia duro para ser médico, aunque su mayor ilusión sería llegar a ser presidenta. Ella no llevaría su país a una guerra.
Cuando llega a su destino, los niños de Abra se encuentran con otros muchos niños y jóvenes que han hallado en Fratelli el apoyo necesario para buscar un camino en la vida. Como el joven Nouri, que una vez finalizados los estudios de informática, árabe e inglés en el centro, debe enfrentarse ya una nueva vida: “Los días que hemos pasado aquí aprendiendo y conociendo gente nueva son ya historia. (…) Hemos aprendido muchas cosas. Doy gracias a Dios por esta Asociación que nos ha ayudado y nos ha proporcionado todo lo necesario”, explica el joven refugiado sirio.
Fratelli ha cambiado también la vida de Noura y de sus hijas Noha y Maha, que han asistido al curso de corte y confección que organiza el Proyecto Fratelli y que, como otras muchas mujeres sirias, han tenido que aprender a ganarse la vida, convertidas, ahora, en el sostén de sus familias.
Todas estas historias se han ido forjando a base de grandes dosis de entrega, esfuerzo y generosidad en un lugar donde hasta hace poco habitaban el olvido, el miedo y la desesperanza.
El uno de marzo se cumplirán dos años desde que el religioso español Míquel Cubells y el mexicano Andrés Porras, hermanos Marista y de La Salle, respectivamente, plantaran en Líbano la semilla de lo que hoy es el “Proyecto de Fratelli”. Durante este tiempo, el Proyecto ha garantizado, con apoyo de organizaciones como Manos Unidas, el acceso a la educación a más de 400 niños sirios refugiados en Rmeileh y a otros 50 niños, iraquíes en su mayoría, que habitan en Bourj Hamoud, un barrio popular a las afueras de Beirut.
El Proyecto Fratelli es un claro ejemplo del trabajo de integración y apoyo que se puede llevar a cabo con las personas refugiadas. Manos Unidas respalda el esfuerzo que está llevando a cabo la Asociación Fratelli para devolver a estas personas la seguridad necesaria para afrontar con confianza un futuro lejos del país que les vio nacer.
Lee el reportaje completo sobre el proyecto de la Asociación Fratelli en este enlace
Imagen: Una de las niñas que recibe apoyo del Proyecto Fratelli
que apoya Manos Unidas en Líbano.
(Foto. Marta Carreño Guerra /Manos Unidas)