El director regional de la Misión Pontificia para Palestina relata la tragedia de miles de personas atrapadas por los ataques israelíes contra Hamás: «El desmantelamiento del campo de refugiados de la ciudad ha obligado a 20.000 personas a incrementar las filas de los desplazados que ya no tienen nada».
6 de febrero 2025.- El infierno en el que se hunde Yenín se condensa en una frase: «El asalto al campo de refugiados es similar a la guerra de Gaza». Joseph Hazboun es quien ha utilizado esta expresión, pero no es de su autoría: «La utilizó por primera vez el alcalde de la ciudad palestina, que también fotografió un desastre: más de un centenar de viviendas destruidas, miles de familias afectadas, más de mil desplazados». Y las cifras aumentan de hora en hora, es difícil seguirles el ritmo.
Afectada también Tulkarem
El director regional de la oficina de la Misión Pontificia para Palestina-Jerusalén describe como una carnicería lo que está ocurriendo desde el 21 de enero, con el comienzo de la acción militar israelí, que afecta también a cada centímetro cuadrado de la zona urbana restante: «Los muertos en la zona urbana son realmente numerosos, mientras que los ataques afectan también a la cercana ciudad de Tulkarem, incluidos sus dos campos de refugiados. En Yenín, el ayuntamiento ha hecho saber que tres kilómetros de carreteras ya no existen, al igual que la carretera que conduce al hospital de la ciudad, cuyas infraestructuras hídricas, cloacales y de telecomunicaciones están ahora completamente inutilizadas».
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Miles de desplazados
Por otra parte, no es que Joseph Hazboun esperara otra cosa de una operación contra los extremistas que los propios israelíes han denominado «Muro de Hierro». En una larga conversación con los medios vaticanos, subraya cómo el desmantelamiento del campo de Yenín ha obligado a unas 20.000 personas a aumentar el número de refugiados que buscan cobijo no sólo en el interior, sino también en otros 17 pueblos de la gobernación: «Así lo confirma también la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA), que debido a la prohibición impuesta por Israel y al cierre de su oficina en Jerusalén Este ha tenido que interrumpir sus actividades de ayuda en toda Cisjordania. Con daños incalculables.
El hilo rojo de la historia
Muertos, desplazados, dolor y sangre. Una trágica sinfonía que no es ninguna novedad para quienes conocen la historia y saben bien que existe un hilo rojo que une pasado, presente y futuro: «No debemos olvidar que las operaciones en el campo de refugiados de Yenín comenzaron tras la Segunda Intifada, que estalló en 2000 a raíz de una visita a la mezquita de Al Aqsa del entonces jefe del partido Likud, Ariel Sharon, acompañado de su equipo de seguridad y de algunos policías. En 2002, las fuerzas israelíes asediaron el campo y mataron a cientos de palestinos, destruyendo casas e infraestructuras. Por eso, desde entonces, el campo se ha convertido en un bastión de la resistencia. Que desde el 7 de octubre de 2024 ha aumentado para dar más apoyo a Gaza».
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Alarma para los cristianos
Los cristianos que viven entre Yenín y los pueblos de los alrededores son muy pocos, unos mil. La mayoría vive en Zababdeh: aquí el alcalde es cristiano, el Patriarcado Latino de Jerusalén tiene un convento y una escuela, y también están presentes las Iglesias melquita y ortodoxa. Joseph Hazboun respira aliviado, uno de los pocos que puede permitirse estos días: «En Zababdeh la situación es mejor que en Yenín, aunque no faltan las incursiones y redadas israelíes destinadas a capturar a “palestinos buscados”. En general, la comunidad cristiana en Palestina se mantiene firme en sus ciudades y pueblos, rezando por el fin de las hostilidades. En cuanto al bloqueo y la restricción de movimientos, sufren como sus vecinos musulmanes.
Viajes complicados
Que toda Palestina está cayendo cada vez más en una situación alarmante puede entenderse también a partir de un viaje emblemático: el que hace una monja de la congregación de San José cada mañana de Belén a Ramala, donde trabaja en una escuela para enfermeros. Normalmente, la única carretera que une las dos ciudades palestinas se debería recorrer en alrededor de una hora, teniendo en cuenta los puestos de control israelíes. Pero ya no es así: en los puestos de control, la monja es retenida una media de tres a cuatro horas. Si todo va bien. «Belén, al igual que Beit Sahour y Beit Jala, ha sido rodeada por más puertas de hierro que hacen que desplazarse dentro y fuera de la gobernación sea un viaje largo y agotador. Jericó, el único corredor para viajar al extranjero a través de Jordania, ha sido bloqueado por los israelíes, que también han cancelado todos los permisos de los palestinos que trabajan en Israel». Entre ellos hay también miles de cristianos que desde hace 15 meses ya no saben cómo alimentar a sus familias: el riesgo es que, tarde o temprano, opten por emigrar en masa. Y no volver jamás.
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FEDERICO PIANA
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