Las últimas cuatro ganadoras del Premio Zayed a la Fraternidad Humana se encontraron en Abu Dabi a inicios de febrero y pudieron compartir sus experiencias como líderes sociales en distintos ámbitos. Además, se refirieron a la particularidad que aporta el hecho de ser mujeres a su trabajo por la justicia.
8 de marzo 2024.- Cuando Nelly, Shamsa, Latifa y Michèle hablan del rol de la mujer en la sociedad actual no lo hacen desde la teoría, sino desde sus propias experiencias. Cada una de ellas da su vida a diario por miles de personas que en distintos continentes son beneficiadas por los proyectos que ellas algún día iniciaron y que hoy son reconocidos en todo el mundo.
Y no solo comparten el hecho de ser mujeres y líderes, sino que las cuatro han recibido el Premio Zayed a la Fraternidad Humana, galardón que reconoce a quienes trabajan cerrando brechas en distintos ámbitos sociales y promoviendo la justicia y la paz, muchas veces por medio de un gran sacrificio personal. Es un premio que nació del histórico Documento sobre la Fraternidad Humana firmado en 2019 por el Papa Francisco y el Gran Imán de Al-Azhar, Ahmed Al-Tayeb.
Para la última entrega del reconocimiento el pasado 5 de febrero, estas cuatro mujeres se encontraron en Abu Dabi y pudieron compartir en detalle los arduos caminos que han recorrido, pero también profundizaron en la particularidad que aporta el genio femenino a la promoción humana, a la lucha por la justicia y, en consecuencia, a la búsqueda de la paz a nivel local y global.
Rompiendo el círculo del terrorismo en Francia
Latifa Ibn Ziaten dice que apenas tuvo tiempo para elaborar el duelo tras la muerte de su hijo Imad en 2012, quien fue víctima de un atentado en la ciudad de Toulouse, al sur de Francia. El autor fue un terrorista musulmán, a quien muchos jóvenes consideraron un héroe después del ataque. Traspasada por el dolor de madre, pero también por la perplejidad de la reacción juvenil, Latifa se lanzó de inmediato a prevenir la radicalización de la juventud y creó la Asociación Imad, proyecto que ya se expande en Europa y trabaja con jóvenes, familias y comunidades en la promoción de la paz y en la prevención del terrorismo.
Para esta franco-marroquí y musulmana practicante, una clave esencial del éxito de su trabajo está en el hecho de ser mujer, porque “las mujeres son madres, transmiten amor, no quieren violencia, no quieren guerra, y creo que las mujeres de hoy tienen su lugar en el mundo entero, son las que van a salvar el mundo”, afirma con determinación. Es más, a partir de lo que ve a diario en su misión, Latifa Ibn Ziaten hace un llamado a sumar esfuerzos en esta línea: “Hay muchas mujeres con múltiples cualidades que están despertando y tendiendo la mano al mundo. Cuantas más seamos, más líderes seremos, más paz tendremos”, asevera la vencedora del Premio Zayed a la Fraternidad Humana 2021.
Chile: la sensibilidad femenina para resolver conflictos
A once mil kilómetros de Francia, la hermana Nelly León no solo vive la fraternidad humana que le valió el Premio Zayed 2024, sino que ejerce una verdadera maternidad entre cientos de mujeres privadas de libertad en Santiago de Chile. Para esta religiosa de la Congregación del Buen Pastor y creadora de la Fundación Mujer Levántate, la sensibilidad propiamente femenina es clave para acompañar a quienes están cumpliendo penas y buscan reinsertarse en la sociedad. “La mujer aporta una manera distinta de enfrentar los conflictos, el hombre los resuelve de modo más violento; la mujer, en cambio, reflexiona y los trata de resolver de manera pacífica. Somos más dialogantes, más empáticas, acogemos las diferencias con mucha libertad interior, sin presiones”, detalla la religiosa.
Y aunque por su opción de vida consagrada renunció a tener hijos, Nelly León es llamada “Madre” al interior del Centro Penitenciario Femenino de Santiago, donde cientos de mujeres descubren en ella la ternura y la maternidad que jamás conocieron en sus hogares. Por eso, junto con la intervención psicosocial que realiza la fundación, la hermana Nelly asegura que es fundamental acercarse desde el cariño para que una persona pueda rehabilitarse, y esa actitud es algo que se da natural en las mujeres.
