El Cardenal Antonio María Rouco Varela, Arzobispo Administrador Apostólico de la Archidiócesis de Madrid, ha concedido una entrevista al Informativo diocesano de COPE, donde comentó la noticia de su relevo, que recibió “con mucha gratitud al Señor y con un sentimiento de paz interior y de esperanza, porque la diócesis de Madrid va a continuar siendo servida por un querido hermano del episcopado. Eso le da, al que hace el relevo, mucha paz interior, y sobre todo la paz del Señor”. Confesó que “han sido muchos años de ministerio episcopal, 38 cumpliré: el 31 de octubre de 1976 fui ordenado obispo en la Catedral de Santiago de Compostela. Poder servir a la iglesia como obispo durante 38 años significa poder servir al Señor de una forma singular, a través de un seguimiento apostólico, por lo tanto de entrega completa, y servir a los hombres, a las personas, en relación con el bien definitivo y último del hombre, que es el de la salvación. Es una gracia especial del Señor sobre la vida, y sobre mi vida en particular”.
Dos décadas de servicio a Madrid
Después de 20 años al frente de la diócesis de Madrid, define a ésta como “la comunión, el principio que constituye el alma y la esencia del ministerio de la iglesia profundamente; por eso, su capacidad de evangelizar y su realidad evangelizadora es muy viva y fecunda y, por lo tanto, su impulso misionero. Hay que citar aspectos de la vida diocesana, instituciones, realidades asociativas de la vida consagrada, del apostolado seglar, que lo demuestran, pero en cualquier caso a Madrid se le puede aplicar lo que nos decía Juan Pablo II cuando se despedía de España en la Misa de 4 de mayo, después de la canonización de los santos en la Plaza de Colón: España evangelizada, España evangelizadora. De Madrid se diría: Madrid evangelizado, Madrid evangelizador”. Recordó además dos intervenciones: una del Papa Benedicto XVI, y otra del Papa Francisco. “El Papa Benedicto XVI nos decía a los miembros de la Asamblea del Tercer Sínodo Diocesano de Madrid, en 2005, que el primer deber de la caridad era la comunicación de la verdad. Y el Papa Francisco, cuando llegó a Río de Janeiro para inaugurar la JMJ, nos dijo que no venía a traernos ni oro, ni plata sino a Jesucristo. De Madrid se puede decir que ha vivido en la comunión de la iglesia, por lo tanto comunión fiel, leal, entregada y generosa, esa tarea de evangelizar y vivir la evangelización ella misma y llevarla hacia fuera, misioneramente. No podemos olvidar que a través del Seminario Redemptoris Mater y de otras realidades diocesanas son muchos los jóvenes sacerdotes, misioneros, misioneras, que están sirviendo al reino de Dios, en la misión de la iglesia en todo el mundo”.
El nuevo arzobispo
Conoció al Arzobispo electo “en aquellos años, emocionantes por un lado, vibrantes por otro, y un tanto confusos por otro de finales de los 60 y comienzos de los 70, en la Universidad Pontificia de Salamanca, en la Facultad de Teología. Creo que le enseñé lo que entonces, en la vieja terminología de las ciencias canónicas, se llamaba Derecho Público Eclesiástico, o mejor dicho, en ese caso me tocaba interpretar esa herencia como un camino de comprensión teológica de la dimensión visible de la iglesia, por lo tanto, dimensión canónica. Luego le traje a Santiago de Compostela, le conocí como obispo de Orense -yo era uno de los obispos consagrantes-, luego cuando tomó posesión en Oviedo, en Valencia… Fue un alumno de aquella generación del primerísimo posconcilio que se mantuvo fiel y en una actitud de entrega sacerdotal a nuestro Señor y a la Iglesia”. “El nuevo arzobispo nombrado en Madrid, y esa generación de obispos, son ya la mayoría en la CEE, o buena parte de la misma, los obispos de la segunda generación posconcilio. Y yo probablemente, como obispo todavía por unas semanas, por un corto tiempo en activo, el último de la primera generación de obispos de la CEE del posconcilio. Ahora estamos en la tercera. Esperemos que el aliento espiritual y apostólico de la iglesia en España y de sus obispos siga siendo el corazón y el alma del ministerio de los obispos españoles en el servicio a la iglesia y a España”.
El futuro
Respecto a la nueva etapa que ahora se abre en su propia trayectoria humana y del servicio a la iglesia, confesó que la afronta “con paz interior, y gratitud. En esa gratitud quería incluir de una forma muy especial a los obispos auxiliares de Madrid, D. Fidel, D. César Franco, D. Eugenio Romero, D. Juan Antonio Martínez Camino, a los sacerdotes de Madrid, en especial a los que han estado al servicio de tareas diocesanas, vicarios, delegados, de San Dámaso. Ellos saben que su cooperación y entrega sacerdotal fue decisiva para que podamos decir de la archidiócesis de Madrid que está evangelizada y que quiere ser evangelizadora”. “Esa paz que uno vive en este momento, prosiguió, será la que siga manteniendo vivo el servicio a la iglesia.
El sacramento del Orden no desaparece. Esa tarea la cumpliremos como diga la Iglesia. De eso se trata de ver en el ordenamiento canónico la voluntad de Dios y del Señor. El canon 401 ruega a los obispos que han cumplido los 75 años que presenten su renuncia del cargo al Papa, yo lo he hecho después de cumplir los 75 años, seguí el tiempo que el Santo Padre quiso, recibí como contestación una carta en la que se me pedía que siguiese al frente hasta que se dispusiera otra cosa, el Papa dispuso otra cosa ahora, y son signos de la voluntad de Dios que uno que acepta de corazón. Como el camino de la paz de la conciencia y la paz del alma”, concluyó.