El teólogo musulmán Adnane Morkani, docente de la Universidad Pontificia Gregoriana, interpreta los últimos atentados terroristas de Niza, Estambul y Bagdad
Los ataques terroristas y criminales del Estado Islámico están golpeando indiscriminadamente los lugares más frágiles: ciudadanos inocentes por la calle, en aeropuertos o en los mercados. Se trata de una criminalidad ciega, totalmente ciega pero que tiene un objetivo claro.
Lo indica el teólogo musulmán Adnane Morkani, docente de la Universidad pontificia gregoriana, y del Instituto pontificio de estudios árabes e islámicos (Pisai), en una entrevista a la Radio Vaticano difundida ayer.
Así el estudioso asegura que el objetivo es “crear una polarización” ente el mundo islámico, cristiano, judío, y otros ambientes, para hacer caer en el juego de la polarización, para que la gente pase a mezclar el islam con terrorismo y vean en cada musulmán un potencial terrorista. Además advierte de que no debemos caer en el juego de la polarización, odio y pánico, porque esto aumenta los riesgos, crea frustración y un clima favorable al terrorismo.
El teólogo señala también que hoy en esta “ideología criminal encontramos una total ausencia del sentido de lo sagrado” y precisa que antes de Niza sufrieron ataques Estambul y Bagdad, donde en la vigilia de la fiesta por el final del Ramadán, quemaron vivos, en un mercado, a niños y a las familias que habían ido a comprar vestidos nuevos para la fiesta. Incluso atacaron lugares sagrados del islam, como la mezquita del Profeta Muhammad en Medina.
Los terroristas que cometieron los atentados son muy parecidos entre ellos, señala, porque “son personas con un pasado de delincuencia, criminales que pasaron por la cárcel. Personas que nutren un cierto odio hacia la sociedad a causa de sus fracasos personales”.
El profesor universitario asevera, además, que en el mundo islámico hay un gran debate sobre la causa de este fundamentalismo e ideología, y sobre qué respuesta dar, desde el punto de vista espiritual, humano y democrático.
Por otro lado, observa también que en Europa es necesario dar formación a los imanes para que puedan preparar a personas capaces de guiar a los jóvenes, hablar con ellos y así disminuir el peligro de la radicalización.
En este clima se ve la misión del diálogo interreligioso, señala, así como de la necesidad de comprometerse más para crear resistencia al mal y a la violencia. También reconoce el valor del rol del Papa, porque él une, habla con palabras sabias, no reacciona con emociones sino con espiritualidad. Y asegura que “es un ejemplo a seguir, no solamente para los cristianos, sino también para los musulmanes”.