“Estamos aportando para la construcción de un mundo más fraterno, más humano, más lleno de luz, de esperanza, capaces de dar mayor consuelo, de abrazar sin mirar a quién, desde el corazón”, explica la Madre Nelly, pero advierte que muchas veces es criticada por invertir esfuerzos y recursos en mujeres delincuentes. Sin embargo, una vez más su respuesta brota de aquella firme sensibilidad que la caracteriza: “No estamos trabajando por delincuentes, sino que lo estamos haciendo por María, por Margarita, por Lisette, por Pascal, que han caído en la vida, que han cometido un delito, pero eso no las define como personas”, sentencia.
El poder del diálogo para la paz en Kenia
Se llama Shamsa Abubakar Fadhil, pero todos la conocen como “Mama Shamsa”, porque desde esa identidad materna ha construido su labor como mediadora de paz y activista pro mujeres en Kenia. Originalmente su labor se concentró en desarticular bandas delictivas juveniles y reformar a cada persona a partir del acompañamiento personalizado y la capacitación laboral. Así, salvó miles de vidas de jóvenes y niños que parecían no tener otro destino que la violencia y el extremismo.
Los logros de su actividad suscitaron la atención del gobierno keniata, de la sociedad civil y de líderes de distintos grupos religiosos, que la catapultaron para asumir importantes roles políticos y sociales, y actualmente es la representante nacional femenina para la paz y seguridad en el país africano. “Las mujeres siempre han estado en el hogar, pero creo que se habían olvidado de que como mujeres, cuando hay un conflicto, nosotras somos las más afectadas, porque perdemos a nuestros maridos, a nuestros hijos y nos quedamos en la nada. Tenemos que estar en las mesas de decisión porque es nuestra vida la que se ve afectada”, declara la activista.
Hoy Mama Shamsa está involucrada de manera directa en las estrategias nacionales para promover y mantener la paz, y eso le ha revelado que este es un trabajo que se ha de realizar día a día sobre la base del diálogo. “Como mujeres tenemos el poder interior de ser pacientes, un poder dado por Dios para tener humildad y comprender a tu interlocutor. Creo que el poder de nosotras es ser madres. Ser madre es un título muy grande. Incluso un profesor que tiene todos los títulos, cuando se acerca a la madre se convierte en un niño. Así que la maternidad juega un papel muy importante”, detalla Shamsa que, como musulmana, también es presidenta de la Red de Mujeres Religiosas de Mombasa.
Pero ella misma insiste en que no le gusta ser llamada por ninguno de los cargos o títulos que ostenta, porque eso podría poner “una barrera a alguien muy sencillo, lo que impediría que se me acercase. Pero una vez que me identifico como madre, cualquiera puede llegar a mí”, puntualiza la ganadora del Premio Zayed 2023.
Tras el legado de las pioneras haitianas
Siguiendo una centenaria tradición de participación pública de las mujeres en Haití, la economista Michèle Pierre-Louis ha estado directamente involucrada en el combate por alcanzar la paz y la estabilidad en su país, que posee altísimos índices de pobreza y violencia. Lo ha hecho desde distintos flancos, el más destacado, como Primera Ministra del gobierno entre 2008 y 2009, cargo al que llegó por su larga experiencia en la promoción social de la población.
Michèle lideró a mediados de la década de los 80 la Misión Alpha, un proyecto de alfabetización nacional impulsado por la Iglesia Católica. Posteriormente, en 1995 creó la Fundación Fokal para el Conocimiento y la Libertad, entidad que por medio de la educación promueve, entre otros ámbitos, el desarrollo comunitario, el cuidado del medioambiente y la igualdad de género. Sus logros hicieron a esta institución acreedora en 2022 del Premio Zayed a la Fraternidad Humana.
Al pensar en el Día Internacional de la Mujer, Pierre-Louis recuerda a todas aquellas haitianas que en 1932 constituyeron la primera organización de mujeres del Caribe. “Son nuestras pioneras y hemos aprendido mucho de ellas. Se movilizaron contra las violaciones y la violencia contra niñas y mujeres, perpetradas sobre todo por los soldados estadounidenses que ocuparon Haití, y por los derechos de las mujeres a compartir, a participar en los asuntos del país como ciudadanas de pleno derecho”, recalca Michèle.
En medio de la caótica situación social que atraviesa Haití en la actualidad, Michèle espera que las permanentes oraciones del Papa Francisco por la paz sean escuchadas. “Que cese esta violencia asesina y absurda contra una población completamente desamparada, para que con un poco de paz, las mujeres puedan continuar su lucha contra la injusticia y la desigualdad, y por la fraternidad, la sororidad y la solidaridad humana”, finaliza la líder haitiana.
FELIPE HERRERA-ESPALIAT
Enviado especial a Abu Dabi