Durante una eucaristía el 20 de agosto en Ciudad de Panamá, el Cardenal Jesuita Michael Czerny destacó la importancia de acoger y proteger a los migrantes, recordando las palabras del Papa Francisco y la necesidad de una respuesta cristiana ante la crisis migratoria en la región.
Ciudad del Vaticano, 22 de agosto 2024.- El Cardenal Jesuita Michael Czerny, prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, presidió una misa el martes 20 de agosto en la Catedral Basílica Santa María la Antigua, en Ciudad de Panamá. Este acto litúrgico se enmarcó dentro de la reunión de obispos y agentes de la Pastoral de Movilidad Humana de las Conferencias Episcopales de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe. El evento, que comenzó el 19 de agosto y se extenderá hasta este jueves, tiene como objetivo abordar de manera conjunta la compleja crisis migratoria que afecta a la región, comprometiéndose a implementar acciones que promuevan la dignidad humana de la población migrante.
Un mensaje desde el corazón
Durante su homilía, Czerny compartió que había preparado un sermón escrito, pero decidió hablar desde el corazón tras visitar el Centro de Recepción Migratoria «Lajas Blancas» en Darién. Inspirado por la lectura del día del Evangelio de San Mateo, el Cardenal destacó que los migrantes que llegan a Panamá «vienen del infierno», narrando cómo llegan exhaustos, hambrientos y enfermos, tras haber enfrentado innumerables peligros. “Hemos encontrado a los migrantes que vinieron del infierno y ahora estaban volviendo a la tierra de los hombres”, expresó, destacando la diversidad de orígenes de los migrantes, quienes provienen de lugares tan lejanos como Nepal, Angola, Haití y Venezuela.
Paralelismo con el pueblo de Israel
En su reflexión, el Cardenal hizo un paralelismo entre la situación de los migrantes y la historia del pueblo de Israel, que, liderado por Moisés, tuvo que huir por miedo y enfrentarse a numerosos obstáculos en su camino hacia la libertad. Czerny advirtió que los migrantes de hoy huyen de situaciones similares de opresión, abuso, inseguridad y discriminación, enfrentando en su travesía el hambre, la sed, el cansancio y la enfermedad. A pesar de todas estas adversidades, subrayó que “todos estos sufrimientos no valen tanto si encuentran una acogida cristiana, fraterna y humana”. Este llamado a la hospitalidad cristiana resonó en la catedral, recordando a los presentes la importancia de brindar apoyo y protección a quienes han sido forzados a dejar sus hogares.
La respuesta Cristiana ante la crisis
El Cardenal Czerny también reflexionó sobre la incertidumbre que sienten los migrantes, citando el Evangelio para enfatizar la necesidad de una respuesta cristiana. Recordó a los fieles que la Iglesia tiene la vocación de ayudar a Dios en lo que parece imposible: acoger y proteger a quienes se ven obligados a huir de sus hogares. En este contexto, destacó que la reunión en Panamá tiene como propósito el desarrollo de una Pastoral Migratoria que abarque toda la región de las Américas, desde Colombia hasta Canadá, incluyendo el Caribe. Este esfuerzo, según el Cardenal, es una manifestación del deseo de la Iglesia de ser un instrumento de Dios en la creación de un entorno de bienvenida y apoyo para los migrantes que atraviesan sus parroquias y diócesis.
El migrante como reflejo de Cristo
Czerny hizo hincapié en que cada encuentro con un migrante es un encuentro con Cristo, quien nos llama a abrir nuestras puertas y corazones. Para él, esta es una experiencia que transforma y desafía a cada creyente a responder con generosidad y amor. “Estos pobres nos permiten encontrarnos con el rostro del Señor”, afirmó, instando a la comunidad cristiana a no cerrar las puertas a quienes buscan refugio y esperanza.
Al finalizar la misa, el Cardenal Czerny invitó a dar gracias a Dios y pidió la intercesión de San Bernardo Abad, para que inspire corazones generosos que se dediquen a ayudar a los migrantes. Además, exhortó a que todos los proyectos y esfuerzos de la Iglesia se orienten hacia la acogida y protección de los más vulnerables, reafirmando el compromiso cristiano con aquellos que, obligados por la desesperación, buscan un nuevo comienzo en tierras extranjeras.
LUCÍA ELVIRA