El coordinador del C9 señala que muchas de ellas pasaron desapercibidas porque ‘no hacen ruido’
(ZENIT – Roma).- El Consejo de los nueve cardenales, llamado también el C-9, que asesora al Santo Padre en la reforma de la Curia Romana y en temas de la Iglesia ha realizado 18 reformas importantes. Lo indica el cardenal Oscar Rodriguez Maradiaga, el coordinador del C-9, en una entrevista al semanal de Turín, ‘La voce del tempo’, publicado el 13 de febrero de 2017, precisando que muchas de ellas han pasado desapercibidas porque no hacen ruido.
Y añade que el papa Francisco en el discurso de esta Navidad pasada a la Curia Romana, “los nombró para hacer ver que se camina”.
Entre las tareas, explica el cardenal hondureño, “un número excesivo de dicasterios” motivo por el cual se procedió a unificar a algunos consejos en dicasterios, “para simplificar la burocracia y trabajar más ágilmente” o sea un un centralizar, sino un agilizar.
El coordinador del C-9 añade que “cuando las reformas habrán terminado”, saldrá la nueva constitución sobre el gobierno de la Iglesia: “No será el inicio pero el final de un proceso”. Precisa que se modificará la ‘Pastor Bonus’ el actual reglamento promulgado por san Juan Pablo II sobre el gobierno de la curia y sus congregaciones pero que el trabajo del C-9 proseguirá, porque ha sido constituido también “para ofrecer consejos al Santo Padre cuando él los pide”.
El cardenal latinoamericano indica que “cuando el papa Francisco habla de Iglesia en salida, nos dice que no debemos detenernos en nuestras curias, en nuestras sacristías, pero salir hacia aquellos que se alejaron o que nunca hemos encontrado porque nunca nadie les ha hablado de Dios”.
Es necesario, asegura difundir “la alegría del Evangelio” que emerge de la ““Evangelii gaudium”, que “resume el estilo latinoamericano del papa Francisco: el gozo y la alegría”.
Sobre el próximo sínodo de los obispos que se celebrará en Roma el octubre de 2018 sobre el tema de los jóvenes, el cardenal indica que “debemos prepararnos bien, escuchando también a los jóvenes que no vienen a la Iglesia, a aquellos marginalizados por la droga, tenemos que atraerlos hacia Dios”.
Y concluye recordando que así obraba Don Bosco y quiere Francisco, “mirando a una Iglesia que camina con ellos, abierta al cambio, en salida para estar cerca de cada uno”.